17 AѠOS
1987 / 2004
La historia como lnea quebrada

Por Susana Viau


Altibajos, ciclotimias, inestabilidades, hoy estamos maana no estamos, de la gloria a Devoto. Podra decirse que en este pas se vive con el corazn en la boca, que no aflojan, no te dan respiro. Argentina no es Suecia, dicen. Pero Suecia qu es? La vida previsible? La seguridad de que maana ser igual a hoy y hoy es la fotografa de lo que ocurri ayer? La conviccin de que la puerta de casa puede quedar abierta y la bici apoyada junto a un rbol sin que a nadie se le ocurra manotearla? O es el volcn apagado que de tanto en tanto estalla de locuras y arroja el cadver de una ministro de Relaciones Exteriores acuchillada en un centro comercial o el de un premier sepultado segn el rito vikingo, despus de haber sido baleado una noche como cualquier otra, a la salida de un cine?
A lo mejor hay que concluir que ninguna sociedad tiene una existencia mesetaria y ese ideal slo existe en pequeas burbujas sostenidas para preservar el capital financiero y el secreto bancario. El resto, cules han sido los aos buenos o las pocas malas, es materia opinable, zona gris, tierra de nadie, as o as, segn la cara del cliente. Y porque nunca llueve al gusto de todos, los ’80 fueron tiempos de desperezamiento democrtico para algunos y de caos y desgobierno para otros, que no se animaron a aorar en pblico la mano dura y la pax romana. Luego, los ’90 fueron prodigiosos para los disconformes de los ’80 y un bao de abyeccin para quienes soaban con un destino ms elevado que el de la paridad cambiaria. Ni qu decir de lo que vendra ms tarde: la renuncia del vicepresidente cay como un blsamo sobre los asqueados de la dcada anterior, hartos de que nunca nadie pusiera en evidencia la esencia instrumental del poder; por el contrario, los protagonistas de la fiesta finisecular lo estigmatizaron como un acto de debilidad enfermiza y caricaturizaron el gesto convirtindolo en huida perpetua.
La revuelta de diciembre de 2001 consagr el imposible acuerdo respecto al arriba y el abajo, al estar en la cresta de la ola o en el fondo del mar. Mientras en las cuevas del microcentro o en las salas de reunin de los directorios se diagnosticaba que el tumulto callejero era el precio a pagar por haber abandonado el dogma y ah estbamos ahora, hundidos hasta el cuello en el descrdito –nunca mejor dicho–, por la calle mucha gente supona que, al revs, la cada se haba detenido y se estaba en camino de regreso al mundo real. Nunca coincidiremos, pues, acerca de la nocin de crisis. Mal que nos pese, los sueos placenteros de unos son pesadillas en las madrugadas de los otros; la felicidad de una parte de la humanidad se edifica sobre la desdicha de la otra media. Pero estaramos fregados si los soadores y los felices fueran siempre los mismos, si la vida no fuera inquietante como es, si la historia no fuera una lnea quebrada.

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