Corleone presidente Por Juan Ignacio Boido 4v473

La mafia, como la lava, viene de abajo, emerge y llega a la cima para derramarse sobre la superficie, pero no con el incontestable propsito de modificar la geografa de la montaa sino todo lo contrario: para petrificarla.

En su ltimo dilogo antes de morir, Vito Corleone le confiesa a su hijo la inconsolable frustracin que se lleva a la tumba: Nos falt tiempo. Un poco ms. Por eso quise que fueras a la universidad. Para que no dependieras de los cerdos que mandan, para que algn da llegaras a ser alguien: senador Corleone, gobernador Corleone. La respuesta de Michael es solemne y perfecta como las tragedias: Ya vamos a llegar, pap, ya vamos a llegar. El resto de la saga no es ms ni menos que la saga de esa obsesin. Y nunca en su ascenso Michael se muestra tan seguro, tan satisfecho, como en ese momento de El Padrino III en el que, casi limpio, casi en la cima, casi salvado del oprobio de obedecer, le dice a un sobrino un poco tonto: Ya no necesito matones, necesito abogados. Leccin fundamental: uno llega con matones, pero se mantiene con abogados. La mafia, como la lava, viene de abajo, emerge y llega a la cima para derramarse sobre la superficie, pero no con el incontestable propsito de modificar la geografa de una montaa demasiado escarpada sino todo lo contrario: para petrificarla. As nacen los linajes.
Pero... Vctima de la misma materia con que estn hechos sus sueos, Michael Corleone no puede prescindir de los matones. El fin, a veces, no puede prescindir de los medios. Los matones lo hicieron y ahora le exigen su porcin. Para eliminarlos necesita matones, no abogados. Donde no hay ley sino lealtad, el abogado es el camino, pero el matn es el atajo. Son los matones, y no los abogados, los que ejecutan: reclutan, aprietan, eliminan. Pero, sobre todo, son la pieza fundamental del tan parco como ineludible sistema de comunicacin mediante el que negocian las fuerzas que los empujan: son los mensajeros. No hay mafia sin mensaje. El mensajero nunca llama dos veces. Y El Padrino, por supuesto, est lleno de mensajes. Pero no hay mensaje ms eficaz que el que llega como el aire, de la nada: el primero de toda la pelcula: el presidente (de un estudio de Hollywood) no quiere otorgar lo que el Padrino quiere. El presidente no negocia y echa al representante del Padrino de su casa. El presidente se va a dormir. A la maana siguiente, muy temprano, como de la nada, el aire entra levantando las cortinas de la habitacin del presidente. El presidente siente algo raro. Se despierta. El presidente siente que tuvo un sueo hmedo. Tantea entre las sbanas. Es hmedo, pero no fue un sueo. El presidente se mira la mano. El presidente ve sangre. El presidente se toca, pero no se encuentra agujeros. El presidente se destapa. Y ah, reluciente, mensaje rojo y negro sobre sbanas blancas como la rendicin, el presidente encuentra la cabeza cortada de su caballo favorito. El mensajero nunca llama dos veces. El presidente tiene abogados, el Padrino tiene matones. El presidente otorga lo que el Padrino quiere.
Quedar por ver si otro puede llegar a presidente sin despertarse un da con las manos de Pern sobre la almohada.