El máximo tribunal de la Provincia de Buenos Aires, que actualmente encabeza Hilda Kogan e integran Sergio Torres y Daniel Soria, viene interviniendo de manera informal desde la semana pasada. Ya el viernes le transmitieron su enojo a los jueces de San Isidro, pero al ver las imágenes durante el fin de semana y, sobre todo, después de la presentación de los fiscales Patricio Ferrari y Cosme Iribarren, coordinados por el fiscal general John Broyad, el tono de los mensajes se hizo más categórico. Tanto en la Corte como en la Casación primó la idea de que todo el juicio estaba contaminado porque el documental adelantaba de manera tácita la condena a por lo menos tres imputados: el médico Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz. El tono del trailer ya era condenatorio y los textos del guion resultaban incompatibles con una absolución. O sea, que Makintach se movía sin imparcialidad y mintió en forma reiterada diciendo que no tenía vínculo con la producción. Además de todo, en lo que se vio hasta ahora, era impropio cómo la jueza aparecía en el papel de vedette, heroína del caso. 

En las cinco páginas de la resolución de la Corte se habla de “graves irregularidades”; “probanza de la gravedad de los hechos allí investigados, lo que denotaría el incumplimiento de los deberes que podrían comprometer a la magistrada en distintas esferas de responsabilidad”. Todas las referencias son a la causa que se inició la semana pasada como “averiguación de delito” en base a que se descubrió a dos personas que filmaban las audiencias. La denuncia la hizo el abogado de Luque, Julio Rivas. El expediente quedó en manos de tres fiscales: Carolina Asprella, Cecilia Chaieb y José Armallo, también coordinados por Broyad, que en cinco días descubrieron dos trailers, el crudo de numerosas imágenes y el guion de seis capítulos de 30 minutos cada uno. Todo produjo una enorme indignación entre los abogados de los acusados y los abogados de los querellantes, en especial cuando se conocieron hasta las versiones en inglés de una especie de primer capítulo. Toda una producción, con Makintach como superestrella y en el tono que ya daba por hecho la condena.

Con todo a la vista, la Corte dispuso que “para garantizar la efectividad de la investigación y de las causas en trámite, como así también la confianza de la ciudadanía, se dispone el otorgamiento de una licencia por el término de 90 días de la doctora Julieta Makintach”. En rigor, la jueza no volverá a su cargo hasta que se haga el jury de enjuiciamiento, lo que podría tardar muchos meses. Es decir, que le irán renovando la suspensión todas las veces que sea necesario. Y en el camino, es altamente posible que presente la renuncia, como ya sucedió en otros casos, con lo que supuestamente evitaría la destitución. En ese punto, suele haber discrepancias. Están los que piensan que no se debe aceptar la renuncia (ni en este caso ni en ningún otro en el que hubiera irregularidades o delitos), que el jury se debe hacer y que la destitución tiene que concretarse. Otros creen que aceptar la renuncia es un camino más rápido. En cualquiera de las dos alternativas, Makintach se quedará sin fueros y expuesta a que se le impute un delito, si es que cometió alguno. Habrá que ver qué surge de la investigación de los fiscales: por ahora parece haber conducta impropia, indecorosa, o como lo pone la misma Corte “inconciliable con el decoro y la prudencia que impone apego a la juricidad, contrastando abiertamente con el desempeño responsable”. La mayoría de los magistrados de San Isidro piensan que ella no cobró por el documental: lo hizo por vanidad (algo que se exhibe de forma descomunal en las imágenes) y porque quería ser una especie de celebridad, invitada a congresos internacionales referidos a delitos por omisión, o sea delitos comentidos por no hacer algo, en este caso la atención a Maradona. 

Por de pronto, llegada la resolución de la suspensión a San Isidro no hubo forma de localizar a la jueza, que incluso dejó su camioneta Ford Ecosport blanca en el estacionamiento del edificio de los Tribunales. Los funcionarios la notificarán en su domicilio, en un barrio cerrado, sea como fuera, este jueves.

La jornada estará concentrada en lo que decidan los dos jueces que quedaron a cargo del juicio por la muerte de Maradona: Maximiliano Savarino y Verónica Di Tommaso. Ambos magistrados harán el anuncio a las 12, aunque parece cantado que aceptarán la recusación y el hecho de que no pueden continuar con un juicio que está viciado. Si Savarino y Di Tommaso no tomaran esa decisión, habrá apelaciones y, tanto la Casación como la Corte serán contundentes en que lo hecho en las audiencias del juicio oral --incluyendo la audiencia previa-- es nulo. Insalvablemente nulo.

Para todos los protagonistas, es un mensaje evidente que la Corte suspendió a Makintach en la víspera del anuncio de los otros dos jueces. El máximo tribunal podría haber esperado al lunes, pero no lo hizo porque quería mandar un mensaje claro, nítido, de absoluta dureza. Los otros dos jueces tendrán que tomar nota.

Así las cosas, habrá que sortear tres nuevos jueces, hacer la audiencia previa, decidir sobre testigos (tal vez un listado más acotado) y pruebas documentales del nuevo juicio. Tras ello, se fijará fecha para el inicio. No faltan los que consideran que debería aprovecharse la oportunidad para mostrar otra actitud del Poder Judicial: realizarlo en la feria de enero y trabajando de lunes a viernes. Es improbable, pero no imposible. 

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