El prÃncipe Hamlet no olvida ese âdolor irracionalâ que deriva del mandato que recibe del fantasma de su padre, rey de Dinamarca, asesinado por su tÃo Claudio, usurpador del trono al tomar como esposa a la reina viuda Gertrudis, madre de Hamlet. Un enredo de sensualidad y asalto al poder que trastorna al prÃncipe. La puesta de Hamlet, espectáculo de la CompañÃa Schaubühne (am Lehniner Platz), de BerlÃn, que se vio ayer en la apertura de la octava edición del Festival Internacional de Buenos Aires y se ofrecerá hoy y mañana en la Sala MartÃn Coronado del TGSM, corresponde al alemán Thomas Ostermeir, también adaptador de esta dramaturgia de Marius von Mayenburg, cuyo texto tradujo el actor y director Rafael Spregelburd. Este montaje sobre la creación del inglés William Shakespeare (nacido según fecha no exacta en 1564 y fallecido en 1616) alienta una lÃnea renovadora sobre este autor, paralela a la que tiempo atrás inauguró el teatro británico. En cuanto a formas, combina ropaje actual con elementos de época, micrófonos que los intérpretes utilizan a la manera de un animador y una cámara de video manipulada en vivo que proyecta imágenes a ritmo veloz. Recursos que desarticulan desde lo visual una historia impulsada por una militancia de la venganza que hará correr sangre. La fingida o real locura del prÃncipe de Dinamarca sigue siendo en esta adaptación motivo del frenesà y decaimiento de este personaje que, prisionero de esa alternancia, marca el ritmo de la tragedia. 6kz69
En una Dinamarca que a Hamlet se le antoja prisión, asà como ârepugnanteâ su entorno personal, el crimen está siempre a punto de ser consumado: se da en el transcurso de un banquete, en un asalto de esgrima o tras una escenificación hecha por comediantes invitados de Hamlet. Una provocación que el prÃncipe supone que desembocará en la catarsis de los asesinos. Pero madre y tÃo aparentan no recibir el impacto y no dan pruebas ciertas de culpabilidad. El tÃo Claudio mantiene esa imagen de atildado tirano que los isabelinos atribuÃan a los déspotas italianos.
El mandato persiste en este montaje de gran despliegue, donde se destaca la concepción escenográfica de Jan Pappelbaum y el compilado de escenas en las que la traición deforma rasgos. Imágenes que impresionan como fantasÃas de un Hamlet que, para su defensa, aparenta âperder la cabezaâ. Otra será la situación cuando el veneno le nuble el pensamiento. Entonces pedirá al amigo Horacio âa quien los estudiosos de Shakespeare consideran âla mirada del públicoââ que cuente su historia, que no se pierda, porque tanto crimen le dejará mala reputación.
Respecto de este punto, Ostermeir, de la dirección artÃstica de la Schaubühne, ha declarado que el prÃncipe no es un alma pura sino un âenviciadoâ, como los otros personajes de este drama, asumidos aquà por cinco intérpretes que componen, cada uno, dos roles. La excepción es Lars Eidinger, quien se remite a su papel de Hamlet. Lo acompañan Urs Jucker, Judith Rosmair, Robert Beyer, Sebastian Schwarz y Stefan Stern. Con esa dualidad se pretende reforzar la idea de que en esta historia ây por extensión, en cualquier otra del presenteâ resulta difÃcil âdistinguir entre amigos y enemigosâ. El recorte de personajes (un rompecabezas) marca el tono de una declaración del director respecto del placer que le proporciona âjugar con la mitologÃaâ en la que se ha instalado a esta obra desde tiempos lejanos, y âmanipularâ âse entiende que artÃsticamenteâ sobre las ideas que los espectadores se hayan formado respecto del turbado prÃncipe de Dinamarca, forzado a cumplir el mandato de su padre. La intención es âcrear algo diferenteâ.
Cuando en el tramo final de este montaje (que dura 165 minutos) se declama la frase âEl resto es silencioâ (una de las más trajinadas de esta tragedia, que cuenta con infinidad de versiones, incluidas las hechas en vida del autor), es probable que el público reflexione a gusto sobre este espectáculo, estrenado en 2008 en los festivales de teatro de Atenas y Aviñón, y que, luego de las funciones de hoy y mañana, hará dos presentaciones en Santiago de Chile. El enigma Hamlet no acaba en los âdesajustes psicológicosâ señalados por los estudiosos. Ostermeir âdirector de otras piezas de Shakespeare como Otelo, Sueño de una noche de verano y Medida por medidaâ pretende bastante más a través de las imágenes de video, de los gestos explotados hasta el paroxismo y las acciones fÃsicas. Porque el cuerpo es transmisor necesario al momento de formular interrogantes, elaborar metáforas que universalicen el texto y trocar una situación dramática en cómica. Un ejemplo es la torpeza del sepulturero en el entierro del rey. La complejidad de la figura de Hamlet inspira y renace en viejas y nuevas preguntas. TodavÃa se discute sobre el repentino maltrato del prÃncipe hacia la joven Ofelia, la actitud del tÃo usurpador y de Gertrudis frente a la torturante pantomima de los actores y el lábil comportamiento de Hamlet, un âenviciadoâ o un justiciero que cayó en la trampa.
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