ParecÃa que los astros se habÃan alineado a favor de los fanáticos argentinos del pop: por primera vez en 13 años de carrera, Britney Spears, la princesa del pop, iba a presentarse en Argentina. Tras sus inicios inocentones a fines de los â90, sus problemas de adicciones y su divorcio a mediados de la década pasada y su regreso triunfal con los discos Blackout y, sobre todo, Circus, Britney iba a venir por fin al paÃs para presentar Femme Fatale âel disco que lanzó en marzo de este añoâ en el Estadio Unico de La Plata. Y allà acudieron a la cita unas 30 mil almas (en su mayorÃa adolescentes y veinteañeros), con la expectativa de disfrutar de la música, las coreografÃas y la puesta en escena en vivo de semejante miembro de la realeza pop mundial. Aunque lo que se vio la noche del domingo lamentablemente no estuvo a la altura del tÃtulo nobiliario que se le otorga popularmente a Spears. 1x5a4
Sucede que Britney ya no canta ni baila como antes. Algo que se notó no bien empezó su show âque tuvo como teloneros a Teen Angels y al ex Backstreet Boys Howie Dâ sentada en un sillón para cantar âHold it Against Meâ mientras sus bailarines se lanzaban a coreografiar el hit de la cantante y, minutos después, contoneándose adentro de una cabina que se elevó varios metros por encima del escenario para âUp Nâ Downâ. Britney siguió un recorrido que combinó viejos hits como â3â y âPiece of Meâ con canciones de su nueva placa, como âBig Fat Bassâ âcon Will.I.Am en pantalla giganteâ y âHow it Rollâ, en versiones demasiado parecidas a las de los discos y con la rubia haciendo coreografÃas que le hubieran valido una automática sentencia si hubieran sido presentadas en Bailando por un sueño. Y ni hablar de cuando hizo subir a un miembro del público para hacerle un baile del caño en âLace & Leatherâ que le hubiera valido su automática expulsión de Showmatch por su falta de riesgo y sensualidad.
Después hubo más cambios de ropa en medio de una estética de show popular bien estadounidense: previsible, artificial y con un glamour medio pelo. Más tarde, y casi como si quisiera sacarse de encima el trámite de cantar en vivo, llegó el final con una sucesión sin pausas de âIâm a Slave 4 Uâ, âI Wanna Goâ y âWomanizerâ, a la que se sumaron los bises âToxicâ y âTill the World Endsâ, con lluvia de papelitos incluida.
Señalada en algún momento como la heredera del trono pop que ostenta Madonna âaunque ahora otras âprincesasâ como Lady Gaga y Rihanna le disputen dicho lugarâ, Spears siguió la receta que la reina madre del pop impuso en los â80: cambios de ambientación, vestuario teatral, coreografÃas coloridas y gran espectacularidad. Aunque hoy en dÃa Britney no es ni la sombra de la ex âchica materialâ en vivo y en directo, a pesar de que tiene casi la mitad de la edad. Pero lo que sà tiene la ex chica Disney es el amor del público, que convirtió la presentación en una verdadera fiesta. Casi como en el cuento de âLas ropas nuevas del emperadorâ, los 30 mil súbditos de la princesa hicieron de cuenta que la performance era la mejor que habÃan visto en su vida y bailaron y cantaron en su honor. Pero no por obsecuencia, como en el tradicional relato, sino por cariño. ¿Le habrá llegado ese fervor a Britney? DifÃcil saberlo porque se la pasó muy concentrada haciendo sus temas en vertiginosa secuencia y casi no tuvo tiempo de dirigirse a los fans. Salvo al final, cuando en âI Wanna Goâ invitó a varios chicos del público a subir al escenario para bailar con ella y terminó con una coreografÃa grupal estilo Jugate conmigo. Todo un sÃmbolo del nivel que tuvo la ex de Justin Timberlake.
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