No toca aquí el consabido ir a venir en torno a la palabra “comic” en el nombre del evento. La polémica estéril ya se recorrió hasta el hartazgo y se zanja en que la ComicCon es un modelo de convención articulado en torno a la cultura pop, que en algún momento pudo tener como elemento central al comic, pero que ahora lo mantiene sólo como una de sus patas. Una que no es central, pero tampoco necesariamente marginal. En todo caso, es una demostración de su propio peso (económico y de público) en el ecosistema de consumos culturales de jóvenes y adolescentes. Quien quiera un evento dedicado en su mayor parte a la historieta tiene otras opciones. Hoy por hoy el consumo cultural juvenil más gravitante son las series.

Esto es así al punto que permea todas las actividades del evento. Se refleja en el cosplay, que ve sus picos de personajes interpretados cuando están en boga sus series o películas, se refleja en el artist alley, donde los ilustradores se hacen un “aguinaldo autogestivo” vendiendo prints de personajes populares, se ve en el merchandising y hasta se ve en las actividades que programa la propia organización como las “experiencias con personajes”, que vinculan a los espectadores con los protagonistas de series animadas. De hecho, el único sector que goza de cierta independencia de esta seriefilia es el Área Gaming, que reúne los tanques de otra industria pujante y rentable, que es la de los videojuegos. Un sector radiante que también contagia –aunque en menor medida– las actividades de los fans, como el concurso de cosplay.

Estos diferentes pesos en el consumo cultural se advierten también al ver quién pone más dinero e infraestructura para hacer los stands más grandes, llamativos y que inviten más a la selfie y la compartida en redes sociales (spoiler: son los canales de TV). Netflix, por ejemplo, trae a los chicos de Stranger Things y a Oliver Jackson-Cohen y Victoria Pedretti, ambos integrantes del elenco de La Maldición de Hill House. Las series argentinas, en tanto, estarán representadas por Un gallo para esculapio, El Marginal II, El pulpo negro (remake de la célebre producción de Narciso Ibáñez Menta), además del film Alter Ego (de Daniel de la Vega, Ezio Massa y Rodrigo Guirao Díaz) y el cortometraje de artes marciales Fist of Fire.

Otras actividades que pueden interesarle al visitante incluyen un desfile de La Guerra de las Galaxias, presentaciones de libros (literatura infantil y juvenil y sagas dominan el rubro), una flash mob dedicada a Thriller (una flash mob anunciada es casi un contrasentido, pero allí está programada en el escenario principal para el sábado a las 17), algunos talleres y los onerosos “meet & greet” que –por un billete extra– permiten saludar de cerca a las principales estrellas invitadas. Para los desprevenidos, vale un consejo final: llevar la billetera cargada. No sólo porque adentro hay muchas opciones de consumo y es inevitable tentarse, sino porque las entradas también salen lo suyo. El anticipado para hoy más barato estaba en 500 pesos. En puerta superará ese monto. Y la preventa del sábado –la más cara– partía de 800 y hasta el jueves era la única que quedaba. En puerta, otra vez, saldrá más caro. Que no sólo de maratones de capítulos vive el ñoño.

Este artículo fue publicado originalmente el día 7 de diciembre de 2018

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