Bajo las banderas, el sol.


Si hay una película cuyo título no requiere mayor esfuerzo para ser traducido es la paraguaya (en coproducción con Argentina y otros países) Bajo las banderas, el sol, que acaba de participar del Festival de Berlín. El de Juanjo Pereira, otra ópera prima, es un ejemplo notable de ese universo cinematográfico usualmente rotulado como found-footage, un relato construido a partir de material preexistente, en este caso imágenes y sonidos de decenas de archivos documentales y periodísticos. Lo que Pereira intenta y logra en gran medida es reconstruir durante noventa minutos el ascenso, largo reinado y caída del presidente Alfredo Stroessner como presidente de la República del Paraguay. La dictadura más extensa de Latinoamérica, con sus 34 años de gobierno ininterrumpido desde 1954 hasta 1989, gracias a los cambios introducidos en la Constitución y la posibilidad de la reelección indefinida.

Sin voces en off ni el aporte de historiadores o especialistas, apenas con la ayuda de sendas placas al comienzo y el final que acercan algunos datos fundamentales, Bajo las banderas, el sol analiza la historia del “coloradismo” según Stroessner a partir de su estética, sus discursos y su propaganda, entrelazándola con entrevistas o crónicas de época realizadas por agencias de noticias sas, alemanas, británicas, estadounidenses y argentinas. La “manipulación”, como en tantos otros films de metraje hallado (el nombre de Sergei Loznitsa surge como posible influencia), radica en el montaje de imágenes y sonidos, nunca en el discurso formal textual.

Así, la visita de Jorge Rafael Videla a la ciudad de Asunción es seguida por un segmento dedicado a la monumental represa de Itaipú y otro centrado en el conflicto por la ciudadanía paraguaya del infame Josef Mengele. En otra instancia, Pereira recurre a un montaje de choque irónico cuando las palabras de Stroessner destinadas a alabar las virtudes democráticas de su gobierno son acompañadas con imágenes de la represión en las calles. Finalmente, la letra en guaraní de dos canciones dedicadas a su figura, himnos personalistas erigidos para cantar loas sin pudor ni límites, hablan por sí mismas. La última imagen de la película, la única filmada por el realizador en tiempo presente, cierra de manera perfecta este estupendo ensayo documental sobre una figura tristemente fundamental en la política latinoamericana del siglo XX.

The Antique.


La política y la Historia con mayúscula también corren por las venas de The Antique, segundo largometraje de la realizadora georgiana Russudan Glurjidze, relato de ficción que, sin embargo, utiliza como trasfondo un evento real muy recordado: la deportación masiva e ilegal en 2006, por parte del gobierno ruso, de unos dos mil ciudadanos de origen georgiano. Sin embargo, el guion escrito por la propia Glurjidze no refiere explícitamente a esos hechos, más allá de la placa que abre el film, hasta bien entrada la segunda mitad. Hasta ese momento, el relato se concentra en Medea, una mujer recién llegada a San Petersburgo desde Georgia y cuyo perfecto manejo del ruso le permite ser la cara visible de un local de reparación de muebles y objetos antiguos, muchos de ellos introducidos de manera ilegal desde el otro lado de la frontera. La joven compra a precio regalado un regio pero destartalado piso en el centro de la ciudad (“Es como vivir en el museo Hermitage”, afirma la vendedora de la inmobiliaria), aunque existe una condición particular en el contrato: convivir con su anterior dueño, una anciano llamado Vadim, hasta su muerte.

Hosco, caprichoso y acostumbrado a vivir en soledad, Vadim pasa los días escuchando discos de vinilo en un equipo de alta fidelidad y la presencia de Medea comienza a alterar su rutina. Pero The Antique no es un típico relato de opuestos que se repulsan y atraen, y la historia comienza a complicarse por la presencia de un ex novio de la mujer, otro georgiano, la aparición del hijo de Vadim y, finalmente, la cruzada policial para detener y expulsar del país a los inmigrantes, mientras la ominosa voz de Vladimir Putin se hace escuchar en los televisores y las radios. Con un notable trabajo de fotografía que hace del invierno en San Petersburgo un paisaje tan bello y melancólico como terrible, The Antique es una película extraña, intensa, seductora y tan resbaladiza como la nieve acumulada en las veredas de esa ciudad helada.

* Vingt dieux se exhibe el lunes 7 a las 15.45 en Sala Leopoldo Lugones.

* Bajo las banderas, el sol se exhibe el domingo 6 a las 21.15 y el lunes 7 a las 12:35 en Centro Cultural San Martín 2.

* The Antique se exhibe el domingo 6 a las 13.50 en Cinépolis Plaza Houssay 4 y el martes 8 a las 13:20 en Cine Gaumont.

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