Hay artistas que trascienden su época, que logran la clasificación de inclasificables y que cuesta encasillarlos en un ámbito definido. ¿Cómo hacer referencia a ellos sin caer en el lugar común de repetir sus trabajos más conocidos? Miriam Martino vuelve a poner a prueba este difÃcil hilván entre música, poesÃa, actuación y relato en la presentación de MarÃa Elena, nuestra cigarra, espectáculo basado en la obra de MarÃa Elena Walsh. âCuando empecé a armarlo, pensé en hacer un recorrido por la obra de MarÃa Elena, por las etapas âdice Martino a Página/12â, pero me di cuenta de que yo no tenÃa por qué contar y decir, sino que ya se iba viendo la diversidad de estilos, siempre bellos, y esta cuestión tan difÃcil de que sea buena la letra y la músicaâ, recuerda. Entonces, se propuso âabarcar toda esa diversidad de estilos musicales y temáticosâ. âSe va como hilvanando entre canciones y textosâ, adelanta del estreno de la obra que se presentará todos los sábados de julio a las 19 en el Teatro El Búho (Tacuarà 215). 675d3q
Este recorrido atraviesa los diferentes estilos en los que MarÃa Elena Walsh plasmó sus canciones, pero también trabaja con artÃculos periodÃsticos, poesÃas y cuentos de la creadora de âManuelitaâ, pero también de âLa cigarraâ o âSerenata para la tierra de unoâ: imposible de encasillar en un estilo o un público, muchas veces lo dicho se alivianaba en su forma de decir, pero nunca dejaba de ser dicho. âSiempre habla de cosas profundasâ, analiza Martino, que está acompañada por el guitarrista Eduardo Pertusi. âCreo que ella tiene la universalidad de los grandes poetas, porque no es fácil ser sencillo, tener esa capacidad de sÃntesis y decir tanto. Ella nos expresó, y muchas veces. Hemos crecido con el acompañamiento de MarÃa Elena. Ella era muy comprometida, muy jugada. Creo que decÃa lo que pensaba, gustara o no.â
Este espectáculo es hijo de uno anterior sobre textos de Walsh, que Martino armó junto a su profesora de canto MarÃa Esther Fernández, El mundo de MarÃa Elena. âSiempre la iré mucho como cantautora, como escritoraâ, asegura la cantante y actriz. âHay muchas cosas de MarÃa Elena que mucha gente no conoce y que son maravillosas. Algunos textos de humor que están en el espectáculo, monólogos escritos en verso que los hubiera hecho maravillosamente Ninà Marshall. Y pensé que acá habÃa materialâ, cuenta sobre la investigación que realizó para esa primera obra. Y fue a partir de esta experiencia, explica, que después pudo realizar sus trabajos Un deber seguir cantando, sobre Yupanqui; Chabuca, Eladia y Violeta, homenaje a Granda, Blázquez y Parra. âHubiera querido escribir lo que querÃa cantar. Pero a través de MarÃa Esther aprendà a armar mi propio libro con palabras de otrosâ, confiesa.
Las obras de Martino conjugan sobre el escenario la voz de la cantante y el histrionismo de la actriz, mixtura propia desarrollada a partir de su gusto por ambas facetas. âEmpecé siendo cantante, pero cuando hice teatro me di cuenta de que habÃa algo más.â Por eso decidió abandonar los recitales tradicionales. Ahora, en todos sus espectáculos hay una narradora. âEste espectáculo comienza con un juglar, como el juglar que era MarÃa Elena, y hay momentos en los que aparecen sus textos que van hilvanando las cancionesâ, adelanta sobre lo que se verá sobre las tablas de El Búho. Y dice que nunca le gustó encasillarse como cantante, por eso pensó en MarÃa Elena Walsh cuando arrancó, âporque ella tiene una zamba, un foxtrot, un vals. Y las temáticas, la poesÃa...â, se entusiasma.
Las canciones y los cuentos de MarÃa Elena Walsh fueron referencia para generaciones de chicos y chicas, que crecieron al ritmo de sus textos. Autora precoz, a los 17 años escribió su primer libro, Otoño imperdonable, que recibió el segundo Premio Municipal de PoesÃa. âEra una gran trovadoraâ, reitera Martino. âTodo eso hizo que cuando llegó a escribir para los chicos fuera diferente. Ella decÃa que cuando se fue a Europa se ganó la vida cantando y explorando la poesÃa popular, que asà habÃa recuperado el hábito de la infancia, y se puso a escribir desde ellos. Es juegoâ, analiza Martino, y concluye: âY el teatro es lo mismo, es la capacidad de juego. Pero ella venÃa con todo ese andamiajeâ.
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