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âEl festival es un lugar un poco engañoso, está bueno porque es muy prestigioso, pero la pelÃcula tiene que tener una buena respuesta del públicoâ, reflexiona Marco Berger sobre la Berlinale, esa fiesta alemana del cine mundial que comenzó ayer y se extenderá hasta el domingo 15. Al mismo tiempo, y quizá sin darse cuenta, el director brinda una idea acabada de cuál es su lugar como cineasta. Berger, quien ya es un joven veterano del festival europeo (donde ganó un premio Teddy por Ausente), estrenará allà Mariposa, como parte de Panorama, la segunda sección más importante. Su colega Juan Schnitman compartirá la sección. Schnitman llega a BerlÃn con El incendio, su regreso a la ficción después de once años y tras dos documentales en su haber. Juntos anticipan la experiencia de estos dÃas y ofrecen una lectura sobre el estado de situación de la producción nacional.
âEsta edición de la Berlinale tiene un record de pelÃculas hispanoparlantes: 50. ¿A qué lo atribuyen?
Marco Berger: âEn principio, debe ser casual, porque el año pasado no hubo tantas, pero también debe ser por el movimiento que tiene el cine latinoamericano en estos últimos años. Chile creció, Brasil viene fuerte, la Argentina viene fuerte hace un montón.
Juan Schnitman: âTambién hay una sección, Native, de cine indÃgena, donde justamente también hay un montón de pelÃculas latinoamericanas porque van justo.
âUstedes son de la misma generación de cineastas. ¿Cómo encaja el cine argentino actual en ese espacio?
J. S.: âLa Berlinale, y la sección Panorama en particular, casi todos los años tiene una o dos pelÃculas argentinas. Se estrenan muchas allá. En ese sentido, BerlÃn recibe mucho y muy bien al cine argentino.
âPero, ¿por qué está tan bien conceptuado?
M. B.: âCreo que hay cine argentino muy bueno. Pero es algo que no tiene que ver con la argentinidad, sino con que aparecieron directores argentinos buenos. El cine coreano, argentino o de donde sea puede que tenga una lÃnea general, pero cada cineasta tiene algo muy diferente para decir. Sà pasa que acá que hay mucha escuela y hay mucha producción. Cada vez más. El Bafici también abre lugar para gente nueva. Eso permite mucha variedad y algo de toda esa variedad luego puede ser tomada por el Festival de BerlÃn o cualquier otro.
J. S.: âEs insoslayable el hecho de que en la Argentina se producen muchÃsimas pelÃculas por año. Es un fenómeno muy local, que ocurre en muy pocos otros paÃses. Es una isla en América latina. En Brasil se produce la mitad de acá, con cuatro veces más habitantes. México, que es gigantesco, produce mucho menos. De ese mar de pelÃculas que se producen acá, muchas encuentran su camino en los festivales más importantes.
âY en sus casos particulares, ¿cuáles son sus expectativas con esta edición?
M. B.: âEl festival es un lugar un poco engañoso, está bueno porque es muy prestigioso, pero la pelÃcula tiene que tener una buena respuesta del público. Lo mismo pasa con la crÃtica. Mi expectativa es que la pelÃcula guste, que la gente se siente y la pelÃcula funcione. Después, creo que cuantas menos expectativas ponés, mejor. Si no esperás nada y pasan cosas buenas, genial. Si esperás mucho y no pasa nada, es decepcionante. Siempre para mà es mejor ir más limpio y pensar que el premio ya es estar en BerlÃn y que la pelÃcula se muestre.
J. S.: âPienso parecido. Para mÃ, ya es una felicidad enorme estar con la pelÃcula en el festival. Voy a pasarla bien presentando la pelÃcula. Me gusta hacer la parte de preguntas y respuestas con el público, que disfruto mucho en los festivales.
â¿Llevan algún plan de trabajo o proyectos concretos?
J. S.: âNo demasiado. Nosotros ya tenemos un vendedor, una publicista, hay notas pautadas allá. Mi interés está puesto en las proyecciones. No veo la pelÃcula hace meses, aparte. Me estoy guardando desde hace mucho tiempo para verla allá en pantalla grande, porque la terminé en mayo o abril del año pasado y todavÃa no volvà a verla. Además, allá las salas son muy grandes. Mi estreno es en una sala para 650 personas. Y la última función es en una sala para 850. ¡Espero que vaya alguien! Ir a presentar una pelÃcula ante tanta gente sólo me pasó en Cuba, cuando fui con El amor (primera parte), porque allá las salas son de 1200 personas, una locura. Y además la gente grita, habla, se va de la sala.
M. B.: âComo director, uno conoce mucha gente, hay mucho cambio de tarjeta y se habla de proyectos a futuro, pero en un festival no se concreta nada. Los que más trabajan, de verdad, son los productores, que van a vender la pelÃcula. Uno ve si el producto funciona. Trata de divertirse y generar os, dar entrevistas. Hay que ir muy relajado porque es una experiencia fuerte. Tenés que agarrarte como del carrito de la montaña rusa, porque son cinco dÃas que te vuelven loco. Tenés que estar trabajando con el festival, que es dar notas y todo lo demás. Pero lo que son proyectos a futuro, son os. Después seguÃs mandándote mails, pero en el momento del festival, lo importante es la pelÃcula.
â¿Se siente cierta presión por ir habiendo ganado un premio antes?
M. B.: âSiempre se espera. Pero como tuve Hawaii en el medio, a la que le fue bien, no le tengo miedo a la expectativa. Y sé qué pelÃcula estoy llevando. Sà hay un cambio, una puesta diferente en ésta, pero la probé, la pruebo todo el tiempo, con amigos, en privadas. Y sé que funciona. Entonces no estoy ni asustado ni con un tipo de expectativa rara, ni me siento presionado. Voy retranquilo porque me gusta la pelÃcula, me gusta la apuesta y vengo con una lÃnea clara que mantengo. Además, como no es competitiva y el premio que gané tampoco podrÃa competir con ésta...
âEstar en Panorama les quita presión a ambos.
J. S.: âClaro, no hay jurado oficial. Hay algunos paralelos, que pueden premiar tu pelÃcula, de casualidad.
M. B.: âPasa eso: estás fuera de competencia y hay un montón de premios que pueden aparecer, pero que son una sorpresa. No estás pendiente de si la pelÃcula funciona con el jurado.
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