17 AѠOS
1987 / 2004
La Patria histrica

Por Sergio Moreno

Arriba y abajo. Excitacin, depresin. Suiza, Uganda. Capital, conurbano. Up, down. La Argentina parece tener el sndrome de los extremos, y los argentinos con ella. Una Patria histrica que nos acerca al abismo y nos eleva hasta el cielo una vez cada –por cifrar el portento– diez aos. As ha venido ocurriendo desde el nacimiento de este diario, desde la recuperacin de la democracia, desde principios del siglo que se fue hace cuatro aos. Podemos decir, que este subibaja nos ha venido afectando a lo largo de la historia moderna de la Nacin.
Por qu ocurre esto? Acaso nos gusta? Acaso no podemos, los que habitamos bajo este cielo, hacerlo de otra forma, con menos barquinazos? Necesitamos esa descarga adrenalnica que generan los sacudones aun a costa de que obtenerla nos cueste la vida?
Torcuato Di Tella –cuando no anda ninguneando un montn de cosas importantes que l considera sin importancia, transformndose en uno de los funcionarios ms leves de esta istracin– ha sabido decir que la historia de la Patria no es ms que la historia de la puja de poder entre los sectores reaccionarios y el campo popular, brega en la que por lo general se han impuesto los grupos ms conservadores. Es, si se quiere, una explicacin. Se entenderan, de esa manera, un sinnmero de fenmenos sociales y polticos que nos han ocurrido, tales como golpes de Estado, masacres, saqueos, bombardeos, conquistas sociales, el crecimiento del Estado y su posterior destruccin, la incorporacin de las clases ms bajas a la toma de decisin poltica y su posterior desaparicin, y as.
Un fenmeno ltimo y novedoso, que no escapa a esta dialctica que explicara el subibaja, merece un poco ms de atencin. Cuando esos sectores conservadores se haban hecho con la Patria, cuando pareca que su discurso haba fraguado en el convencimiento de los ciudadanos, hasta de los ms desposedos, cuando el mensaje neoliberal estaba asentndose en los estratos ms profundos de la sociedad, su golem, por su naturaleza, porque no puede ser de otra forma en un pas subdesarrollado pero con historia de rebelda, estall en la cara de sus demiurgos y de sus ejecutores. Diciembre de 2001 fue la explosin de un plan impuesto por esos grupos conservadores de la mano de un caudillo populista y demaggico, con natural inclinacin hacia los ricos y la injusticia. Esa vez, si se quiere, explot –ms all de la clase media que sali con sus cacerolas a quejarse por la exaccin de sus ahorros– la criatura, la creacin de esa elite de saqueadores que imaginaron poder tomar su libra de carne aun cuando el cuerpo no tuviese ms. El “modelo”, perverso sistema que enriqueci a pocos y empuj a la mayora al inframundo de la pobreza y la indigencia, explot: el escorpin pic a la rana en medio del ro y rana y escorpin murieron ahogados en medio de preguntas existenciales.
Sin embargo, no se podra decir que han muerto o, cuando menos, que no hayan dejado cra, en especial la alimaa.
Dnde est la Argentina, ahora? En qu parte de la lnea quebrada del subibaja? Podramos decir que el camino es cuesta arriba, y que, paulatina, tibia y lentamente, se ha comenzado a subirlo, con esfuerzo, sufrimiento y sin saber si llegaremos a la meta.
En estos 17 aos –que son casi los 21 aos de la recuperacin democrtica–, hemos participado de este perverso juego de montaa rusa: por la alegra de recuperar la democracia, tuvimos a los carapintadas; por el Juicio a Juntas militares, las leyes de impunidad y los indultos; porque con la democracia se come y se educa, la economa de guerra; por el Plan Austral, la hiperinflacin; por la estabilidad, la corrupcin; por los viajes al exterior, la convertibilidad; por ser modelo del mundo, la pobreza y la exclusin; por votar cada dos aos, la irrepresentatividad poltica. Y siguen las alternancias. Este destino binario, de s-no, de uno-cero, crea un matrix donde seguimos viviendo con mayor o menor conciencia de la inminencia de estos padeceres. Ocurre que la carencia de evocaciones, de ejercicio por la memoria y, por tanto, por la previsin, hace que gran parte, si no la mayora, de los argentinos se eche a gritar y a quejarse ya bien comenzado el descenso por el tobogn.
Esta Patria histrica ha sido en los ltimos 21 aos cincelada por sus protagonistas, hombres comunes que eligieron a sus gobernantes –ms o menos comunes cuando fueron electos– y que gobernaron de la manera menos comn para lograr la felicidad de sus mandantes.
As, el fenmeno histrico-binario logr despolitizar a la sociedad de una manera asombrosa y, a la vez, cambiar la lucha poltica por la indignacin. Ah estamos ahora, en nuestra Patria histrica, buscando un psicoanlisis que cuadre.

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