El café se llama El BanderÃn: imposible eludir los giros futbolÃsticos en esa esquina del Abasto en la que todas las tardes parecen de domingo. No lo hace el director, actor, autor y docente Enrique Federman, que le pone un brazo de distancia al pragmatismo defensivo de Sabella en la derrota ante Brasil. âEstoy con Carlos Bianchi: âSólo los necios no cambianâ.â En la cancha y en los escenarios. Porque âlo que se hace antes del estreno es sólo una parte de la obra, después empieza la otra: el teatro es repetición y también perfeccionamientoâ, dice. Se refiere a El Triángulo de las Bermudas, comedia escrita por Gisela Benenzon, interpretada por Laura López Moyano, Mariana Chaud y Alejo Mango, musicalizada por Jorge âTataâ Arias (Peter Capusotto y sus videos) y dirigida por Federman los viernes a las 21 en Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556). âHay que cambiar cuando algo no funciona, sin abandonar el estiloâ, advierte. La pieza narra el reencuentro entre una mujer que sale de la cárcel, tras una condena por intento de parricidio, con su hermana y un hombre que asegura ser su padre, en una casa que va del inquilinato al hogar. âNo me lo planteo como una familia disfuncional. Todas las familias son disfuncionales. La de la pieza es un triángulo y lo curioso es poner el ojo en el vÃnculo entre sus â, explica Federman. Analiza que la âimpunidadâ es la nota saliente de la relación, pero subraya que su intención es âcontar el cuentito atravesándolo de teatralidadâ, no una reflexión directa. âMe fijo en cómo plantear las actuaciones y los recursos expresivos para contar el cuento. Meyerhold, discÃpulo de Stanislavski a principios del 1900, hablaba del trabajo del espectador: lo hace junto al actor, componiendo, suponiendo, conectando. Si le das todo dicho, se cae en un teatro de Wikipediaâ, califica. 2q201p
â¿Es peligroso, en esa tónica, el espectador?
âEl espectador es un monstruo de mil cabezas, dicen. Puede ser peligroso, pero te la tenés que bancar. Una vez hice una obra que tenÃa la posibilidad de múltiples lecturas y escuché a la salida a un grupo de ocho personas; cada una contaba una historia distinta y cada una era posible. Hay que dejar abiertas algunas puertas.
â¿De ello depende el misterio?
âHablarÃa de intriga, más que de misterio. Me interesa mantener la intriga, que se genere ese estado de abstención permanente y que exista la vuelta de tuerca. Cuando leà por primera vez este guión, siempre que estaba por aburrirme, la historia daba un golpe de timón no efectista. El texto tiene un par de vueltas que están presentes y potenciadas en la puesta. Le toqué cositas mÃnimas.
â¿Cómo concibe el rol de director?
âLa dirección es indispensable, pero puede ser vapuleada. La dificultad mayor es la conducción. Si no hay director cada uno hace lo que quiere. El problema es que a veces habiendo director también cada uno hace lo que quiere. Pasa también en el fútbol. Entra a jugar lo humano, no sólo lo técnico. Hay gente que parece disciplinada y hace cualquiera y gente en apariencia indomable que se pone donde le pedÃs. Están los que hablan con cada miembro y les dicen cosas distintas, están los que hacen a lo Bielsa: âEsto es lo que quiero que hagan, sÃganme los que quieranâ. He hecho obras sin grandes expectativas en las que el grupo hizo que crecieran.
â¿Usted cómo aborda a sus elencos: individual o colectivamente?
âTengo que sacar una obra en la que todos son piezas fundamentales. Ese es mi pensamiento. No sé si está bien, pero por qué hacer diferencias. Planteo pero escucho, me arrimo a las creaciones colectivas. Buen trato, claridad, no ser el dueño del mundo y escuchar: laburo desde esos cuatro fundamentos. Pero todo se puede derrumbar porque está âel otroâ. En general, lo que toca la tele lo arruina. Los actores que han trabajado mucho en TV y la tienen como paradigma están metidos en un sistema sin conducción, cada uno hace lo que se le canta el culo, con excepciones, claro. Pero en el grupo está, ahora sÃ, el misterio: a veces funciona, a veces no, y uno siempre cree haber sacado la fórmula.
âPor eso no se puede imitar el Barcelona.
âEs imposible. No por mala voluntad. Hay algo que entra en el terreno del misterio.
âEn un Triángulo de las Bermudas cotidiano...
âEl Triángulo de las Bermudas es un misterio. Tiene particularidades: es una virtualidad y en los mapas no dan un formato acabado de la zona. Esa ficción, y el teatro es una ficción, me pareció interesante. Los personajes se preguntan si no estarán ellos allÃ. En realidad, todos tenemos un Triángulo de las Bermudas en el que desaparecemos o, como se decÃa antes, nos colgamos de la palmera. A esta familia le pasa esto, y lo fui atravesando con visiones personales. Hay una frase que me dijo un analista que instrumenté acá: de cerca todos parecemos locos.
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