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Si bien la película parte de una premisa básica, un temprano giro de la trama permite que todo el asunto gane nuevos niveles de lectura, dándole al asunto cierta profundidad, generando una tensión interesante con el uso del humor negro de la superficie. Iris y Josh son una pareja joven de esas que califican como perfectas. Aunque se conocen hace poco, parecen hechos el uno para el otro y por eso él decidió presentársela a sus amigos en un encuentro de fin de semana, en la casa de lujo de uno de ellos. Sin embargo no todos recibirán a Iris de la mejor forma y algunas situaciones harán que algunas banderas rojas queden a la vista, incluso dentro de la pareja.

Si bien se trata de un thriller que maneja niveles altos de violencia explícita, esta se encuentra bien dosificada, morigerada por los elementos de comedia, estableciendo un buen balance entre ambos recursos, a los que en general logra combinar con ingenio. Sobre esa base, Compañera perfecta se permite reflexionar sobre el uso y los vínculos que las personas establecen con la tecnología y el peso que la Inteligencia Artificial tiene en la actualidad, incluso en cuestiones muy personales, como la elección de una pareja. Asuntos que, claro, el cine ya ha abordado con anterioridad, incluso con mayor delicadeza, pero cuya sola mención implicaría posibles spoilers que es mejor evitar.

Compañera perfecta podría ser un capítulo largo de la serie Black Mirror, uno de los trabajos que mejor supo poner en escena los miedos colectivos en torno a los cambios que impulsa el avance de la tecnología durante el primer cuarto del siglo XXI. Podría serlo, si no fuera por su humor, a veces demasiado ligero. Y, sobre todo, por un final demasiado feliz (aunque solo lo es dentro del contexto de la película) para una historia donde los valores humanos surgen del elemento menos pensado. El resto es la confirmación de que el ser humano es un animal demasiado complicado que, así en el cine como en la vida, sigue teniendo el mismo vicio de siempre: su obsesión con el dinero.

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