17 AѠOS
1987 / 2004
Marad...


Por Pablo Vignone

123g

El 26 de mayo de 1987, Diego Armando Maradona descansaba reluciente de gloria en la cspide de su carrera deportiva. Menos de un ao atrs se haba consagrado campen del mundo con la Seleccin Argentina en Mxico; el 10 de mayo del ‘87 dio la vuelta olmpica con el Napoli, un equipo de segunda categora que en 60 aos de calcio jams haba logrado el Scudetto. Un mes despus, el 13 de junio, volvi a ganar un ttulo con el Napoli, la Coppa Italia. Nada rozaba por entonces el prestigio del ms grande futbolista del momento y de la historia.
Desde aquel da, cada aniversario de Pgina/12 ha jalonado, lamentablemente, un descenso en la inexorable pendiente que conden al astro al pantanoso presente en el que va sumido, mientras contina fiel a su estilo, gambeteando la tragedia.
Aquellos de la segunda mitad de los ‘80, mientras este proyecto editorial se consolidaba, fueron los aos dorados del pibe de Fiorito, tardes mgicas de ftbol que, paradjicamente, solo un puado de argentinos sigui de cerca, pero que cimentaron definitivamente la condicin simblica del dolo transformado en icono nacional. Los aos en los que Maradona soaba con desempolvarse la Camorra y empezar una nueva vida en Marsella, pero en los que, mientras tanto, ganaba la Copa UEFA justo una semana antes del segundo aniversario de este diario, y el segundo Scudetto del Napoli un mes antes del tercer cumpleaos.
El pasaporte que lo acreditaba como Embajador para Asuntos Deportivos de la Argentina, que Carlos Menem le entreg en junio de 1990 –hace 14 aos– en Italia, jug un papel verdaderamente documental: fue como si en l pudiera consignarse el paso a paso en el despeadero. Mientras Osvaldo Soriano relataba su embobamiento ante la manera en que Diego lo ninguneaba haciendo jueguito con una naranja, y las crnicas de Italia ‘90 acababan en la quema de la bandera en Trigoria, el escndalo que salpicaba al astro aqu y all encontraba ms lugar en estas pginas.
El cuarto aniversario nos encontr unidos pero entristecidos. Exactamente un mes antes, el 26 de abril, se haba disparado el episodio del departamento de la calle Franklin en Caballito. Maradona haba jugado su ltimo partido en el Napoli en marzo, vuelto a Buenos Aires, haba sido descubierto y condenado. Le tocaba ser vctima, sumando centmetros de saa.
La pendiente se aceleraba con el aburrimiento y la inactividad. Para el quinto aniversario, Diego haba comprado a Charles en 2,5 millones de dlares para cedrselo a Boca, y desafiaba a la FIFA jugando un amistoso a beneficio de la familia de Juan Gilberto Funes, y la multinacional del ftbol se desgaitaba amenazando con suspender a los que jugaran con Maradona...
Pero el astro, como el pas-fnix, siempre ha regresado de sus cenizas, un retorno circular, como lo han comprobado en su piel los cronistas de la Suizo-Argentina. Aquel sexto aniversario de 1993 se cruz con Maradona jugando en el Sevilla, preparando su bronca con Bilardo y su romance con Basile, renovando esa identificacin entre Diego y la Seleccin, tan fuerte que todo el equipo decida, en mayo de 1994, no viajar a jugar a Japn porque a Diego no le daban la visa para entrar, a causa de su adiccin.
En un ao, del siete al ocho, pas de todo, como en un ardoroso picado de barrio: le cortaron las piernas, se hizo entrenador de Racing, renunci cuando Juan Di Stfano perdi las elecciones. Diego volva a volver, aunque el descenso en espiral fuera irrefrenable. Y volvi a Boca para el noveno aniversario, y estuvo dndole en el dcimo, hasta que una tarde el Bambino Veira le pidi a Juan Romn Riquelme que se preparara para entrar, en la cancha de River, a reemplazar al dolo. Y no volvi ms.
Lo dems pertenece a una mala crnica policial. La pelea pblica con arella, la poca de la vincha, Punta del Este, el cumpleaos nmero 13 en La Pradera, el divorcio de Claudia y el de Guillote, la Suizo. Pero todava est. Para joderles la existencia a unos cuantos, frgidos futbolistas que lo juzgan como si fuera un criminal ms deleznable que los que se robaron chicos y tomaron la vida de otros.
Y seguiremos escribiendo en los aniversarios.