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Sábado, 8 de octubre de 2011
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Celina Rozenwurcel habla de su obra El sueño del tonto, que se estrenó en Vera Vera Teatro 3z6r44

Mostrar aquello que esconde la rutina 1p3c59

En su primera obra, la joven autora eligió exhibir las relaciones humanas en la oficina de una empresa funeraria. 5i6j2y

Por Cecilia Hopkins
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Rozenwurcel se formó en dramaturgia con Lola Arias, Mariana Chaud y Walter Jacob, entre otros.

–¿Cuáles fueron los puntos de partida para la escritura?

–Pensé en la idea de trabajar varios espacios escénicos. Me interesaba hablar de cómo inciden los diferentes ámbitos –el trabajo, la calle, la casa– en las formas de comportamiento. Me planteé la siguiente hipótesis: ¿cuántas situaciones de “normalidad” se pueden soportar? ¿Puede haber muchas? ¿Existe siquiera una? ¿Y si se juntan todas y se enfrentan?

–¿Por qué eligió una oficina?

–Pensé que nada es más “normal” que una oficina. Es rutinaria, esquemática, los lugares están asignados para unos y para otros, cada uno cumple un rol determinado. Pero, ¿qué pasa con esas personas cuando salen de la oficina al mundo real, donde probablemente las cosas no son tan ordenadas y esquemáticas? ¿O qué pasa cuando la rutina de la oficina se empieza a ver modificada por pequeñas cosas?

–De allí la aparición de situaciones conflictivas...

–Un mundo donde se supone que todo funciona conforme a cierta normalidad siempre presenta un conflicto potencial. Entonces pensé en introducir a una empleada nueva que, por ignorarlo todo de todos, pone en peligro un esquema que hay que explicarle con detalle porque no conoce su funcionamiento.

–De todas formas, ésta no es una oficina cualquiera.

–No, es una oficina donde se tercerizan servicios de sepelios. Quería que para esos personajes el mundo de la muerte fuese algo natural. Para ellos, los muertos son clientes, números y una comisión extra, en el mejor de los casos. Esto posibilita un verosímil: en un lugar así, querer matar a alguien puede ser igual a querer vender tiempos compartidos.

–¿Reconoce la influencia del género sitcom en su obra?

–Claro que sí, porque es muy coral y porque sus diálogos son picados, hay juegos de palabras, entradas y salidas constantes. Y también reconozco la influencia de la comedia de enredos clásica norteamericana. Además hay elementos del policial y de las películas románticas, si se quiere. El trabajo con los actores fue fundamental para darle vida a todo ese mundo y de ese modo lograr la empatía con un espectador que no se siente distanciado ni cuestiona lo que sucede.

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