âCreer en nuestro destino, no necesitamos fingir, todo eso es lo que quiero ser, mÃrame volverme locoâ, gime un poseso Max Cavalera en el tema âBloody Rootsâ de Sepultura. Y esa mezcla de lamento universal, llamado a la rebelión, canto contra la esclavitud y apego a la identidad negra podrÃa ser del propio Kunta Kinte, el protagonista de RaÃces, miniserie que tendrá su estreno hoy por History a las 22. En total son cuatro partes de dos horas âhasta el juevesâ sobre el calvario del esclavo africano en los campos tabacaleros de Virginia y que durante años âsolo pensaba en retomar su libertadâ. Le seguirá la vida de su hija, su nieto bastardo, la de sus dueños, la de la opresión colonial, la Guerra de Secesión, hasta llegar a 1976, cuando Alex Haley, un descendiente de Kinte, publique el libro ganador del Premio Pulitzer sobre su linaje. 3w2b27
Se trata de la remake de uno de los sucesos televisivos globales más grandes de todos los tiempos. La miniserie de 1977 que le dio lugar a otras recreaciones de la Historia a gran escala desde la pantalla chica como Shaka Zulu, El pájaro canta hasta morir y Mussolini, entre otras. En todas ellas hay sagas familiares, presupuestos altÃsimos para el medio televisivo, desparpajo técnico y discursos altisonantes sobre tópicos tabú. Lo Ãntimo y lo general también toca una fibra en el productor de esta versión, Mark Wolper, hijo de quien realizó la anterior. âSenté a mi propio hijo de 16 años frente al televisor para que mirara la vieja RaÃces, y no pudo mantenerse en su lugar, no pudo conectarse con ella, no funcionó para él. (â¦) Fue en ese momento en que me di cuenta por qué debÃamos contar la historia otra vez. Es historia. Es la historia de Ãfrica, es la historia de Estados Unidos, es la historia de Europa. Y debemos contar estas historias una y otra vezâ, dijo Wolper. Aunque tenÃa sus reservas por el status de la miniserie y el libro, la complejidad de hacer un homenaje digno y el modo de encarar los problemas polÃticos y raciales para esta época. âLas nuevas versiones suelen ser terriblesâ, confesó el realizador. ¿Y lo es en este caso? En absoluto. Aunque es imposible que marque un mojón como su antecesora por motivos relacionados con la dinámica del medio y la representación del tópico más que con el tema en sÃ. Para decirlo sin vueltas, difÃcil que el espectador actual se sorprenda tras las vueltas de tuerca que significaron Django sin cadenas (Quentin Tarantino, 2013) y 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2014).
RaÃces ahonda en la cuestión de la identidad, y lo mismo se aplica a la propia adaptación. Se trata de un versión respetuosa de la original (LeVar Burton âquien fue Kunta Kinte en aquellaâ es otro de los productores) que incorpora más material de la novela de Haley (como la vida previa del protagonista en Gambia). Por momentos se entrega al canon y en otros lo pervierte. El primer episodio es una demostración de esa mezcla. En los diálogos, la puesta en escena, las caracterÃsticas de los personajes y la narrativa cronológica, RaÃces se embarca en un clasicismo algo añejo pero llevadero. Lo mismo vale para el concepto de âgran elencoâ del que forman parte Laurence Fishburne, Forest Whitaker, Jonathan Rhys Meyers, y Anna Paquin, entre otros. Por otro lado, las torturas, secuestros y ritos iniciáticos afloran con una brutalidad no apta para estómagos débiles. También ostenta cierta audacia visual en algunas escenas, a saber, el martirio del viaje oceánico del protagonista (Malachi Kirby). Como en Amistad (Steven Spielberg, 1997) habrá un motÃn en altamar. Son minutos entre bailes con grilletes, oscuridad, vómitos y el sadismo del hombre blanco montados con destreza. Arribado a suelo estadounidense lo comprará John Waller y, a su pesar, recibirá el nombre de Toby: el mismo que un caballo del terrateniente. Momento que marca el inicio de otra âla mismaâ historia.
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