Como una reversión de cierta máxima de AC/DC, la serie documental Long Way ya fue hasta la cima, hacia el sur, a los costados y ahora le toca dar unas tantas vueltas hasta dar con su hogar. Protagonizada por Ewan Mc Gregor y su compadre Charley Boorman, Travesía en moto: regreso a casa (Apple TV+) retrata la cuarta ocasión en la que dos amigos desandan su placer en dos ruedas. “Literalmente, la idea esta vez era ir de mi casa en Escocia a la casa de Charly en Inglaterra, pero teniendo un gran viaje”, dice el actor de Trainspotting. “Y hubo una pequeña desviación”, bromea su colega en la conferencia de prensa de la que participó Página/12.
Las postales nórdicas y las motos eléctricas dominan la escena en este periplo compuesto por diez episodios (los primeros cuatro ya están disponibles en la plataforma de streaming). McGregor y Boorman cruzaron el Mar del Norte hacia Escandinavia, subieron hasta el Círculo Polar Ártico, y luego bajaron al Báltico y atravesaron la Europa continental, antes de regresar por el Canal de la Mancha dos meses después. En el medio hubo lugar para cruzarse con varios clubs bikers, algún que otro infortunio y atravesar el majestuoso puente Øresund que une Suecia con Dinamarca. Amén del hobby y las geografías cambiantes (esta vez recorrieron 17 países), la aventura deviene en una epifanía con los cascos bien puestos. "Una vez estábamos con un mapa en el medio de la ruta y a un desconocido le explicábamos toda nuestra travesía. El tipo nos preguntaba porqué hacíamos esto y la verdad es que no sé la respuesta, pero tenés el mundo ahí", dice Boorman. “Ver el mundo que dejás atrás con una moto es toda una experiencia. Te quedás con una gran calidez por lo vivido".
El vínculo entre ambos se retrotrae al set de The Serpent’s Kiss (Philippe Rousselot, 1997) donde se pusieron a hablar de su pasión por los ciclomotores. Con miles de kilómetros recorridos, la serie -además de su vínculo- captura varios puntos en común entre culturas lejanas. "Vas en moto, te ves sucio, estás cansado, pero el 90 por ciento de la gente que conocés es genial. Estuvimos en lugares remotos y siempre nos reciben con los brazos abiertos. Y creo que eso se acentuó después de la pandemia. Ir de un país a otro siempre implica un cambio. Los olores, las puestas del sol, la arquitectura, cómo manejan... Y eso te influye”, explica Boorman. Esta última excursión comenzó a gestarse en medio de Long Way Up, que en 2019 los trajo a Sudamérica, específicamente después de recorrer la Argentina y Chile, cuando tuvieron que enfrentar una serie de obstáculos en su paso por Bolivia. “Estaba lleno de baches y probablemente fue nuestro tramo más desafiante. Cuando se pone así de difícil, normalmente siempre lo pasamos genial hablando sin sacarnos los cascos. Mientras nos abríamos paso entre los baches, la arena y la tierra, empezamos a hablar de Escandinavia, a decir que sería increíble explorar esa parte del mundo, porque no lo habíamos hecho", apunta el actor trashumante. “Hay una parte tuya que nunca quiere dejar de estar en la ruta. Es una auténtica huida y una aventura”, agrega McGregor.
-¿Qué buscaron particularmente en este viaje?
Ewan McGregor: -Nunca había estado en esta parte del mundo y cada vez que lo planeamos hacemos una lista de lugares a donde ir sí o sí. Y ya sabemos que eso nunca salen bien del todo. Como cuando me accidenté en Suecia. Estábamos cerca de un puente -no es el de la serie Bron/Broen, ese vino después-, y nuestro cameraman pidió que nos detuviéramos. En fin, derrapé y quise volver al camino, pero mi moto tenía una idea diferente. Es muy vergonzoso cuando te caés de la moto: te sentís mal por vos y por el vehículo. Fue un momento terrible, pero en realidad solo se había chamuscado una de las luces. Lo bueno fue que gracias a ello conocimos un increíble club motoquero cerca de Malmo. Grandes personas.
Charley Boorman: -Creo que la idea era hacer como un loop porque no queríamos volver por el mismo lugar por el que habíamos comenzado. Ahí empezamos a trazar todo lo que podíamos hacer en estos países. Pero lo espontáneo siempre gana. Desde un comienzo pensé que íbamos a tener la chance de ver las auroras boreales y en el medio del viaje caí que no íbamos a viajar de noche porque para la fecha del rodaje en los países nórdicos casi siempre tenés luz.
E.M.: -En cierta forma, fue nuestro viaje más simple por el terreno. No es que estábamos vagando en un monte etíope o por caminos de ripio en el norte de Kenia. Era Europa, así que nos la complicamos un poco nosotros mismos (se ríe).
-En el primer capítulo mencionás que cuando estás en un set sentís que todo está predeterminado y que montar una moto le permite recuperar el control de vos mismo. ¿Eso se ha vuelto más importante con el paso de los años?
E.M.: -Creo que es sólo una consecuencia de hacer películas. Es como una máquina, es como un ejercicio militar, ¿no? Está el catering, está el maquillaje, están las luces, está el set. Cuando tenés que desplazarte, es una hazaña logística, y es increíble que todo se concrete día tras día. Pero eso nos afecta a nosotros, los actores. Todo está bastante reglamentado. Te recogen a esta hora. Tenés que rodar estas escenas por la mañana. Podés rodar estas escenas por la tarde. Esta pasión por las motos empezó después de El gran pez, antes de que hiciéramos Long Way Round. Estaba filmando en Alabama y ni siquiera tenía casa en Los Angeles, pero decidí que quería comprar una moto en Alabama y volver a Los Angeles en ella al terminar. Terminé esa película –que fue increíble de hacer, lo pasé genial–, me subí a la moto y cuatro días después llegué a Los Angeles. Y me encantó. Simplemente me encantó. No tenía un plan. Nunca supe dónde me hospedaría, pero en Estados Unidos es muy fácil, porque hay moteles por todas partes. Me encantó el ritmo. Y está la autonomía, uno decide todo por sí mismo. Y en nuestro caso, juntos. Charlie y yo decidimos dónde paramos y qué vamos a ver. Obviamente, lo hacemos con la ayuda de nuestros productores y nuestro equipo, que nos dan ideas de cosas que podríamos visitar y ver.
-¿Cómo eligen la música de la serie y las canciones que cada uno escucha mientras conducen?
E.M.: -En parte surge de lo que escuchamos durante el viaje. Llevamos auriculares en los cascos, por lo que podemos escuchar música. No siempre, pero a veces sí. A veces hay una canción o un artista nuevo que se te viene a la mente cuando estás en un pueblo o escuchas algo. Y luego tenemos investigadores que buscan música local en los lugares que hemos visitado. Es una especie de culminación de todo eso. Cuando estábamos en algún lugar de Noruega mi esposa (la actriz Mary Elizabeth Winstead) me envió un mensaje con una canción que le gusta mucho a mi hijo. Era una canción de Chappell Roan, de quien yo nunca había oído hablar. Y ahora ella es una estrella. La escuché en mis auriculares durante unas semanas o meses. Su álbum debut es impresionante.
C.B.: -Para mí el tema de Stereophonics que identifica al programa sigue siendo un himno. Los fuimos a ver y en el backstage empezamos a hablar de cuanto nos gustaría de que musicalizaran nuestra apertura. Ese tema para mí es un sinónimo de la serie.
E.M.: -Kelly Jones es un tipo increíble.
-¿La palabra “home” en el título de la serie alude a que este es el último viaje que harán juntos?
E.M.: -Puede que sí, pero no lo creo. Literalmente, la premisa al principio era ir de mi casa a la de Charlie y de mi casa en Escocia a la de Charlie en Inglaterra, obviamente siguiendo el camino más largo. Pensamos en otros nombres. Siempre se barajó este nombre y no me convenció del todo hasta que decidí que cuando llegáramos a casa de Charlie, volvería a mi hogar al día siguiente. De ese modo, se completa el ciclo para ambos: él se va a su hogar y yo también. Así que de repente empezó a sentirse de esa manera. Pero no lo creo. No diría que este es el final del camino. O sea, nunca se sabe, pero no lo creo.
-¿Este programa ha sido una manera de documentar su amistad a través de los años?
C.B.: -Ya lo dijimos, este va a ser nuestro último viaje. Cada uno por su lado.
E.M.: -En realidad nunca nos soportamos tanto (risas). Fuera de broma, tenemos una relación única. Hemos viajado por todo el mundo en moto, en momentos buenos y momentos malos, con altibajos, con mal tiempo, con terrenos difíciles, caídas, lesiones. Es una experiencia increíble para compartir con tu mejor amigo. Y no tengo esa conexión con nadie más que con él.