Según Boaventura de Sousa Santos (Página/12, del 30 de diciembre pasado), los Estados Unidos están pergeñando una nueva guerra frÃa que tiene su epicentro en Ucrania, y que involucra enfrentamientos con Rusia y en cierta medida con China. Según este autor, elementos de esta guerra pueden modificar radicalmente las tendencias actuales de la polÃtica mundial. En su análisis, el gobierno de los Estados Unidos ha establecido un acuerdo con Arabia Saudita que comprende una polÃtica deliberada de baja de los precios del petróleo a cambio del mantenimiento del dólar como moneda central en las operaciones de compraventa de petróleo. Y que esta baja tiene como mira la economÃa rusa, y subsidiariamente otras economÃas un tanto hostiles, como Irán, Venezuela y Ecuador. Por cierto para Rusia, que depende significativamente de sus exportaciones de petróleo, la caÃda de ese precio tiene efectos importantes en su economÃa interna. Como contrapartida están los arreglos de China con Rusia para sustituir al dólar en sus intercambios comerciales. Asimismo está la serie de propuestas para que muchos paÃses sustituyan sus tenencias de tÃtulos estadounidenses por otras monedas. Pero un dato importante a considerar es que, según Boaventura, los âexpertosâ que ven en la venta de deuda una actitud hostil hacia los Estados Unidos son los mismos que aconsejan a los inversores estadounidenses proceder de la misma manera, es decir, deshacerse de los tÃtulos públicos, comprar oro e invertir en bienes sin los cuales los seres humanos no pueden vivir: tierra, agua, alimentos, recursos naturales, energÃa. 6d6e5y
Los consejos de los âexpertosâ a que hace referencia Boaventura tienen como mira la rentabilidad de las inversiones en la explotación de los recursos naturales, que aumentaron significativamente en años recientes. Tan es asà que muchos autores consideran que se ha abierto una nueva etapa en el de-sarrollo del capitalismo mundial, la etapa de la hegemonÃa del extractivismo, en la que el grueso de estas inversiones en la explotación de los recursos naturales es realizado por empresas transnacionales.
¿Podemos esperar que sean estos inversores los que se han de preocupar por el cuidado de los recursos naturales y del medio ambiente tan importantes para el bienestar de los paÃses involucrados e incluso la supervivencia de la humanidad? ¿No es de extrañar que estas propuestas no necesariamente condigan con el bien común, siendo ampliamente rechazadas por movimientos sociales que defienden la naturaleza, la democracia y la soberanÃa nacional?
Al abordar esta problemática en América latina generalmente se hace referencia a la productividad (rentabilidad) de las inversiones de capital, no a sus efectos externos, daños colaterales que generan o deseconomÃas externas. Controlar estos factores, evitar la depredación y contaminación del agua, la deforestación masiva, el malcomer en la sociedad y otros males, son actividades que se encomiendan presumiblemente a los estados nacionales.
No cabe duda de que a partir de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner hubo importantes cambios en las polÃticas económicas y sociales con relación a las que fueron aplicadas durante el neoliberalismo. Sin embargo, en el debate sobre las polÃticas económicas que forman parte de la presente campaña electoral brilla por su ausencia una perspectiva crÃtica sobre el impacto del extractivismo en nuestro paÃs. Por una parte, el oficialismo siguió impulsando y aprobando en el Congreso Nacional, en legislaturas provinciales, y mediante resoluciones que adoptan muchos gobernadores, normas, medidas y leyes que favorecen a determinadas empresas y sectores que tienen que ver con la explotación de los recursos naturales. Tampoco la oposición presenta argumentos sustanciales âsalvo algunas excepcionesâ que avalen un rechazo contundente del extractivismo. ParecerÃa que se quiere soslayar una temática que puede ser irritativa tanto para el oficialismo como para la oposición.
Sin embargo, si consideramos la serie de proyectos y propuestas de inversión que han sido elaborados y aprobados, y que habrán de incidir sobre el perfil de la estructura productiva y social de nuestro paÃs en el futuro, el extractivismo ocupa un lugar importantÃsimo. Tanto el fracking que se proyecta para la producción hidrocarburÃfera como el impulso dado a la megaminerÃa metalÃfera en numerosas provincias, asà como el objetivo manifiesto de seguir impulsando contra viento y marea al agronegocio fundamentalmente sojero, y ahora también maicero, son todos elementos que hacen presumir que efectivamente en nuestro paÃs se está impulsando la creciente reprimarización de la economÃa. Son muy escasas las perspectivas crÃticas que se hacen sobre esta temática, quizá porque se tiende a considerarla un tema menor, impulsado exclusivamente por el âambientalismoâ.
No cabe duda de que el extractivismo está muy presente en el panorama mundial. Las preguntas que surgen son: ¿cómo ha de incidir en el orden económico interno de nuestro paÃs?, ¿cómo cuidar nuestros recursos naturales, cuando ese extractivismo es y ha sido inherente a la colonialidad del poder que ejercen los poderes imperiales y empresas transnacionales que responden a sus intereses?
Todo ello preocupa precisamente porque las medidas adoptadas en nuestro paÃs y en America latina no significan una defensa de los recursos naturales, incluyendo el agua, la tierra, los alimentos, la energÃa. El extractivismo impulsado se basa en un modelo de desarrollo que privilegia economÃas a escala de producción, grandes empresas transnacionales, un perfil netamente exportador en detrimento de los recursos naturales preexistente y una variedad de lo que los economistas denominan deseconomÃas externas, incluyendo problemas sociales y ambientales como la contaminación del agua, del aire, de la tierra, deforestación masiva, fumigaciones indiscriminadas y deterioros que se extienden más allá de los propiamente productivos, como ser la alimentación. En definitiva, lo que deberÃa debatirse son otras perspectivas y modelos que superen ampliamente estos trances actuales que involucra el extractivismo.
* Economista. Profesor de la UBA, investigador del Conicet.
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