No me puedo olvidar en ese recorrido del cine español que nos llegó a partir de los 70 y 80 como Solos en la madrugada, La colmena, El viaje a ninguna parte con el magnífico e inolvidable Fernando Fernán Gómez, Los santos inocentes con el gran Paco Rabal y el intenso e inmenso Antonio Landa, o films con el inolvidable y querido Jose Luis López Vázquez. Y un poco más atrás la suerte de conocer a Buñuel o el cine de Bergman.

Como no voy a estar feliz de mis 70 años, por más que no tengo wasaap ni sepa como se usa y tener ahora, recién ahora, un celular con el que apenas puedo aprender a enviar algunos pocos mensajes y molestar como me gusta a mis amigos más queridos (porque para eso están los amigos) o manejar a los ponchazos como ahora esta máquina con la que escribo, si fui contemporáneo y pude ver y escuchar a Pugliese y a Troilo, si también soy contemporáneo de Los Beatles a los que descubrí a mis 13 años y también lo soy de Bob Dylan y de Chico Buarque, de escuchar a Edmundo Rivero y ver a Chales Aznavour en Rosario Central, de escuchar a Goyeneche y Frank Sinatra y ver en los carnavales de Gimnasia Esgrima a Johny Holliday, de descubrir a los 15 años a Piazzolla y a Tarrago Ros ( el padre), de emocionarme con la voz y la trompeta de Louis Armstrong, si pude escuchar el piano de Horacio Salgán a veces acompañado por la guitarra de Ubaldo de Lío, si vi a Atahualpa Yupanqui y crecí con Vinicius de Moraes, si conocí a Caetano, vi en el Cine Real a Los Olimareños y los conocí a Zitarrosa y a Charly, si lo seguí al Sabalero José Carbajal, al gran Aníbal Sampayo y a la doliente Edith Piaf, a la incomparable Mercedes Sosa, a la irrepetible Violeta Parra, al Turco Cafrune. 

Si desde los 16 o 17 años hago camino al andar con Serrat, si pude comprarme los discos de Paco Ibañez, si por tener 70 pude ver boxear a Pascual Pérez. Si me enteré que ganó el campeonato mundial por un cartel con lamparitas que titilaban y pasaban noticias. Un cartel que cruzaba la calle Córdoba a la altura de La Favorita. Si gracias a la edad que tengo los vi pelear a Nicolino, chaplinesco, esquivando trompadas en el centro del ring o contra las cuerdas, mientras le guiñaba un ojo a algún relator de radio y le decía “no me tocó”. Lo vi a Monzón cuando lo destruyó a Benvenutti, si pude ver a Clay en directo por TV. 

Si vi jugar a Ermindo Onego, a Ernesto Grillo, a Amadeo Carrizo y a Loco Gatti cuando atajaba en Atlanta y antes de él a Errea, un adelantado en el puesto. Si vi jugar a Luis Artime ( el padre), al extraordinario Gitano Juárez en Central, si vi gritar en el medio de la cancha a Pipo Rossi. Vi a Angel Rojas y al Cabezón Sívori, a Bernao, a Perfumo y Marzolini ( el mejor 3 en el mundial del 66 en Inglaterra), si vi a Rafael Albrecht y a Johan Cruyf y al Kaiser Bekenbauer, y a Zico, si vi un gol del Flaco Menotti desde el medio de la cancha al gran Amadeo en la vieja cancha de Central. Pude ver a Kempes, al Gran Diego Maradona y a Alfredo Distefano en los informativos del Cine Heraldo, y en la cancha de Boca vi la final de la copa América con Pelé y el Santos. Si vi jugar al basket al Beto Cabrera y a Ricardo Alix, cómo no voy a estar feliz de los 70 si crecí con esta gente, si tuve la suerte de conocerlos, de seguirlos, de quererlos. 

Y ahora estos años me regalan la inmensa posibilidad y alegría de poder ver a Messi a Ginobile, al Chapu Nocione, a Luis Scola y a toda la generación dorada. De ver y conocer al único e irreemplazable León Najnudel. Todo esto me dan los años de vida, de haber nacido en el medio de este siglo. A pesar de todo y de todos, de los golpes militares y los golpes civiles, a pesar de que mi anarquismo de izquierda se vea ahora avasallado por un anarquismo de derecha fascista que no se qué carajo es. Perdón, si se. A pesar de todo, esta alegría de tener estos años y poder vivido lo que viví no me la quita ni lo que el mercado mande, ni el valor del dólar, ni la prepotencia y el oscurantismo del gobierno de turno. Esto es mio, de ahora y para siempre.

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