âHay algo del fenómeno Lennon y McCartney en esto de trabajar en conjuntoâ, afirma el dramaturgo Pedro Sedlinsky quien, junto al director y marionetista Javier Swedzky, acaba de dar a conocer Cuatro temporadas, espectáculo forjado entre ambos, en la experiencia directa de los ensayos con tres actores, un tÃtere y tres maniquÃes. Autor de Dibujo sobre un vidrio empañado y El informe del Dr. Krupp, entre otras obras, acostumbrado a escribir en soledad, Sedlinsky halló en el trabajo en colaboración la oportunidad de encontrar un punto medio entre dos sujetos creadores al âtomar decisiones en comunión con otro y, asÃ, lograr una forma de despojamiento de uno mismoâ. 125g2a
Se conocieron en 1999, cuando la sa Veronique Bellegarde realizó la puesta de La confesión, de Michel Didym, espectáculo que, en aquella versión, tomaba entre otros textos, un monólogo de Sedlinsky. Nacido en Córdoba, pero formado en Francia en el campo del teatro de objetos, Swedzky se desempeñaba como asistente de dirección de Bellegarde. Poco después se sumó al equipo de El Periférico de Objetos, lo cual no le impidió seguir estrenando sus propias creaciones en el paÃs y en el exterior. Desde que coincidieron en aquella edición del III Festival Internacional de Buenos Aires, Sedlinsky y Swedzky se prometieron trabajar algún dÃa en torno de la narrativa del polaco Bruno Schulz (ver recuadro), lo cual acaba de hacerse realidad con el estreno Cuatro temporadas. âSchulz tiene un mundo muy particular, un imaginario que recuerda al uruguayo Felisberto Hernándezâ, coinciden ambos en la entrevista con Página/12. Muy poco difundido en el paÃs, Schulz es un autor de culto en Europa, especialmente conocido en el ambiente del teatro de objetos, por los textos en los que pareciera teorizar sobre la materia, en general, y los maniquÃes, en particular. Incluso, uno de los espectáculos más reconocidos del polaco Tadeusz Kantor, La clase muerta, fue inspirado en uno de sus cuentos. âCon esa obra âafirma Swedzkyâ, los maniquÃes hacen su entrada de honor al teatro contemporáneo.â
Cuatro temporadas puede verse los jueves en El CamarÃn de las Musas (Mario Bravo 960), con la interpretación de Flor Sartelli, Julián RodrÃguez Rona y Leonardo Volpedo. Desde la actuación y la manipulación de objetos, el montaje narra la historia de la Maison Katel, una tienda de telas que está prácticamente en la ruina tras haber conocido un pasado de esplendor. Dedicados al rescate del negocio familiar, tres hijos intentan satisfacer las exigencias de un padre anciano y autoritario, sujeto a insólitas metamorfosis que lo convierten, primero, en pájaro y, más tarde, en langosta. La complicada relación entre los cuatro personajes circula entre fantasÃas onÃricas, maniquÃes y rollos de telas que se despliegan en surreal confusión. En el caso de los hermanos varones, los sueños se relacionan con las ansias de proyectarse hacia viajes improbables o con la revolución social como posibilidad de cambio. La hermana, por su parte, descubre su propio poder a través del erotismo.
âSchulz debe haberse inspirado en la pasión que por los maniquÃes y replicantes humanos existÃa mucho antes de los años â30....
Javier Swedzky: âClaro, la idea de que el hombre puede crear vida artificial a su imagen y semejanza es algo que ya estaba en el imaginario literario del Romanticismo. Los autómatas y maniquÃes encarnaron tanto los fantasmas de muertos vivos como los de cuerpos sin vida animados por fuerzas extrañas, poniendo al hombre en posición de demiurgo.
â¿Qué vuelta le da Schulz a esa idea?
J. S.: âSchulz la retoma con mayor desparpajo, ve a los maniquÃes desde el lugar de la pacotilla, de lo vulgar, del cuerpo fragmentado como espacio para la vida fútil.
Pedro Sedlinsky: âSchulz afirma que el hombre debe ser como un demiurgo creador de vida imperfecta. Este autor fue para nosotros un punto de partida: vimos que su obra contenÃa un caos lleno de elementos que a nosotros nos parecÃan irradiantes. En el espectáculo, nada llega a instalarse del todo, porque siempre se está en tránsito hacia otra cosa.
â¿Cuál es el aporte que Schulz hace, sin saberlo, al teatro de objetos?
J. S.: âSchulz habla de la materia como de algo receptivo, algo que está en proceso de transformación. Para él, la materia tiene una fuerza vital inagotable que impulsa a ser modelada. Hierve en posibilidades incumplidas a la espera de un soplo vivificador...
P. S.: âSchulz habla de la fermentación fantástica de la materia. A la vez, nos interesó su mirada.
J. S.: âEl describe al mundo desde la mirada de un niño, como si viera las cosas desde abajo, y es por esta razón que hay una distorsión de las dimensiones y una visión fantástica que es tomada como natural.
â¿Es por eso que ite con tanta naturalidad el cruce entre actores y objetos?
J. S.: âTratamos de darle cabida a la imbecilidad, pero con astucia. Todos los mecanismos que se exhiben en el espectáculo son muy inocentes y quedan a la vista del espectador. Tratamos de que el actor no trabaje con el tÃtere o el maniquà desde un lugar de poder y dominio sino, al revés, que se vea que ellos se constituyen como personajes a partir de la mirada de los objetos.
â¿Cuáles fueron los puentes de enlace entre los textos de Schulz y la realidad del paÃs?
J. S.: âA principios de 2009, con la crisis financiera mundial, sentimos que habÃa en el paÃs una sensación de caÃda. Ante tanta incertidumbre, pensábamos que el teatro no servÃa para nada. ¿Qué Ãbamos a hacer con nuestros tÃteres y nuestras morisquetas? HabÃa ây todavÃa la hayâ una gran violencia instalada en nuestra vida cotidiana.
P. S.: âNos preguntamos: ¿Qué hacer con el desborde, con una realidad inasible? Para hablar de una realidad inmanejable pensamos en trabajar con actores sometidos a los objetos.
â¿Cómo entra en este contexto el tema de la revolución?
J. S.: âAnte la decadencia del negocio familiar, ante el desmoronamiento de los principios morales y económicos, aparece la revolución como posibilidad de cambio. Esto no está en Schulz. Es algo que nosotros quisimos traer. Porque venimos de una generación que creció con unos discursos que se desbarrancaron. ¿Qué hacer cuando no hay de qué agarrarse? ¿Qué hacer con esta sensación de desprotección? Tal vez éste sea el tema principal del espectáculo.
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