El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, mostró su indignación ante la insensibilidad del Gobierno para con las personas con discapacidad y los trabajadores del Hospital Garrahan.
El editorial de Víctor Hugo Morales
En las plataformas hay una película que se llama Perdona nuestras ofensas. Dura 15 minutos. En ella, los nazis persiguen a un niño con discapacidad para matarlo. Como mataron a 300.000 personas con discapacidad.
En quince minutos está la historia de un régimen. El problema, y lo dice la película en el comienzo en un determinado momento, es lo que cuestan al gobierno. Ese gasto inútil en quienes no están en capacidad para devolver la inversión. Como le dijo el funcionario de ANDIS, Diego Spagnuolo, a la mamá de un niño autista: No es culpa del Estado que su hijo tenga una discapacidad. Lo cual podría discutirse, pero lo voy a dejar ahí para poder seguir.
Los nuevos nazis del mundo, del tipo Milei y cada uno de sus funcionarios sin excepción, y de cada uno de sus votantes, sin excepción, tienen la trágica discapacidad de la falta de sensibilidad. Enfermos de utilitarismo, carentes de empatía con lo humano y, al mismo tiempo, serviles de amos que se benefician con su trabajo.
Por todo eso corren detrás de un niño, de una persona con discapacidad, como en la película. Persiguen al que va en silla de ruedas, le patean la muleta a quien le falta una pierna. Dejan a un ciego sin ayuda para cruzar la calle, porque el tiempo es oro y no lo pueden perder.
Milei y sus muchachos y muchachas —del tipo Pettovello, este Lugones, el Spagnuolo ese, el cínico de la familia que viene a ser Adorni— persiguen a los discapacitados, a las personas con discapacidad, y los sacan de la tapa de los diarios. Los empujan a las páginas de adentro de Clarín, de la mafia, que los ignora. No están en tapa ni ayer, ni hoy. Nunca. No importan, y eso ayuda, por supuesto, a todo este sistema tan perverso. Los matan de desinformación, herramienta fascista por excelencia.
Son los mismos que en el Garrahan no ven niños peleando por sus vidas entre médicos y enfermeros, que a su vez enferman de dolor en cada caso hasta salvar a esos niños. O no. Imaginemos al Garrahan. ¿Qué vemos? Nunca entramos al Garrahan, ¿qué vemos? Alguna vez caminamos por el Garrahan, ¿qué recordamos? Niños vemos, camas con niños, niños enfermos, niños que pueden morir mañana, esta noche. ¿Qué vemos? Padres angustiados, impotentes, esperando la llegada del médico, hablando en todas las oficinas de su problema y sus necesidades. Vemos eso, ¿verdad?
¿Qué ven los nazis de Milei? Ven ñoquis. Ven gente que se prepara toda la vida para salvar a nuestros hijos, pero sin embargo, son ñoquis.
¿Cuántos hacen falta para salvar a un niño?, se preguntan. ¿Los médicos no pueden hacer de istrativos entre cama y cama? ¡Qué tanto lío! Le pedimos a Milei y a toda esa banda: Perdona nuestras ofensas y que Dios te lo pague.