Cada uno le reza a su santo. Algunos al dios Moore, otros al emperador Tezuka, quien más a San Giraud y no faltan las deidades vernáculas, como el Tata Breccia. Todas las oraciones piden lo mismo: que no llueva este fin de semana en Buenos Aires. Al menos, no a partir del mediodÃa de cada jornada, cuando Tecnópolis abra sus puertas y albergue las dos jornadas de cierre del Festival de Historietas Viñetas Sueltas. El Festival comenzó el domingo pasado (30/9) y se expandió en talleres, presentaciones y exposiciones por toda la ciudad. Si llueve, esas exposiciones oficiarán de premio consuelo, pues seguirán abiertas al público por un tiempo más (ver http://www.vinetassuel tpagina12-ar.informativomineiro.com.ar/ciudad.html). El encuentro trae numerosos invitados internacionales, como la norteamericana Sarah Glidden, exponente del comic journalism; la comitiva de la Isla de la Reunión, los ses continentales Darshan y Olivier Balez, y un grupo de latinoamericanos, fuente invalorable para construir un panorama de la disciplina en el continente. Página/12 consultó a los representantes de Bolivia, Brasil, Colombia, Uruguay y Venezuela. Inmediatamente asoman coincidencias en los procesos que atravesó cada paÃs. 2ka5i
Por un lado, los paÃses con menos tradición historietÃstica experimentaron una explosión de actividad durante la década pasada. Donde los globitos ya tenÃan una historia, el cambio más notable está en el cambio de formato y âpor endeâ su punto de venta: los kioscos ya no son el horizonte, sino la librerÃa.
La Paz alberga uno de los festivales más reputados de Sudamérica: Viñetas con Altura. Tanto, que inspiró a colegas de otros paÃses a organizar sus propios encuentros. Entreviñetas, en Colombia, y el propio Viñetas Sueltas, en Argentina, basan su nombre en él. Sin embargo, la explosión autoral boliviana no terminó de consolidarse en una escena editorial. Marco Tóxico, uno de los representantes más destacados de su paÃs, explica los pormenores del sector. âSeguimos gozando del prestigio de ese perÃodo de exposición, pero en los últimos cuatro o cinco años hubo un declive tremendoâ, lamenta. âEn buena parte, el boom que tuvimos era un boom de autoedición, pero evidentemente eso no se puede mantener muchos años.â El volumen de tÃtulos editados al año está lejÃsimos de la producción más ferviente del continente. âEn La Paz sale un libro al año, en Santa Cruz hay quizás una o dos revistas y algunas cosas ligadas al libro ilustradoâ, menea la cabeza Tóxico. âTienes buenos espacios, buenos autores, pero si no los publica nadie...â, cuenta. Tampoco los blogs son una posibilidad real para ampliar la base de lectores. âBolivia tiene uno de los Internet más caro y deficiente del mundo, entonces quizás te vean de afuera, pero en el paÃs no te verá nadieâ, apunta. âEs más probable que yo encuentre un tesoro de un pirata caribeño en el fondo de casa a que venga un editor y me proponga publicarme.â
âAllá estamos en un momento un poco raroâ, comenta en un aparte de su propia exposición el brasileño Fabio Zimbres. âSe está publicando mucho, pero no estamos más en los kioscos, sino en las librerÃas; se venden álbumes y libros caros, y una caracterÃstica de la historieta brasileña, que era el humor, ya casi no existe, casi todo es novela gráfica.â
Además de experiencias autorales alternativas, el tanque irreductible de Turma da Mónica y las ediciones locales de superhéroes, la corriente cada vez más fuerte es la de las adaptaciones literarias. âEl mayor comprador de libros en Brasil es el Estado, que cada año distribuye en bibliotecas públicas y escuelasâ, explica Zimbres sobre el fenómeno.
El intercambio con el resto del continente, más aceitado incluso en mercados más reducidos, es difÃcil con Brasil. La mayorÃa adjudica esto a la diferencia idiomática, pero el dibujante disiente. âEn Brasil es común que se le dé la espalda a la cultura hispanoparlanteâ, critica. âPor tradición, Brasil se volcó a Europa antes y ahora Estados Unidos.â Con todo, Zimbres se permite su cuota de optimismo. âTengo mucho interés en saber qué se hace, me invitan a festivales y traduje autores argentinos y uruguayos, hago mi parte, ¿no? Pero estarÃa bueno que hubiera más empeño del gobierno o instituciones para aumentar la comunicación entre nuestros paÃsesâ, desea.
âEn Colombia no hay una tradición, pero en los últimos cinco años se pudo consolidar un grupo de personas interesadas en publicar historietasâ, plantea el dibujante Joni B., conocido por los lectores argentinos por su paso por el portal colectivo Historietas Reales. A diferencia de la experiencia boliviana, en Colombia el empuje sà permitió la conformación de dos sellos. âUna es Editorial Robot, de la que soy socio, y la otra es Rey Naranjoâ, explica el autor a Página/12. Como algunos colegas locales, con su equipo comenzaron con fanzines y luego dieron el salto a la tarea profesional, aunque aún su producción es limitada. âAhorita mismo también hay algunos festivales jóvenes en Colombia, como Entreviñetas, CaliCómics o el Salón del Cómic de MedellÃn.â Otro aspecto interesante del sector es que se conformaron clubes de lectura de historieta, que suelen funcionar en las bibliotecas públicas. En 2011, cuenta Joni B., la municipalidad de Bogotá votó un premio estÃmulo a la novela gráfica de 8000 dólares y compró 15.000 ejemplares.
EstilÃsticamente, la producción es muy heterogénea. Además de la caricatura y el humor gráficos, algunos dibujantes se vuelcan a los superhéroes, pero no falta quienes se dedican a posturas más autorales o experimentales. âEmpezó a despertar cierta corriente documental sobre las vivencias del paÃsâ, analiza B. âEs normal que asà suceda, por un lado porque no hay una tradición que encasille a la gente en un estilo, y por otro lado porque es un paÃs que necesita hacer memoria en todos los medios posibles, y eso abre miles de historias que la oficialidad de algún modo ha escondido.â
âDesde hace algunos años, con los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura se están publicando muchÃsimos álbumesâ, destaca inmediatamente Renzo Vayra. El excepcional dibujante uruguayo apunta derecho a la clave del resurgir de la historieta del otro lado del RÃo de la Plata. Pero con la Feria del Libro de Montevideo en plena actividad, la mayorÃa de los artistas y sellos locales optó por quedarse en la capital del paÃs y afianzar la relación con los propios lectores. âLa movida no es muy grande, pero sà acorde a la población que hay, es un mercado medio chiquitoâ, opina Vayra. âTambién sé que hay mucha novela histórica porque con todo esto del Bicentenario se le dio mucha importancia. La movida por ese lado es enormeâ, destaca.
El venezolano es otro mercado en formación. Hasta el momento, explica la editora Carolina del Valle, sólo hay dos editoriales: Etnica Estudio y la suya propia, Mitos Urbanos. Su tarea se completa con la de âun montón de gente haciendo fanzines y publicaciones periódicas, con gente como Venezuela Cómicsâ. A esta producción vale sumar la de Biblioteca Ayacucho, del Ministerio de Cultura nacional que adapta una porción de su acervo a historietas y libros ilustrados. âA raÃz de algunos eventos, como el Pabellón del Cómic en 2010, dentro de la Feria del Libro, que pudimos exponer publicaciones y mostrar autores locales, pudimos impulsar la actividadâ, cuenta Del Valle. Sin embargo, la producción âes cuesta arribaâ, reconoce la editora y en general los trabajos son âdispersos debido a la discontinuidad de las publicacionesâ. La explosión web, que en Argentina ya está consolidada, allà aún es un proceso incipiente.
La clave, coinciden los entrevistados por este medio, está en afianzar los intercambios, en mostrar la producción y confiar en que con la mayor presencia en cada escena local crezcan también los lectores. Es cuestión, parece, de dejar las viñetas sueltas por el continente.
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