Mrenlo
al muy cretino. Se vino a la manifestacin con su BMW. Adelante,
l y su mujer. Atrs, los dos pibes que se asoman por la
ventanilla y hacen muecas idiotas. Es de noche y est clido.
Toda la gente viene caminando por Santa Fe hacia el centro. Plaza de Mayo
es el objetivo. Son las diez y est lindo para caminar y gritar
injurias contra el estado de sitio. Sobre todo una, una buena y contundente
injuria: que se lo metan en el culo. Es el 19 de diciembre de 2001.
Detrs del cretino del BMW viene otro con un Peugeot. Andan cerca
del cordn, como si fueran buena gente y no quisieran aplastar
a nadie, a ninguno de los nabos que caminan por ah, cansndose.
De pronto, el colmo. El del Peugeot le toca bocina al del BMW. Que se
apure. El del BMW le toca bocina a la gente. Que dejen pasar. Perme,
le digo a mi mujer y lo encaro al tipo, bronceadito, con el antebrazo
izquierdo fuera de la ventanilla, manejando con una sola mano, muy dueo
de su auto, de la calle y por qu no del mundo. Oiga, a una
manifestacin no se viene en coche, le digo. Y le digo manifestacin
y no movilizacin popular para que me entienda o para
que no grite Socorro, un montonero. El tipo me mira con cara
de no haber entendido. Dej el coche en alguna parte y camin
con el resto de la gente. Dejar el coche en medio
de este despelote?, se asombra. O me lo rompen o me lo afanan.
Y sigui noms. El corralito le haba despertado
cierta conciencia social que alcanzaba hasta el exacto punto de sacar
el coche, cargar a la mujer y a los pibes y mezclarse con la gilada caminante.
Era un ahorrista. Luego pasara a engrosar las filas combativas
de Nito Artaza. Y luego se ira a su casa y se quedara
ah, con su mujer, los pibes, el auto en la cochera y los ahorros
recuperados. Y, para l, una vez ms, se acab el
pas.
Tuve, esa noche, otra imagen de la democracia. Llegu a la Plaza
y encontr a Lilia Ferreyra. Estaba tan, tan contenta. Y si no
estaba as fue as como la vi yo y acaso como quera
verla. Nos abrazamos. Se besaron con mi mujer. Nos remos con lo
del estado de sitio. Alguien dijo que todos ah, esa noche,
en la Plaza estbamos para sealarle al poder el perfecto
sitio donde meterse el estado de sitio, ese sitio era el culo, les gustara
o no tenerlo ah; en cualquiera de los dos casos, no era el lugar
donde queran tenerlo. El Estado lo queran ellos y el sitio
lo exigan para nosotros. El sitio era, otra vez, nuestra casa.
El lugar donde el poder nos quiere. De casa al trabajo. Del trabajo a
casa. Felices Pascuas. La casa est en orden. La casa radical.
El peronismo es comer tallarines los domingos con la vieja. La familia
es la clula de la sociedad. La familia se rene en la casa,
que es su santuario. Los polticos se quedan con el Estado. Y los
banqueros con los Bancos, con la Bolsa, con el Mercado, con todo. Nosotros,
en casa, miramos la tele o navegamos en Internet.
Nos despedimos de Lilia. Buscamos la vereda, nos sentamos un rato en el
cordn, nos tomamos un par de cervezas y entonces hubo un estallido
infinito en la Plaza. Nos paramos y los ojos no alcanzan para ver tanto
ruido, porque ese ruido se ve, se oye y se ve porque uno ve a los protagonistas
del ruido. Son todos esos argentinos hartos de tanta mafia, de tanto robo,
de tanta impunidad, de tanto hijo de perra suelto, de tanto descarado
insolente, fanfarrn. Hay msica y belleza en el ruido.
Schoenberg sola decir: A veces encuentro msica en
el corazn del ruido. Y no hay sinfona de Shostakovich
(y escribi quince) en que la orquesta en cierto momento no se
desatine, no se desmadre, no incurra en un estallido incontrolable que
te agarra de los pelos y te revolea el alma o lo que sea y te lleva directamente
al ms all, al vrtigo absoluto, a la dimensin
desconocida, a la locura. As vi esa noche la Plaza de Mayo. Era
una gran orquesta sinfnica. No importa qu pas
despus. Todo nace para decaer y despus morir. Pero algunos
nacimientos son un destello infinito, un clinch con la eternidad. Con
mi mujer, nos miramos. Ms que el amor, esa noche, nos une el ruido,
el escndalo, el desborde, la jubilosa promiscuidad con los otros.
Y nos metemos en el corazn de la Plaza. En el corazn del
ruido. Donde Schoenberg encontraba la msica. Donde todos la encontramos
esa noche. n
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