No es simple correlacionar la dotación de tierra con el desarrollo industrial. Adam Smith sostenÃa apodÃcticamente que en una economÃa, librada a sus fuerzas espontáneas, el desarrollo agrario debÃa preceder al industrial. En paÃses densamente poblados, como los europeos, el desarrollo agrario siguió al crecimiento demográfico, y muchas veces perdió la carrera y resultó insuficiente para alimentar a todos. En paÃses escasamente poblados, como la Argentina, el desarrollo agrario siguió a la demanda internacional. El enorme potencial argentino para generar saldos agropecuarios exportables permitió a los propietarios del suelo conseguir mejores precios exportando y con ello enriquecerse; y a los paÃses importadores, considerar al suelo argentino como una virtual colonia agropecuaria de ultramar (âInglaterra halló conveniente producir [su] trigo y [su] carne en la Argentinaâ: J. H. Williams, 1929). Pero lo que parecÃa interminable, con el tiempo alcanzó un lÃmite. El área sembrada con trigo alcanzó un máximo relativo en 1917-1918 (siete millones de hectáreas). La existencia de vacunos, en igual lapso, se estacionó en 30 millones de cabezas. Entonces Alejandro E. Bunge, que algo sabÃa de interpretar estadÃsticas, y además era propietario de tierras, advirtió que el modelo agropecuario se habÃa agotado, y el desarrollo económico debÃa continuar con un modelo industrial. En 1924 elaboró un plan para el presidente Marcelo T. de Alvear, cuyo ministro Rafael Herrera Vegas presentó al Congreso de la Nación. Pero el Parlamento, como en tiempos de Ricardo, representaba más al terrateniente que al industrial o al trabajador y rechazaba toda alteración de la patria agropecuaria. Rechazó, pues, el llamado proyecto Herrera Vegas, con lo que el ministro se vio obligado a renunciar, y con él Alejandro E. Bunge (su cargo, director general de EstadÃstica, dependÃa del renunciante Herrera Vegas). Quien le sucedió, Raúl Prebisch, demostró que la especialización en exportaciones agropecuarias habÃa sido un factor de subdesarrollo (Prebisch: 1949), y era sazón de adoptar la propuesta de Bunge: desarrollar la industria. Como muestra de lo que se hizo está YPF, la mayor empresa minero-industrial del paÃs, entregada al capital extranjero, y el actual status de paÃs sojero. ¿Ahora se viene el cambio? ¿Seguirá el paÃs a remolque del mercado sojero? 3u2xg
¿Qué se proponÃa sobre industria hace 130 años? Entre los pensadores destacados, Vicente Fidel López distinguÃa entre pueblos industriales y productores de materia prima: âUn paÃs que produce materias primas para mercados extranjeros marcha siempre al borde de su ruina. Cuando la industria nacional abastece su propio consumo con las elaboraciones de su propia materia prima, se halla libre de crisisâ. VFL presentó su posición proteccionista en Revista del RÃo de la Plata (1871), en la Cámara de Diputados de la Nación (1873) y en la UBA (1874-6). El comercio internacional anexaba el suelo del paÃs primario al del paÃs manufacturero: âAbundantes de ciertas materias primas, no hemos hecho hasta ahora otra cosa con ellas que recogerlas y ofrecerlas al extranjero fabricante, en su estado primitivo: convirtiendo nuestro suelo en una parte adherente a la fábrica ajenaâ. López, diputado nacional, con Carlos Pellegrini, Aristóbulo del Valle y Luis Lagos GarcÃa, el 27/6/1873 presentaron con Sáenz Peña, Espeche, RodrÃguez y Tello un proyecto garantizando por diez años el interés de los capitales que se aplicasen a elaborar varias materias primas. Su fundamentación en la Cámara fue una defensa del sistema proteccionista y una crÃtica del libre cambio, que inició un movimiento en el Congreso (en 1874/7) de defensa de la industria nacional, al que adhirieron Carlos Pellegrini, Rufino Varela, Lucio Mansilla, Miguel Cané y Dardo Rocha. José Antonio Terry en sus clases de finanzas (1892) decÃa: implantar un arancel protector sólo podÃa resolverse luego de considerar el estado del paÃs. En una primera etapa, un paÃs agroexportador debe importar sus manufacturas, y el librecambio se impone, como sÃntoma del estado económico. Sólo se producen materias primas: cueros, lanas, carne, maderas. No hay industria manufacturera que proteger, y no hay protección. En esta edad se necesita el artÃculo manufacturado extranjero, porque no se fabrica ni se pretende fabricar en el paÃs. Al desarrollarse el paÃs y manufacturar su propia materia prima, el gobierno debe auxiliar a una industria aún débil, para competir en pie de igualdad con fabricantes extranjeros. Francisco GarcÃa Olano (1944) se identificó con el industrialismo del grupo Bunge: âNingún paÃs sin industria es grande; todo paÃs esencialmente agrÃcola-ganadero no supera el estado semicolonialâ.
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