DÃas atrás, Carlos Pagni, columnista de La Nación, indicó que la âactual crisisâ se debe al descontrol del gasto público. El ex secretario de Finanzas y reciente incorporación del massismo, Guillermo Nielsen, sostuvo asimismo que âel Gobierno está haciendo todo lo que está a su alcance para hacer desestabilizar la economÃa, al hacer caso omiso de la importancia del equilibrio fiscal y monetarioâ. Y el economista Orlando Ferreres indicó que âel gasto público se ha desajustado en esta última década, pues en 2014 llegará a los 225.000 millones de dólares, por lo que habrá que rebalancear su evolución si se desea tener un paÃs estable, sin inflación y sin pobreza. Para ello es necesario volver al nivel de gasto público sustentable, que para este momento es de 100.000 millonesâ. 4p5r51
La recurrente instalación del déficit fiscal como problema central de la economÃa argentina tiene un nuevo capÃtulo. La vehemencia del reclamo sigue sin expresar el eje del conflicto. El tan pedido ajuste ortodoxo implica un recorte de las transferencias a sectores populares y la exclusión de las mayorÃas como beneficiarios del gasto público. Pero además, como la propia historia revela, en las istraciones liberales tampoco âcerraron las cuentasâ, precisamente porque el déficit fiscal habilitó un negocio en doble vÃa: transferencias fiscales y cuasi fiscales a los grupos económicos responsables del propio déficit y, en paralelo, un proceso de endeudamiento para la financiación del mismo, el cual benefició a un puñado de grandes empresas en el proceso de valorización y fuga.
Durante el modelo de Valorización Financiera (1976-2001) se transfirieron ingentes ingresos a favor de los principales grupos económicos (transnacionales y locales), siendo el Estado el encargado de solventar y proteger tales intereses en desmedro del sector asalariado.
En el perÃodo 1981-1989 tales transferencias se canalizaron a través de polÃticas como los Seguros de Cambio, la Promoción Industrial (que subsidió el 85,8 por ciento de la inversión privada en la industria, cifra que ascendió al 91 para 1985), Fondos de Fomento y el subsidio-precio en la venta de bienes estatales al sector privado. En números, esas transferencias representaron 3,5 por ciento del PBI acumulado a través de polÃticas previstas en el gasto fiscal presupuestado, 9,7 por ciento del PBI acumulado a través de transferencias vÃa gastos cuasi fiscales, 8 por ciento del PBI a través del pago de los intereses de la deuda externa, y 5,3 por ciento del PBI a través de otras transferencias vinculadas al sector externo (por ejemplo, para solventar la fuga de capitales). Estas polÃticas que afectaron la cuestión fiscal no fueron cuestionadas por deficitarias. Como contracara, los trabajadores perdieron en el perÃodo 8800 millones de dólares anuales, cayendo su participación en el PBI al 30,2 por ciento.
Pero fue efectivamente en los â90 cuando se perfeccionó el negocio en doble vÃa (déficit y endeudamiento). Una vez efectuado el proceso de privatizaciones para habilitar con el Plan Brady la capitalización de deuda a través de bienes públicos, se dio lugar a la reforma laboral.
La reducción de aportes y la implementación del sistema de AFJP impactaron negativamente en las finanzas públicas. En el perÃodo 1994-2000 el Estado dejó de percibir 29.960 millones de pesos por la implementación del sistema previsional privado, y 22.372 millones por la reducción de aportes. En suma, 52.332 millones. En el mismo perÃodo, el déficit financiero ascendió a 54.615 millones, que se originó en los ingresos dejados de percibir.
El endeudamiento en la etapa tiene este origen: el déficit. No fue por los intereses de la deuda contraÃda por la dictadura, ni para financiar los gastos corrientes (que eran la mitad del endeudamiento). Fue por los ingresos que dejó de percibir y por la necesidad de financiar el déficit del sector privado producto del déficit por servicios reales (turismo, marcas y patentes y fletes), servicios financieros (deuda externa privada), y fuga que no se logró compensar con el endeudamiento y la Inversión Extranjera Directa del perÃodo (de distinta naturaleza porque es por compra de empresas, lo que implica la extranjerización de la economÃa salvo en el sector agropecuario).
Según Gaggero, en la hipótesis âcontrafácticaâ de que ambos flujos (aportes previsionales y cargas previsionales e impositivas eliminadas) hubiesen continuado alimentando las arcas públicas, el déficit del perÃodo se habrÃa limitado a un promedio de un punto de PBI por año o, lo que es lo mismo, el desbalance fiscal del perÃodo hubiese sido 74 por ciento más bajo.
Vale recordar que para el mismo perÃodo los montos por el pago de servicios de la deuda externa ascienden a 54.446 millones de pesos. La similitud de estos montos refleja que tanto el déficit como el endeudamiento son el resultado de la compensación al capital local en la misma medida que los acreedores externos. De esta forma se intenta resolver las disputas de las fracciones del capital llegando a un equilibrio. El Estado debe endeudarse para generar divisas que garanticen esas transferencias y, a la vez, continuar con el ajuste del gasto.
Las propuestas hoy en danza para âequilibrarâ las cuentas públicas tienen también otro significado. En el caso del Frente Renovador, al mismo tiempo que aumenta el déficit por la vÃa de quitar y reducir formas de financiamiento, también propone eliminar ese déficit. El sentido común indica que el ajuste âequilibradorâ está dirigido al gasto.
En lÃneas generales, el FR propone recortes de impuestos y, a la par, aumentos de gastos. La reducción de impuestos quitarÃa financiamiento al propio gasto que pretende aumentar y contraerÃa la actividad que es impulsada por la acción del Estado.
- Propone una reducción de las retenciones a los productos primarios; 5 por ciento a la carne, 10 al maÃz, 16 al girasol y reducción total al trigo. Estas medidas conllevarÃan un costo total de 10.000 millones. Además, esta decisión implicarÃa una presión adicional para trasladar el precio internacional de los bienes que integran la canasta básica, que Argentina exporta. Si se considera el aumento del precio internacional del trigo en un 91 por ciento entre 2004 y 2014, hoy el kilo de pan saldrÃa 43,2 pesos.
- La disminución de impuestos a las importaciones de bienes de capital rondarÃa el costo total de 8000 millones de pesos.
- El subsidio a las microempresas y la reducción de ganancias generalizada para empresas que contratan empleo joven llevarÃa un costo de 26.700 millones y 800 millones de costo fiscal para las provincias.
- La suba del MÃnimo No Imponible de Ganancias costarÃa 17.800 millones de pesos y 11.400 millones de costo fiscal para las provincias.
- La propuesta de elevar el MÃnimo No Imponible a 800.000 pesos y ajustar las alÃcuotas aplicables por el valor total de los bienes gravados implicarÃa un costo fiscal de 1900 millones, y una transferencia al decil más rico de 1629 millones.
- Un bono para jubilados de 16.100 millones de pesos.
Aun considerando la compensación a jubilados (única transferencia pautada y con impacto social positivo) y la suba del MÃnimo No Imponible de Ganancias, el programa fiscal del Frente Renovador (reducción de impuestos a deciles más ricos y escasas propuestas de incremento de gasto social) reduce el potencial distributivo de la acción del Estado, al tiempo que genera un impacto negativo sobre la evolución del PBI.
Sin embargo, en paralelo el FR propone âequilibrarâ las cuentas públicas. Si hacemos el ejercicio de traducir ese âcosto fiscalâ de 64.000 millones en reducciones de gasto, una posibilidad podrÃa ser la eliminación de la AUH (16.420 millones), una reducción de las jubilaciones de 34.950 millones y de los subsidios de 13.030 millones. Estos recortes en jubilaciones, AUH y subsidios significarÃa achicar en 3,3 millones las prestaciones de AUH (es decir, eliminar la AUH), tener 900.000 jubilaciones mÃnimas menos, y provocar un aumento promedio del 237 por ciento para la tarifa residencial de electricidad o del 264 por ciento para el boleto de colectivo en el AMBA.
En definitiva, las fuentes de nuevo financiamiento para mejorar la progresividad de los ingresos que financien los nuevos gastos están ausentes.
Un Estado desfinanciado y débil no es simplemente tributario de la ideologÃa de Estado mÃnimo neoliberal, que libera la acumulación a los âmejoresâ del mercado. Es un Estado débil en materia social, pero que mantiene su presencia en la acumulación de pocos actores.
Que âcierren las cuentas públicasâ es parte del catálogo de buenas intenciones, que parece preocuparse por la salud del Estado. En pos de ese objetivo âque los economistas del equilibrio lejos estuvieron de lograr, sino que acrecentaron el ârojoâ de la âcajaâ del Estadoâ las cuentas âcerraronâ con deuda, y con los argentinos afuera.
* Centro de EconomÃa PolÃtica Argentina (Cepa).
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