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Hace poco más de una década, a Silvia Aguado se le empezó a hinchar la nariz. Se le ponÃa colorada, se le brotaba la piel. Le ardÃa. Consultó con varios dermatólogos y ninguno sabÃa decirle qué le pasaba. Uno hasta le sacaba fotos, recuerda; estaba fascinado con ese fenómeno. Pero ella estaba desesperada. En aquel momento tenÃa que trabajar en un rodaje y no sabÃa cómo disimular la hinchazón. Al tiempo, cuando ya estaba algo resignada, el clown llegó a su vida âmedio de casualidadâ. Y cuando se puso una nariz de payasa, como por arte de magia, la suya real sanó. Entonces nació Ruda, su payasa, que hoy la sigue acompañando y que por estos dÃas protagoniza Rompiente, espectáculo unipersonal de clown que la actriz, docente y directora presenta los domingos, a las 19, en NoAvestruz (Humboldt 1857).
En la obra âcreación conjunta de Aguado, Lila Monti y AgustÃn Flores Muñoz, quien además la dirigeâ, Ruda lleva consigo una mochila grande cargada de objetos que fue juntando a lo largo de su vida a modo de âmemoria ambulanteâ. Luego de un tiempo de andar llega a una playa, pero el peso excesivo que carga la obliga a detenerse: algo tiene que dejar, el problema es decidir qué abandonar y qué conservar. En esa tarea descubrirá que algo importante le falta entre sus cosas: un objeto que resulta parte fundamental de un juego y que es, a su vez, una fuente inagotable de registros de viejos recuerdos. AsÃ, durante la búsqueda desesperada por encontrarlo, el azar y el destino la pondrán en jaque. Y le harán entender que el pasado, el presente y el futuro están relacionados y que son sólo distintas caras de una misma situación: el encuentro con uno mismo.
âDe chica era muy desordenada. TenÃa mis juguetes, ropas, libros y papeles todo en el piso. Y aunque en mi caos yo encontraba cierto orden, hubo dos o tres momentos de cambios radicales en los cuales necesité hacer espacios. En general, esos momentos coincidieron con el paso a mi preadolescencia, adolescencia y juventud, lo que me hizo dar cuenta de que después de tanto caos y luego de tanto orden llegaba algo nuevo. Un nuevo yoâ, dice Aguado, que cuenta a Páginal12 que cuando arrancó con los ensayos de esta obra optó por empezar de la nada. âEl vacÃo es siempre un espacio creativo, un punto de partida y de llegada. Cuando empezamos con la obra decidimos dejar que ella nos encuentre a nosotros. Asà iniciamos el viaje y asà empezó a brotar una historia. De a poco llegamos a la orilla.â
âLos objetos tienen mucha importancia en esta obra. ¿Por qué eligió los que utiliza en escena y no otros?
âAlgunos son parte de la instancia primera de búsqueda del proceso creativo, pero que devinieron en otras cosas. La linterna que llevo en la mochila y el faro que hay en escena, por ejemplo, son hoy lo que antes eran unas lucecitas que habÃa en las paredes de la primera sala en la que ensayábamos. Por otro lado, hay otros objetos que están a partir de una situación familiar cotidiana. En ese momento mi hijo estaba empezando a hablar y nos preguntaba por nuestros juguetes de la infancia. Inicié entonces una búsqueda de objetos antiguos mÃos en la casa de mi mamá y encontré algunas cosas que luego llevé a los ensayos. Todo encontraba su lugar en la historia. Como los cassettes que habÃan grabado mis padres, desde que yo estaba en la panza, hasta mis 3 o 4 años. Mi voz de ese momento y mi manera de hablar eran iguales a la de mi hijo. Fue muy emocionante reconocerme en él. Asà que de alguna manera, la infancia de mi hijo me llevó a reencontrarme con la mÃa, una vez más. Y eso fue parte del espectáculo.
â¿Cuál es la relación que hace la obra entre el pasado, el presente y el futuro?
âLa mochila que llevo en Rompiente funciona un poco de diferentes maneras respecto de esto de la trÃada pasado, presente, futuro. Por un lado, está esto de tener que elegir qué conservar y de qué desprenderse, para poder seguir andando más liviana. Por otro lado, lo de poder dejar lo viejo para poder recibir lo nuevo, lo de hacer espacios para llenarse de porvenir. Mientras trabajábamos en los ensayos nos dimos cuenta de que estábamos hablando del pasado y los recuerdos, del futuro y los deseos y del presente como puente entre lo que fue y será. El clown es todo eso, es su hábitat natural, es donde sucede todo, donde se produce el encuentro con uno mismo y con los otros. De modo que uno es un poco aquello que fue y aquello que queda atrás es experiencia para poder elegir el camino que hay por delante.
â¿Por eso eligió contar esta historia desde el clown?
âSÃ. Porque el clown es para mà la disciplina del presente. Trabaja todo el tiempo en el aquà y ahora ante los ojos del otro. El payaso te exige estar con vos, para estar con los demás. Si te vas de vos, no hay vÃnculo posible con el otro. Si te vas del presente, del instante, el payaso se evapora, desaparece, no funciona. Tenés que estar en presente continuo. El público respira con el payaso, comparte su pulso. Y considero que si bien el clown está Ãntimamente ligado al humor, también bordea otros lugares como la poesÃa, la tragedia, la denuncia, y tantas otras cosas más. Genera una confianza donde la identificación se vuelve posible a pesar de las diferencias. Nos asemeja la humanidad. Y justamente creo que hablar de soltar algunas cosas para poder recibir otras es algo intrÃnseco al crecimiento de las personas. Por eso, el clown facilita que esta historia particular de mi payasa pueda ser también la historia del que viene a ver la obra.
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