El horizonte es demasiado oscuro: va del gris al ânegro sobre fondo negroâ. Solo la deliberada banalización, a través del juego de domesticaciones culturales ejecutada desde el macrismo, podrÃa postular una paleta de colores ahà donde hay miedo, rabia y un sinfÃn de preocupaciones. Se trata de inquietudes acaso bastardeadas por quienes, tan ajenos al mundo del trabajo, creen que sobrevivir es un asunto rupestre o un pecado de los âbárbarosâ que nunca se conformarán con las migajas que les tiran los presuntos neo civilizados. Los múltiples rostros de la 42 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires âque termina hoy después de 19 dÃas en los que se presentaron dos premios Nobel de Literatura, J.M. Coetzee y Mario Vargas Llosa; además de varios autores españoles y latinoamericanos como Milena Busquets, Laura Restrepo y Sergio RamÃrezâ padecen la trama del ajuste económico, la inflación y la recesión. 4i6q2t
Algunos expositores la reconocen y no la ocultan. Otros acuden a la compensación optimista del âpodrÃa haber sido peorâ. La lengua del marketing deglute números y postula disyuntivas del tipo âmásâ o âmenosâ libros vendidos en una especie de trasposición comunicacional en la que únicamente sirve el imperativo del éxito. La lectora atribulada caminó por los pabellones, husmeó y revolvió, habló y escuchó, y puede afirmar que no hubo tanta gente como en otras ediciones, excepto el sábado pasado por el fenómeno de miles de jóvenes que llegaron a la Rural para ver al Youtuber chileno Germán Garmendia. Que las ventas bajaron âo estuvieron igual que en 2015, en algunos casosâ se percibió a simple vista: mujeres y hombres, jóvenes y estudiantes, salÃan el predio de la Rural con bolsas delgadas en las que se adivinaba apenas un libro, como mucho dos.
Nadie hizo los balances definitivos todavÃa. Los números exactos estarán en uno o dos meses. En la mayorÃa de los stands, los trabajadores de las editoriales y librerÃas hacen cálculos y estimaciones de la mano de la experiencia que acumulan a través de varias ediciones. âLas ventas bajaron un 20 por ciento en ejemplaresâ, dice Norberto Gugliotella de Corregidor. âYo creo que nadie vendió más que el año pasado, salvo que hayan cambiado de lugar en la Feria o que hayan tenido una novedad rutilante. Lo que repercutió para que las ventas bajaran tanto, en nuestro caso, es que vinieron muchos menos bibliotecarios de la Conabip. Pero no hay que perder de vista cómo bajó el poder adquisitivo de la gente. El libro se ha convertido en un objeto de lujoâ. Coincide, en parte, Federico Martedi de Colihue: âEn ventas fue un poco más floja que el año pasado, quizá un 10 por ciento menos en cantidad ejemplares. Vine con muy mala idea, sobre todo por la situación económica que está generando este gobierno. Nuestro libro más importante fue el de VÃctor Hugo Morales, Mentir a diario, que trajo mucho público porque trata sobre uno de los problemas más grandes a nivel mundial, no sólo acá, aunque el libro está dedicado a cómo se arma la mentira diaria en la Argentina por parte del poder mediático. Vino mucha gente a comprar el libro de VÃctor Hugoâ.
Gabriel Waldhuter, de la distribuidora Waldhuter, cuenta que está âconformeâ porque la venta fue âmuy parecida a la del año pasado, pero en baja un 10 por ciento en los libros importadosâ, aclara el distribuidor. âTodos los años venÃamos subiendo, pero este año en pesos nominales, teniéndole que agregar la inflación y el aumento del precio de los libros que en nuestro caso por ser libros importados se tuvo que aumentar un 60 por ciento por la devaluación, estamos casi cerca de igualar la cifra del año pasado. En cantidad de ejemplares vendimos más sólo en sellos nacionalesâ. ¿Por qué baja la venta de los libros importados cuando se celebró hasta la exageración la apertura de las importaciones? âSe abrió la importación, pero no se mantuvo el precio del dólar anterior al 10 de diciembre porque por más que digan que el dólar ya estaba a 15 pesos es mentira: como importadores pagábamos el libro a un dólar a 9,50. Ahora sà lo tenemos que pagar a 15, que es el valor al que está. La única ventaja de la apertura de las importaciones es que es menos burocrática, pero quienes visitan el stand todos los años pueden ver que tiene la misma cantidad de ejemplares. Quizá era más burocrático antes, pero los libros llegaban igualâ, explica Waldhuter. âMe doy cuenta en la caja que la gente piensa dos veces antes de comprar un libro. Y te preguntan si las tres cuotas son sin recargo, porque ahora muchos empezaron a recargar los pagos con tarjetas. Y muchos aprovecharon que tenemos el Ahora 12â.
En Fondo de Cultura Económica (FCE), Cleopatra Caglieris subraya que no les fue âtan bienâ como el año pasado. âClaramente ha habido menos gente, hemos tenido dÃas de poca venta, otros mantuvimos un nivel de venta parejo, a pesar de que el libro está más caro que el año pasado. No tenemos el detalle de la cantidad de ejemplares vendidos, pero nos parece que es menor que en 2015. Vinieron menos bibliotecarios de la Conabip y algunos sin subsidio; pagaron todo con sus ahorros, por lo tanto llegaron a la mañana temprano y se fueron el mismo dÃa a la noche porque no tenÃan posibilidad de pagar un hotelâ, plantea Caglieris y agrega que vendieron bien libros infantiles y varios de educación como Escribir textos cientÃficos y académicos de Marta MarÃn; y clásicos del catálogo de FCE como los textos de Michel Foucault y de Zygmunt Bauman. âSomos una editorial mexicana y nunca tuvimos problemas para ingresar los libros. Sà habÃa una cantidad de papeles que llenar y una serie de trámites que eran muy engorrosos, muy burocráticos, y habÃa que equilibrar la balanza entre lo que entraba y lo que salÃa. Ahora no es lo mismo traer libros a un dólar a 10 pesos que tener que traerlos a un dólar a 15 o 16 pesos. Lo peor es que estaban surgiendo un montón de editoriales argentinas chicas de una calidad increÃble, pero con la apertura de la importación qué va a pasar con esas editoriales... Las imprentas también habÃan empezado a moverse gracias a la edición nacional. ¿Ahora qué va a pasar? Ni hablar que el ministerio de Educación no está comprando libros. Toda la actividad cultural está cayendoâ, reflexiona Caglieris.
Hay excepciones como el stand colectivo âTodo libro es polÃticoâ, un espacio que reúne el material de 21 editoriales, como Hekht, Milena Caserola, Tinta Limón, Las Cuarenta y Letra Sudaca, entre otras. Diego Ravenna, librero encargado del stand, aclara de entrada que les fue mejor que en 2015 porque el año pasado habÃa solo cinco editoriales y estaban en un espacio mucho más pequeño. âHicimos más ruido al estar en el patio trasero de Estados Unidos, hubo más movimiento en el stand con presentaciones y lecturasâ, comenta Ravenna, librero de Orilla, casa de libros que tiene ganas de llevar âTodo libro es polÃticoâ a la mayor cantidad de ferias de todo el paÃs. Los más vendidos en el stand son TeorÃa King Kong de Virginie Despentes (Hekht); Calibán y la bruja de Silvia Federici (Tinta Limón); Foucault para encapuchadas de Manada de Lobxs (Milena Caserola; el folletÃn Macri es la cultura y La mujer de mi vida de Elvio Gandolfo (Letra Sudaca). âEl contexto económico es complicado y se nota que el caudal de compras es menor y que hay menos circulación de gente de la Feriaâ, advierte Ravenna. Desde el stand de Patria Grande editora, Sebastián apela a la metáfora futbolera y habla de un âempateâ en el nivel de ventas. âSe notó mucho que los que compraban libros hacÃan un esfuerzo y aprovechaban promociones, pedÃan descuentos, buscaban cuotas y cuantas más cuotas, mejorâ. Alejandro Gutiérrez de LibrerÃas Libertador, que trabaja con libros de saldo y ofertas, calcula que las ventas estuvieron parejas y que vendieron âla misma cantidad de ejemplares que el año pasadoâ. En Planeta, uno de los grandes grupos, afirman que las ventas están igual que en 2015. Tusquets, uno de los sellos más literarios del grupo, tiene tres tÃtulos entre los más vendidos, según informa Paola Lucantis: El elefante desaparece de Haruki Murakami, Los besos en el pan de Almudena Grandes y El partido. Argentina Inglaterra 1986 de Andrés Burgo.
PÃa Piacentini, de Siglo XXI, revela que al principio de la Feria âhabÃa tan poca gente que estábamos muy preocupadosâ. âEste fin de semana mejoró la cantidad de personas. Al haber menor afluencia de público creemos que vendimos menos en comparación con el año pasado. Se nota que la gente está más reticente a la hora de gastar porque tiene miedo por la situación económica. Los que compraban aprovechaban Ahora 12, las promociones de los bancos, los descuentos a docentes. Eso hizo que el público que siempre viene a ver qué tenemos se llevara al menos un librito âprecisa Piacentiniâ. Yo estoy en el stand desde 2012, año en el que salió Hijos de los dÃas de Eduardo Galeano, que lo vino a presentar en la Feria, asà que si comparo lo que pasó este año con otras ediciones la verdad es que no hemos explotado. Es evidente que la gente no tiene la misma capacidad para comprar librosâ.
Flavio Sorbellini, de la editorial Prometeo, confirma que se vendió un 20 por ciento menos en cantidad de ejemplares y también en pesos. âNosotros estamos muy focalizados en las ciencias sociales de modo que la gente que viene a comprar nuestros libros es público universitario, docentes, investigadores y académicos. Como somos una editorial nacional, tenemos precios bastante competitivos en comparación con los que importan libros universitarios españoles. La feria siempre genera mucha expectativa, pero no pensamos que fuera a bajar tanto las ventas, aunque desde octubre del año pasado hasta ahora el bajón ha sido generalizado en las librerÃas de capital y gran Buenos Airesâ, señala Sorbellini. El encargado de Prometeo pide disculpas porque tiene que cobrar un libro, pero tiene ganas de continuar analizando la compleja situación que atraviesa la industria del libro argentino. âCuando regÃa el 35 por ciento a las importaciones de libros, el importador se quejaba y ponÃa un precio alto al libro porque tenÃan que cubrir ese 35 por ciento. Ahora que no está más eso, igual siguen multiplicando en 30 o 40 por ciento el precio en euros, los libros son más caros y el bolsillo del público no tuvo ningún beneficio. Tampoco tuvimos ningún beneficio los que trabajamos en la industria nacional porque si el papel se va al precio dólar y se indexa permanentemente y la tinta lo mismo y los derechos los pagás siempre en euros o dólares, ¿cómo hacemos para reproducir libros? Ese es el dilema en el que estamos ahoraâ, argumenta Sorbellini.
¿Qué pasa con el plan editorial de Prometeo? âTenemos un plan anual de 120 novedades que las vamos a sostener porque hay un criterio socioeconómico de la editorial de mantener lo que venimos publicando para que no falte el trabajo. Pero el editor pequeño que saca del fondo del cajón unos pesitos para editar un libro, si ese libro no se vende, no edita más âaclara Sorbelliniâ. El librero no vende, el editor hace pero no sabe hasta cuándo va a hacer, además consigna los libros, es decir que los presta, de modo que se los pueden devolver al mes o a los seis meses o pueden pasar dos años hasta que esa plata le vuelva. Esto es una cadena: el imprentero que estaba acostumbrado a trabajar con dos o tres editoriales y con eso ya estaba más o menos hecho ahora qué va a hacer si se le caen dos o tres editoriales y cierran librerÃas como cerraron en estos últimos seis meses; librerÃas históricas como MartÃnez de MurguÃa, Platero, o librerÃas cool como Crack up en pleno Palermo, tuvieron que cerrar porque el precio de los alquileres subió mucho y bajaron las ventas porque los libros están caros... El panorama, lamentablemente, es demasiado grisâ.
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