Habrá mil fotos que eternicen su danza. Que congelen a Cristina Hoyos, contorsionada, fina y vital, en cualquier mojón de su historia. En Galas Juveniles, aquella compañÃa infantil que la vio debutar a los doce años en su Sevilla natal. O, mucho más acá, como partÃcipe necesaria de Juncal, de Jaime de Armiñan; Antártida, de Manuel Huerga, y El Jorobado, de Peter Medak. O, ya recostada sobre sÃ, en el ballet que llevó su nombre desde fines de la década del ochenta y se expresó pleno en el espectáculo Caminos Andaluces. También habrá mil instantáneas de su cuerpo en movimiento al servicio de Cuadro Flamenco, de Tierra adentro o del espectáculo Romancero gitano, que presentó en los jardines del Generalife de la Alhambra, cuando mediaba la primera década del siglo. Pero ninguna, seguro, vendrá al caso en esta ocasión. Ninguna, excepto âclaroâ las que le tomó el fotógrafo Oscar Balducci cuando la formidable bailarina andaluza visitó Buenos Aires varias veces consecutivas durante la primera parte de la década del setenta del siglo pasado, como parte de la compañÃa de Antonio Gades y Manuela Vargas. Eran las épocas de la trÃada fÃlmica de Carlos Saura (Bodas de sangre, Carmen, El amor brujo) y el lente inquieto de Balducci no pudo con su genio. âSe hizo amigo de todos nosotros, era como un compañero másâ, rememora Hoyos ante Página/12, en los momentos previos a la ocasión. 5j3z3a
La ocasión no es otra cosa que la muestra que, a partir de esta tarde a las 17.30 (ver recuadro), recorrerá instantes sublimes de aquellas presentaciones de Cristina Hoyos ây compañÃaâ en Buenos Aires, retratados por el fotógrafo, poeta y dramaturgo argentino. âCuando salÃamos a escena con Gades y toda la compañÃa, nos emocionábamos porque sabÃamos que él âOscar Balducci, claroâ estaba entre bastidores o en el palquito del teatro Avenida o del Odeón, casi bailábamos para élâ, se rÃe Hoyos. âVeÃamos que estaba con su máquina mirando y que en cualquier momento iba a disparar y dejar ese momento para la historia. Lo querÃamos mucho, porque él sentÃa todo lo que hacÃa... â¡He cogido un momento maravilloso!â, decÃa, y todos lo querÃamos ver cuanto antesâ, evoca ella, sobre el origen de los retratos de Balducci que, una vez concluida la muestra, serán donados al Museo de Arte Flamenco de Sevilla, que preside la bailaora andaluza. âCuando murió me dio mucha tristeza porque me decÃa âCristina, cómo me gustarÃa ir y llevar mis fotografÃas a Sevillaâ, y finalmente no las ha podido llevar, pero ahora se hizo justicia. Me encanta que un argentino haya hecho esas fotografÃas de flamenco con tanto amorâ, sostiene la experimentada bailaora, acompañada por su marido, que también formó parte de aquellos jornadas: Juan Antonio Jiménez.
âUna que tengo en casa, con una bata de cola roja bailando un taranto. Me encanta. Es una alegrÃa para nosotros que tanto LucÃa, la hija de Balducci, como Cecilia Rossetto, madre de LucÃa, hayan hecho todo para que esta muestra sea posible. Cuando Balducci murió dejó un legado muy bonito en esas fotografÃas y LucÃa sabÃa que a él le gustarÃa que esas fotos estuvieran en España, en una tierra flamenca como Sevilla.
Anoche, al cierre de esta edición, Cristina Hoyos estaba dando una conferencia que, bajo el tÃtulo de âMis antecesoras, el lado femenino en el baile flamenco (aquellos zapatos de tacón y clavos)â, focalizaba la atención sobre el aporte histórico de las mujeres a la danza flamenca. El Teatro Margarita Xirgu era el ámbito de una de esas clases magistrales que suele dar, a cambio de su retiro de los escenarios. âSuelo hablar de las bailaoras antiguas y de lo que cada una hizo: de Antonia Mercé Argentina, que tocaba muy bien los palillos; de otra que era moderna; de otra que era antigua, de otra que era más clásica. No están todas porque, madre mÃa, el siglo pasado dio grandes artistas, pero he cogido las más relevantes, las que marcaron historia, y son unas cuantas. Es cierto que el flamenco nació a principios del siglo XIX y no antes, como piensan algunos, pero para que eso ocurra hubo en AndalucÃa un interesante caldo de cultivo que protagonizaron las mujeresâ, profundiza.
âNo es una disputa. Ya habÃa bailarinas en la época de los romanos... cuenta la historia que ya en ese momento habÃa bailarinas de la vieja AndalucÃa que se contorsionaban, hacÃan movimientos de brazos, y después, en el siglo XVIII, vino la escuela bolera, en la que se tocaban los palillos, se bailaba de una forma que luego se fue aflamencando. Asà aparecieron las grandes bailaoras, unas con más técnica, otras con menos, otras más vanguardistas, en fin...
âYa dijo el escritor José Manuel Caballero Bonald, un gran flamencólogo nacido en Jerez de la Frontera, que yo tenÃa mucha solera bailando y que era el puente entre lo anterior y lo presente. A mà me gusta ir con el tiempo... conservar las raÃces flamencas, acordarme en algunos momentos de las bailaoras anteriores, y estar a su vez con un vanguardista como Antonio Gades. Me ha gustado hacer unos movimientos de brazos nuevos, unos movimientos de cuerpo nuevos, e ir con el tiempo. Quizá no dar un salto muy grande, pero ir con el tiempo, porque el flamenco ha ido evolucionando, ha ido adquiriendo más técnica, algo que te da otra visión de las cosas, te amplÃa los sentimientos, te da libertad y seguridad, y te impide encerrarte en un tipo de baile. Pero también, eso sÃ, tienes que emocionar... no se trata solo de la técnica, y eso llega desde las tripas
âHace tres años que no bailo porque, sabes, pasan los años y los pies se van poniendo delicados, pero me sigo dedicando al flamenco, claro, a través de los cursillos, de las coreografÃas, en fin, digamos que me alejé de los escenarios, pero tengo una oficina y, cuando piden algún ballet de cuatro o cinco parejas, pues me dedico a organizarlo. Me dedico más a hacer coreografÃas de óperas españolas, pero no porque esté cansada sino porque considero que lo que he hecho estuvo bien y que es imposible mejorarlo por una cuestión de edad ¿no?, por el cuerpo. Aunque si aparece un ballet con algún personaje que esté de acuerdo con mi edad, lo puedo llegar a hacer.
âEstábamos encantados, porque los teatros se llenaban todos los dÃas, tanto el Avenida como el Odeón. Y después nos Ãbamos con los amigos a cenar y estaba todo abierto, y si querÃamos comprar un libro también estaba todo abierto, pero después dejé de venir porque hacia 1988 hicimos nuestra propia compañÃa, nos fuimos a vivir a Sevilla y las cosas cambiaron. Ya no tenÃa ganas de bailar con una bata de cola, no querÃa hacer argumento, ni la novia, ni Carmen... querÃa bailar otro tipo de flamenco. De todas maneras, Buenos Aires siempre fue una gran ciudad para mÃ... tengo muchos amigos, tantos como en Francia o en Italia.
âSiempre, sÃ. Por suerte he nacido en Sevilla, que es un gran manantial de arte flamenco, pero si hubiese nacido en otro paÃs no sé lo que hubiese bailado, lo que sà se es que he nacido para bailar... he visto bailar tango, he visto bailar clásico, he visto bailar contemporáneo, he visto bailar neoclásico y hubiese podido dedicarme a cualquiera de ellos.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.