Justificar la existencia de ciertos monstruos a partir de la mirada redentora de la psicologÃa, o explicar su maldad a partir de las alteraciones fÃsicas, no hace más que alentar el consumo de relatos mórbidos y afianzar la idea de que esos freaks son anomalÃas ajenas a la humanidad reinante. Nada de eso hay en la historia central que mañana ofrece la revista Fierro âen su sección Novelas Gráficas Ejemplaresâ, basada en la penosa y pasmosa vida de Cayetano Santos Godino (1896-1944), apodado lombrosianamente como el Petiso Orejudo. Aquel pirómano de los márgenes, catalogado como el primer asesino serial de estas tierras, espantó con cuatro crÃmenes a la clase dominante de los primeros años del siglo XX que, detrás de las trasformaciones económicas y sociales de Buenos Aires (el puerto, la inmigración, la expansión de las urbes) ocultaban a la verdadera bestia del régimen conservador: la marginación, la pobreza, el delito y un sistema normalizador que golpeaba, sobre todo, a los niños de las familias humildes. 19kh
Cayetano (tal es el tÃtulo de la historieta) escapa a esas lecturas banales y complacientes, poniendo en escena ââcasi con pudorâ, como señala Juan Sasturainâ la historia de ese hijo de inmigrantes que, sin saber lo que hacÃa, hacÃa eso que a todos aterraba. âCayetano es, sin duda, un excluido de la sociedad que vagaba en las sombras de la urbe âexplica el guionista Luciano Saracinoâ. En ese hondo bajo fondo donde el barro se subleva apareció un dÃa Cayetano para el asombro popular. Muchos años le llevó a la sociedad entender que aquel hijo de inmigrantes no era un simple monstruo sino una compleja metáfora del sistema. No nos interesaba abordarlo ni como vÃctima ni como victimario, sino un producto atroz de una sociedad más atroz.â
Más allá de la rigurosa documentación, la historieta escrita por Saracino y dibujada por Nicolás Brondo, proyecta a partir de la figura de Cayetano una vuelta de tuerca sobre el tratamiento del terror como género narrativo. Apelando a la repetición casi obsesiva de cuadros, a la mÃnima expresión de la palabra y a una composición de página centrada en lo arquitectónico, la dupla logra crear un efecto inusual: retacear el rasgo humano de los personajes para presentarlos casi como silenciosas figuras de yeso. âEl tema del silencio lo pensamos desde el principio âagrega Saracinoâ. Da mucho más miedo el silencio que lo explÃcito, da mucho más miedo no enterarnos qué pasa por la cabeza de ese pibe repleto de pesadillas y migrañas, que escucharlo hablar. El silencio es una forma de lo oculto y Cayetano era el sÃmbolo de lo que la bestia se calla.â
Si para los criminólogos de la época la maldad de Cayetano se alojaba en sus desplegables orejas (lo operaron en el gélido penal de Tierra del Fuego), bien podrÃa decirse, a la luz de esta edición de Fierro, que los lectores de la revista âque en este septiembre frÃo cierra un ciclo de 10 años de publicación de historieta desde octubre de 2006â deberÃan parar sus normales orejas para escuchar las voces que acompañan al truculento relato nodal: expulsado luego del cierre de Historietas Nacionales, vuelve a desembarcar el deforme âChumboâ de Podetti y Parés, hombre elefante que lucha por ser parte de un circo de monstruos sindicalizados; también se escuchan los disparos de la enciclopédica y revisionista historia de gángster âLa Ley Secaâ de El Marinero Turco; rompe los cielos de Buenos Aires un Zenitram (Quattodio-Sasturain) en busca de limpiar su imagen ante los poderosos y corruptos dueños del poder polÃtico; y, por último, reaparece, a pedido de los lectores, un capÃtulo más de âLa Nenaâ de MarÃa Alcobre, saga de intimidad exploratoria sobre los amores y desamores de y en la infancia.
Entre las novedades, claro, la que se destaca es la aparición por primera vez en la publicación del dibujante Nicolás Brondo que, además de mostrar recursos y talento en Cayetano, parió la poderosa ilustración de tapa de esta Fierro.
Dibujante, ilustrador y diseñador, Brondo nació en Córdoba en 1982, y formó parte del sello Llanto de Mudo, que comandaba el fallecido y recordado editor Diego Cortés. El trabajo del cordobés data de fines de los 90 y puede rastrearse en diversas antologÃas y fanzines. Hoy con varios libros en su haber, trabaja para editoriales de España, Italia e Inglaterra. Con Saracino (1978) realizó varios trabajos en las antologÃas âHéroes y casi héroesâ, âEbriosâ y âMiedos y otros escalofrÃosâ y con el libro âJohn Crowley. Cazador de leyendasâ. Sin embargo, se conocieron personalmente una noche de 2010, cuando nació la idea de Cayetano: âEsa vez hablamos de hacer una adaptación de ese personaje, y antes de volverse a Buenos Aires, Saracino me dejó escritas las primeras dos páginas ârecuerda Brondoâ. Inicialmente, la idea era producirla como un libro a lo From Hell de Alan Moore, ya que el Petiso es nuestro Jack el Destripador. Pero las ideas cambian. En diciembre de ese año, viajé a Ushuaia y visité el precinto donde Santos Godino estuvo preso, y allà terminé de convencerme de la idea. La cantidad de información que hay en esa cárcel, ahora devenida en museo, me mostró la historia en detalle, y me motivó a investigarla y conseguir textos y anécdotas viejas más finas de lo que decÃa el vox populi y de lo que yo conocÃa. También fotografié hasta el último cuadrito con información que habÃa. Justamente, la portada de Fierro es una fotografÃa retocada y dibujada por encima, que saqué de una estatua de hierro que está en la mismÃsima puerta del museo fueguinoâ.
Por distintas circunstancias, el proyecto se postergó; luego llegó la noticia de la muerte del editor y guionista Diego Cortés en agosto de 2015, a quien está dedicada Cayetano. âUn par de meses antes de su muerte, realicé esas dos páginas que Luciano habÃa escritoâ, agrega Brondo. âSe las envié y recibà por mail otras 34 escritas, y un mensaje diciendo que Fierro estaba interesada en publicarlaâ. Con el dolor y la bronca del amigo fallecido, Brondo se sentó a dibujar la historia de un tirón: âSobre el concepto gráfico puedo decir que la repetición de cuadros, de encuadres y planos, fue pensada para profundizar el terror. Porque no hay que olvidarse de que lo que se recuerda de Santos Godino es el miedo. La idea de no mostrar los asesinatos aportó más oscuridad al personaje y al ritmo de la historia. Fue un hallazgo, creo, poner el acento en eso. Debido al poco tiempo, la realicé completamente en digital, y creo que también eso ha sido un logro, porque le trasmite al lector la misma sensación que tenÃa mientras la dibujada: que el terror pase lo más rápido posibleâ.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.