La Zaranda posee una identidad tan creativa como firme, aunque adjetive âinestableâ a su teatro. Visita esperada en la Argentina, el grupo trae esta vez Nadie lo quiere creer; donde subraya quiere, y completa la intención con el subtÃtulo de La patria de los espectros. âCuando una persona está muy mala, y lo dice, pero nadie se lo cree, aparece la fraseâ, observa el actor Enrique Bustos, junto a sus compañeros Gaspar Campuzano y Francisco Sánchez, este último también director y creador del espacio escénico, para lo cual adopta el nombre de Paco de la Zaranda. Nadie... lleva textos y dramaturgia de Eusebio Calonge, el escritor de esta compañÃa que ha estrenado en el paÃs obras únicas, de rara poesÃa, desde mediados de 1980. Estos artistas que prefieren âalejarse del ruidoâ y defienden a rajatabla su peculiar manera de hacer teatro han estrenado aquà diez espectáculos, entre los más cercanos Ni sombra de lo que fuimos, Homenaje a los Malditos, Los que rÃen los últimos y Futuros difuntos. Hoy presentan Nadie..., en el Teatro 25 de Mayo (Villa Urquiza), adonde irán aquellos a quienes su teatro conmueve. 6x3i
Nadie quiere creer que la señora de esta obra (que interpreta en todos sus simbolismos Paco de la Zaranda) va camino de la nada, empezando por ella, que âno lo puede creerâ. Pura impotencia ante el desastre y la muerte. La fábula, o âla anécdotaâ, como prefieren autor e intérpretes, se desarrolla en âuna casa de blasónâ, donde poco queda de la gloria pasada. La Zaranda intriga con la imagen utilizada para publicitar la obra: una vieja fotografÃa que muestra a una niña luciendo un gran moño en lo alto de la cabeza. Un rescate de lo que otros han abandonado, caracterÃstico de este grupo que tomó su nombre del cernidor, âque preserva lo esencial y desecha lo inservibleâ. Los objetos que utilizan en escena son parte de ese rescate: aquà un ventilador de pie, un pavo real embalsamado y poco más. âQuerÃamos un escenario más desnudoâ, sostiene Calonge. âEn esta obra los objetos nos manejan a nosotrosâ, señala a su vez Sánchez o Paco de la Zaranda, quien recuerda que años atrás viajaban de paÃs en paÃs cargados de trastos. âAhora traemos lo esencial, y son ellos los que nos utilizanâ, dice, al parecer convencido, en la charla que la totalidad del grupo mantiene con Página/12 en el salón del hotel en que se alojan.
Paco de la Zaranda: âLa construcción del espacio escénico serÃa imposible: a veces tienen más fuerza y protagonismo que los actores.
Eusebio Calonge: âEstrenamos en octubre del año pasado en España, en el Festival Temporada Alta, en el Teatro de Salt, Girona. Era un reto, porque es un festival de mucho prestigio y ahà cae toda la crÃtica, nacional e internacional. Lo habÃamos llevado de la nave de ensayo ânuestro galpón en Jerez de la Fronteraâ al festival sin que antes lo viera alguien. Lo presentamos sin red. Una crÃtica mala hubiera sido mortal, pero ¡bueno! fue bien. Trabajamos intensamente, como siempre. A partir de ahà la obra fue creciendo. Creo que llega a Argentina en buen momento. Hemos visto cómo reaccionaron en México. Las presentaciones en América latina le dan otra densidad a nuestro trabajo. Si hubiéramos venido directamente aquÃ, hubiésemos estado más intranquilos.
E. C.: âEs curioso, pero aún no sabemos por qué el trabajo obra aquà con otro tiempo y se desarrolla en otra dimensión. Hacemos también presentaciones en Córdoba.
E. C.: âTampoco lo sabemos. Apareció aquÃ, en San Telmo. Estuve toda una mañana rebuscando en una tienda de fotos viejas. Me quedaron las manos completamente negras por el papel. Elegà cinco. A todos nos convenció esa niña, que debe ser porteñÃsima. Quizá tengamos la sorpresa de que alguien de la familia la reconozca.
P. de la Z.: âNo, aunque estéticamente es lo mismo. El moño se daba también en España.
E. C.: âNo. DirÃa que tomamos una realidad, la de ahora mismo. El teatro no está para hablar del pasado, sino todo lo contrario. Para nosotros, el teatro es un oráculo: habla de lo que está por pasar. Hay una vinculación, eso sÃ. Uno de los temas que tocamos es la taxidermia, porque entendemos que mucho es lo que ha quedado disecado al nivel de las ideas y el desarrollo humano. Hay gente que vincula a la obra con el pasado, pero, lo dicho, aquà hablamos de la realidad de ahora mismo y de lo que va a suceder.
E. C.: âNo. La actualidad depende de los noticieros. Lo nuestro es lo que llamamos âmundo realâ, lo que nos acontece.
P. de la Z.: â¿De cuando terminó la guerra? Como cualquier otro paÃs, España ha tenido sus más y sus menos, y una evolución para mejor o para peor. Pero nosotros nos referimos a España y al mundo, por eso éste y otros trabajos conectan en cualquier parte donde vayamos. En México, mucha gente ha dicho de mi personaje que creÃa estar viendo a su tÃa o a su prima. Esto que cuento es a nivel de anécdota, y lo recogimos en España y Uruguay, donde hemos estado en el Teatro SolÃs. Creemos que hay vasos comunicantes que van más allá de lo que aparece en el escenario.
E. C.: âLo mostramos en la obra, porque, reitero, hacemos el teatro de lo que vemos y vivimos. Aquà hablamos de una gangrena y de amputaciones, también de las devastaciones que produce el paso del tiempo, que es un tema nuestro. Este es un caserón en ruinas. A España la azuza el desplome de lo económico, pero hay otro desplome que nos importa, el espiritual, que es lamentable. Ni siquiera el más optimista escapa de esta visión. Se espera que la fachada acabe de caer. Y eso, sin querer ser melodramático, está pasando en muchos paÃses y a mucha gente.
E. C.: âEs que hasta ahora no se ha generado algo mejor. Por eso tratamos el tema de la taxidermia, aunque expresado a la manera de un sainete, y con mucho humor.
P. de la Z.: âEso de esperpento lo entiendo a medias. La teorÃa de si es una deformación de la realidad o un espejo deformado de la realidad...
E. C.: âEl esperpento existe, como el sainete grotesco que por dentro toca un tema trágico. Desde ese punto de vista es un esperpento, pero no porque deformemos la realidad.
P. de la Z.: âLo que digo, no es una deformación. Desde el momento en que un espectador va a mirarse en el espejo del teatro ya se está haciendo esperpento. El teatro es âfuncionalâ al esperpento.
E. C.: âY nos viene de muy lejos. Es parte de lo ibérico. Esa carcajada, muchas veces lúgubre, ha estado siempre en nuestra cultura. Es la carcajada que se pierde en la noche de los tiempos y, como se ha dicho, anterior a la polÃtica.
Enrique Bustos: âEse es mi personaje, al que espero que la metáfora lo lleve a otro lugar. Ese sobrino es un caradura que pretende apropiarse de algo que no es suyo y cree convencer a través de regalos y de buenas maneras a una señora que no podrá dejarle nada a nadie, porque todo ya se lo han expoliado.
P. de la Z.: âNo hay personajes a la usanza del teatro. Ellos son sÃmbolos. Este quizá represente al que quiere destruir para construir y conservar.
E. C.: âMás o menos como el gran capitalismo.
P. de la Z.: âAclaremos. Transformar en un objeto, pero con âapariencia de realidadâ.
E. C.: âTodavÃa podemos, orgánicamente, claro, tener injerencia en algunos niveles de lo social y lo polÃtico, pero cuando la taxidermia se generaliza, las acciones sirven para poco.
Gaspar Campuzano: âLa criada, mi personaje, es otra metáfora. Ella es un pajarraco, un ave de rapiña que compite con el sobrino. Se está queriendo quedar con lo que deje la señora.
P. de la Z.: âUna gran ruina. Pero, como ella dice al final de la obra, sus sueños seguirán vivos, como semillas llevadas por el viento. En nuestros trabajos no falta la lucecita de la esperanza.
E. C.: âNo nos afecta especialmente, porque nunca hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, sino de un modo precario. Trabajamos en la nave, nuestro galpón en Jerez de la Frontera, y vivimos en Madrid. Durante el tiempo de ensayo nos encerramos. Las cosas no han cambiado mucho para nosotros.
P. de la Z.: âO no hemos sabido hacerlo de otra manera. Estamos en la nave hasta que sale algo que nos convenza. Alguna gente dice âyo hago teatro porque no sirvo para otra cosaâ. Eso es lamentable. Uno puede buscarse la vida de muchas maneras. El teatro sirve para algo más que para comer. Nos salva de nosotros mismos.
Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros. Espectáculo de La Zaranda. Teatro Inestable de AndalucÃa la Baja (Jerez de la Frontera). Autor: Eusebio Calonge. Actores: Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos. Dirección y espacio escénico: Paco de la Zaranda. Iluminación: Eusebio Calonge. Coproducción de La Zaranda y el Festival Temporada Alta, Festival de Tardor, de Catalunya, Grina-Salt. Funciones en el Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444, jueves, viernes y sábado a las 21 y domingo a las 19. Localidades desde 40 pesos. Se pueden adquirir en el mismo teatro y en el Centro Cultural San MartÃn, Sarmiento 1551.
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