âCasi no hay escritor o filósofo que no haya hablado del amorâ, asegura Berta Goldenberg, una fanática de subrayar libros y escribir en los márgenes de las hojas. La última obra que dirige la directora del Teatro Anfitrión se llama Citas por dos razones: por un lado, porque está hecha de fragmentos de textos (de origen poético, ensayÃstico y cientÃfico) de todos los tiempos y, por el otro, porque muestra múltiples matices de un sentimiento que no termina encerrándose en ninguna definición. Aparecen âansiedades, expectativas, ridÃculos, glorias y miseriasâ del amor, con dos climas fuertemente marcados: la primera parte de Citas (sábados, a las 21, en el Teatro Anfitrión, Venezuela 3340) remite al encuentro amoroso; la segunda, al desencuentro. La puesta es novedosa. Los cuatro actores (Jimena Angeletti, Bernardo González, Carolina Maldonado y Arturo Silva) tienen sus personajes, pero cada tanto se convierten en âmironesâ âla palabra es de Goldenbergâ de los monólogos o situaciones que les tocan a los otros. Entonces, las citas de autores parecieran notas al pie que se añaden a la escena central. 6d5455
Jorge Goldenberg, marido de Berta, guionista de cine y autor teatral, fue el encargado de la dramaturgia. No obstante, en la charla con Página/12, ambos destacan que la obra es âuna creación bastante colectivaâ, ya que surgió de un taller que la directora da en el Anfitrión. âMe cuesta muchÃsimo encontrar una obra que me fascineâ, remarca ella. âLa última que hice fue Esperando a Godot. Después de eso, era difÃcil que me gustara algo. LeÃa mucho y los actores también, intentando encontrar material literario para teatralizar, método que se está usando mucho en Buenos Aires. Pero no apareció una novela, sino fragmentos. TenÃamos muchos textos dando vueltas.â Eso explica por qué pilones de libros componen la escenografÃa, ubicados en los bordes de la escena, lo cual habla del adentro-afuera del texto que caracteriza a la función de los âmironesâ. En un mismo escenario son citados Oliverio Girondo, Catulo, René Descartes, Francisco de Quevedo, Hsieh Tiao, Anna Ajmátova, Fernando Pessoa, Gustave Flaubert, Emily Dickinson, William Shakespeare, Ernest Rutheford y Marcel Proust.
â¿Qué significa que Citas sea âuna creación bastante colectivaâ?
Berta Goldenberg: âSurgió de un grupo que tenÃa ganas de jugar. No estábamos con plazos. Si terminábamos con una obra, mejor. Pero muchas veces, aunque eso no pase, estos procesos son enriquecedores. Les mandaba improvisaciones y textos para ver qué les sugerÃan. De a poco, todo fue redondeándose alrededor de ciertas verdades sobre el amor. Y en determinado momento medió el caos por la cantidad de material. HabÃa improvisaciones, cosas que los actores habÃan escrito, textos... La de Jorge era una palabra definitoria: lo llamamos para que nos dijera su opinión. Si nos decÃa âno entiendo qué esâ, pasábamos a otra cosa.
Jorge Goldenberg: âLa pregunta que me hacÃan era: â¿Ves alguna totalidad posible en esto?â. Y encontré menos caos del que temÃan; valÃa la pena intentarlo. A partir de ahÃ, cambié de lugar textos, modifiqué y quité otros, y volvà a proponer improvisaciones hasta que tuve una hipótesis de estructura. Lo último que hubiésemos querido hacer era un sketch. QuerÃamos hacer un espectáculo de estructura totalizadora aceptando el reto de que no tuviera una historia central en el sentido clásico.
â¿Qué le aportan a la obra las citas de autores?
B. G.: âEnriquecen. Y en muchos momentos meten humor. Cuando Quevedo aclara que la función del pedo es importante, le quita gravedad al amor de un pobre chico al que lo único que se le ocurrió para llamar la atención de su niña fueron los pedos. El público está a la pesca de cuál es la cita, ya que muchas veces está dentro del diálogo. Hay una que llama mucho la atención. A la salida me preguntan de quién es. âY cuando ya no la quiera, habrá vuelto el caos.â Eso es Otelo. A algunas citas casi no las buscamos. Tanto Jorge como yo amamos a Proust muy especialmente y ya conocÃamos lo que decÃa sobre el amor. Pero en otros casos, Internet nos ayudó mucho: ponés Catulo y amor y aparecen esos versos chanchos de âlos nueve polvosâ...
âEl espectador puede preguntarse hasta qué punto los textos, sobre todo cuando los atribuyen al autor, son realmente citas, o si están jugando con el verosÃmil del teatro.
B. G.: âNosotros no engañamos. Catulo dice: âQuedate preparada para echar nueve polvosâ. Lo que sÃ, todavÃa no pude detenerme bien a revisar la traducción. Dicen que no es literal, sino la que más se adecua a lo que quiso decir. Se lo dedica a un amor que después lo dejó: es la misma poesÃa que después dice âpero ahora, si no lo deseas, ¿quién te va a encontrar bonita?â. Era una historia de amor muy conocida en Roma.
J. G.: âVolviendo a su aporte a la obra, las citas literarias amplÃan la resonancia de lo que está ocurriendo, abren territorios de sentido. Lo ejemplifico con el texto que dice âtodo se ha aproximado al crimenâ, de Anna Ajmátova. Si alguien dice algo asà es porque ha llegado con otra persona a un punto de intensidad en la relación, y no hace falta explicitar eso. Al poner el poema se abre un campo de riesgo y peligro. Además, las citas me vinieron muy bien para el funcionamiento de los mirones.
â¿La inclusión de la palabra literaria o ensayÃstica habla, también, de una intención de reforzar el valor de la palabra en el teatro?
B. G.: âEn ese caso, Jorge y yo estamos muy de acuerdo: en el amor a la palabra y en creer que todavÃa tiene mucho que decir...
J. G.: âPero sin ignorar que es el cuerpo del actor el que está expuesto. Por eso hay escenas enteras en las que sólo hablan los cuerpos. Lo importante es que no hay modo de cerrar la relación amorosa en palabras. Es un territorio de incertidumbre permanente, donde las plenitudes, como en casi toda experiencia humana, son fugaces y se reconstruyen después.
âDe todas las obras que se estrenan permanentemente en Buenos Aires, pocas tematizan el amor. ¿Coinciden?
J. G.: âEstadÃsticamente, supongo que lo más abundante es âfamilias disfuncionalesâ...
B. G.: âEs probable que por eso estén sucediendo ciertas cosas en parejas y amores que ven esta obra. Supe de crisis y de acercamientos. Mucho no puedo contar. Inesperadamente, algo está tocando mucho más de lo que supusimos a los hombres y mujeres que ven la obra. Hubo gente que lloró. No esperábamos para nada hacer terapia con la obra.
â¿Cuál es la definición del amor que más les gusta?
J. G.: âLa cita de Woody Allen al final de Annie Hall. Dice que el amor es como aquel viejo chiste del tipo que va a un psiquiatra y le dice: âDoctor, mi hermano está loco. Se cree que es una gallinaâ. Entonces el psiquiatra le responde: âBueno, tráiganlo, capaz lo podemos medicar o internarâ. Y el tipo responde: âSÃ, el problema es que nosotros necesitamos los huevosâ. Eso es el amor. Es una locura, pero necesitamos los huevos.
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