Después de una edición aniversario antológica âun libro completo de Carlos Trillo junto a Domingo Mandrafinaâ, la revista Fierro, que sale mañana junto a este diario, propone un número distinto que, en concordancia con la portada de este mes, podrÃa denominarse âsinestésicoâ: un conjunto de historias destinadas a alterar los sentidos de los lectores. Es que vuelve Lucas Varela con sus relatos (guionados por Diego Agrimbau) que muestran cómo ciertos trastornos neurológicos (la sinestesia es uno de ellos) alteran la percepción en los hombres; en este caso es la posibilidad de ver sonidos y oÃr colores. Por eso la joven sinestésica que abre la edición 61 está rodeada por algunos de los tÃtulos de las historias que contiene la revista: âJusticia Poéticaâ, de Pablo de Santis y Frank Arbelo; âLos Hornerosâ, de Barreiro-Ferrúa y Lorenzo; âCieloaltoâ, de Agrimbau y Pietro, y âParanáâ, de Pablo Túnica; además del humor, a cargo de Lucas Nine, El Niño RodrÃguez, Iñaki, Decur y Damián Sacalerandi. 3l2s33
Una mención especial merece la aparición del dibujante conocido como El Marinero Turco, bastión de Fierro de los â80, que mañana acerca su visión (plástica y de historieta) sobre la vida del gran mago Houdini. Desde su editorial, Juan Sasturain lo festeja: âNo me cabe la menor duda de que El Marinero, junto a Max Cachimba, Pablo Fayó y algunos otros eternos y saludables pendejos de los que siempre será injusticia olvidarse, han hecho por la historieta argentina tanto âen otra dirección que la habitual, en un camino arriesgado y sin redâ como los más reconocidos y exitosos creadoresâ.
Pero la Fierro no termina ahÃ. También estarán Esteban Podetti con âEl cartooneroâ, los relatos del narrador Pedro Lipcovich y la sección más seria (pero más jugada) de la revista: âOjo al cuadritoâ, un espacio donde la crÃtica académica intenta iluminar los baldÃos de la creación en este arte. Quien asumió esta tarea fue la investigadora y docente Laura Vázquez quien, además de mostrase como guionista (junto a dibujantes como Dante Ginevra y Alejandra Lunik), es autora de uno de los libros más esclarecedores sobre el difÃcil mercado de la historieta en nuestro paÃs: El oficio de las viñetas. La industria de la historieta argentina. Encargada de hacer pensar a los lectores de Fierro en el pasado y futuro de la historieta, Vázquez propone un análisis riguroso sobre temas que van desde la construcción de la realidad narrativa de la historieta actual, pasando por el sentido de la aventura en los relatos de estos nuevos tiempos y hasta comprometiéndose en temas espinosos y polémicos como el lugar de la mujer.
â¿Es difÃcil hacer crÃtica de historia en una revista de historieta?
âLa sección vino a ocupar un lugar crÃtico vacante por la visibilidad que alcanza Fierro y por las caracterÃsticas de su público. Muchos lectores comentan la sección y no son precisamente lectores entrenados en el medio. Sin duda que los artÃculos son leÃdos por colegas, crÃticos, artistas y, lo que aparece como distintivo, son leÃdos por los consumidores de este diario. Eso marca una diferencia importante porque sugiere una devolución distinta, pero también impone otras reglas de escritura. El concepto es escribir en esa dinámica: no es una sección âpara informarteâ, ni siquiera para âsaber másâ. El objetivo es disparar ideas a los lectores, despertar inquietudes y pensamientos. La lectura como goce. Es un riesgo, claro.
â¿De qué manera incide la crÃtica en el mundo de la historieta argentina?
âEn los últimos años asistimos a una retroalimentación entre academia e historieta, una rehabilitación del campo. Lo vivo a diario, con los tesistas de grado y posgrado en la universidad. Los profesionales, guionistas y dibujantes, no quedan fuera de eso, todo lo contrario. El mercado les exige dirigirse a públicos entrenados y especializados. Creo que, dadas las condiciones actuales, ya no basta con ser talentoso. El autor de historietas debe ser, además, culto. No es lo mismo decir que deba ser elitista. El elitista o snob atrasa décadas. Las series que mejor funcionaron en los últimos tiempos son las que responden a un público más exigente, voraz de cultura, interesado por todo, informado, sensible a su entorno, reflexivo y sobre todo, crÃtico y reflexivo.
â¿Cuál serÃa su visión crÃtica sobre esta nueva etapa de Fierro?
âFierro, a nivel creación, en los últimos cinco años mantiene una fórmula muy equilibrada entre apuesta y continuidad. La convivencia de distintas generaciones, estilos, formatos de edición (series del continuará, autoconclusivas) dan por resultado una antologÃa que mantiene su identidad en la diferencia. Las relaciones son coyunturales, es decir, históricas. Si tomás dos series de Fierro podés llegar a encontrar una visión de mundo representativa de la publicación, pero jamás una homogeneidad a nivel artÃstico. Es lo contrario a lo que sucedÃa en otros tiempos, cuando las historietas se parecÃan entre sà y el acierto estaba en seguir a los maestros. La distinción gráfica y narrativa, sumar desde la diferencia, se volvió en la revista un rasgo de legitimidad. Su marca es ser original y no copiar a nadie, un banco de pruebas que a veces no da resultados óptimos, pero siempre se corre el riesgo. En tiempos de uniformidad, apostar por el gusto no tiene precio. Y sÃ, Fierro es cuestión de gusto... ¡por suerte!
â¿Cree que aún no se logró en el mundo de la historieta amigar a la critica academicista con la simple reseña periodÃstica?
âNo creo que se vayan a juntar nunca. El periodismo de divulgación y la crÃtica cultural son como esos primos que se gustan, pero no pueden ponerse de novios. Los periodistas coquetean con la academia, la academia con el periodismo, pero al final del camino hablan idiomas distintos. En el medio, el problema no es la reseña, que en algunos casos hasta es más rigurosa y reflexiva que los artÃculos académicos sobre historietas. El problema sigue siendo la cita deferente, el homenaje, el club de amigos o los fans de una serie u autor. El tributo o la nostalgia es el peor de los populismos, porque ni siquiera se disfraza de periodismo. Es lo que es, un gusto incondicional y acrÃtico que sólo exige tu sumisión para tener el carnet de socio.
âHace años que usted trabaja en un libro sobre Copi. ¿Qué significó que Fierro vuelva a publicar el trabajo gráfico de Copi?
âLa republicación parcial de la obra gráfica de Copi significó volver a poner en el mapa la discusión sobre las vanguardias en la historieta de los â60. ¿Cuántos ensayos, artÃculos, seminarios y charlas se dieron bajo su nombre? PodrÃamos armar una lista significativa para hablar del fenómeno. La publicación de su narrativa acompaña ese proceso. Por otro lado, serÃa fantástico ver publicados en antologÃas sus primeros trabajos. Esos dibujos que salieron en las revistas humorÃsticas La Hipotenusa, TÃa Vicenta y 4 Patas. Rastrear lo editado por Panorama, Confirmado o Primera Plana al incorporar en los â60 el humor de las ânuevas promesasâ: Oski, Caloi, Quino, Copi y Kalondi. Todo ese material está disperso. Si se sistematiza y edita nos permitirÃa ver la evolución del artista. Pienso que Fierro, cuando edita a Copi, toma una posta que ya no tiene vuelta atrás. Ese trabajo ya habÃa comenzado cuando Oscar Masotta lo publicó en LD (Literatura Dibujada, 1969) y cuando Jorge Alvarez compiló bajo el tÃtulo Los pollos no tienen silla (1968) las tiras publicadas para Le Nouvel Observateur. Fierro se ubica en esa lÃnea de recuperación y rescate. Ya sé que ârescateâ suena mal. Pero es asÃ. A Copi hubo que volver a traerlo. Nos guste o no, ya no era tan nuestro ese argentino en ParÃs.
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