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“Ah... sos de Pgina” |
Por Nora Veiras
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Me sorprendi...
Est bien, pero no le doy ms de tres meses.
Lapidario, un editor del “gran diario argentino”
evaluaba y pronosticaba as el presente y futuro de ese
nuevo matutino que haba empezado a hacer cosquillas
en los quioscos. Pgina/12 irrumpi en una sociedad
ilusionada con el retorno a la democracia y ya decepcionada
por el “Felices Pascuas”. Armonizaba en un equilibrio
imposible a militantes de las distintas sectas de los 70
con jvenes formados en el secundario y la universidad
de la dictadura. Todos s compartan la ilusin
de hacer algo distinto. “Vamos a decir todo lo que los
otros no se atreven a publicar”, fue la consigna original.
A lo largo de diecisiete aos, el todo o nada del “serrucho”
de la Argentina alter el filo de una hoja que, por suerte,
siempre se vuelve a afilar.
“Ah... sos de Pgina” era la muletilla que
preceda cada presentacin en esos aos
iniciales. Desconfianza y atraccin se combinaban en
aquellos que tenan que dar informacin y ms
an en aquellos a los que se les requera informacin.
“Esto es para Pgina”, repetan los
colegas que compartan como lectores el entusiasmo de
ese diario que se disputaban en las redacciones. Poco a poco
fue ganando un espacio y definiendo un estilo de hacer periodismo.
Se inauguraba una etapa de continuidad democrtica indita.
El periodismo tambin tena que encontrar su lugar,
explorar los lmites en un juego donde convivan
viejos y nuevos protagonistas de una obra cargada de odios y
amores.
Se tejieron leyendas de todo tipo. Quin hace
los ttulos de tapa?, era la pregunta obligada. Cuando
se responda: “Jorge Lanata (ex director) y Ernesto
Tiffenberg (actual director)”, el desencanto transformaba
los rostros. “Ests seguro? A m
me dijeron que hay un equipo de publicistas...” Era casi
imposible explicarles que era slo fruto del talento
y la precariedad.
Con el riesgo de caer en el cinismo, se puede decir que lo peor
que le pas a la Argentina fue lo mejor que le pas
a Pgina. S: Carlos Menem pareca el presidente
soado para la crtica que sustentaba el/al diario.
El desparpajo en el ejercicio del poder, el derroche de l
y sus secuaces, la impunidad, el travestismo de sus supuestas
convicciones. La crnica era la mejor arma para mostrar
la crudeza de la noticia. Calificar hubiera sido exagerar la
tragedia. Lo que no fue exagerar fue investigar: frente a un
gobierno que haba convertido la Justicia en un coto
de caza, la prensa se erigi en un lugar de denuncia.
Muchas veces cay en la tentacin de excederse
en sus atribuciones, pero siempre sirvi para sacar mscaras
y alertar. La frustracin estaba en la falta de condena
real para los verdaderos culpables.
Como en la vida, los periodistas y los lectores fueron alternando
complicidades y repudios con ese medio que los reflejaba y con
el que tambin se peleaban. Tras diez aos y medio
de doble mandato de Menem, naci un pas contrahecho.
Las injusticias son tantas que duele el solo nombrarlas. La
ilusin de la Alianza dur nada y el peronismo
volvi al poder.
Pero esta vez “el movimiento” parece inclinado hacia
el otro lado. Habr que ver. Siendo desconfiado, se podra
pensar que quizs, por instinto de preservacin,
el propio sistema est dispuesto, esta vez, a cambiar.
El vrtigo de la Argentina es tal que cualquier pronstico
es a priori falso. Pgina seguir conviviendo
en ese vrtigo, y los lectores, esperamos, seguirn
pelendose y reconcilindose con un diario que,
como deca su ex director, “es lo ms independiente
que puede para subsistir en el mercado”.
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