Para muchos es una especie de leyenda. Haber sido el orquestador del último ây notableâ disco grabado en estudio por Roberto Goyeneche, haber realizado arreglos para Mercedes Sosa y haber recibido elogios de parte de Chick Corea por uno de sus primeros discos, Galaxy Dust, son algunos de los créditos de Carlos Franzetti, pianista y compositor argentino radicado desde hace años en EE.UU. y ganador de un Grammy latino (2001). Cada tanto, vuelve para darse el gusto de tocar en Buenos Aires y en un contexto más relajado que el habitual. Como hoy a las 21, en el Jazz Voyeur (Posadas 1557), donde actuará junto a Arturo Puertas en contrabajo y el baterista Fernando MartÃnez. 115t
âUn Grammy es un acontecimiento mediático; no significa demasiado desde el punto de vista musical, si uno piensa que Kind of Blue, de Miles Davis, o Waltz for Debby, de Bill Evans, que son dos de los grandes discos de toda la historia, no lo ganaron. Pero un premio asà siempre ayuda un poco a que un disco se venda algo más, se abran algunas puertas y a que a uno le ofrezcan más trabajo. Eso es todoâ, dice Franzetti a Página/12. En Buenos Aires sólo para ofrecer estos conciertos, el pianista cuenta: âVamos a hacer de todo un poco. Temas de Wayne Shorter, de Keith Jarrett y algunas cosas mÃas también. Me interesa la posibilidad de recrear lo que otros crearon. Me saca de lo compositivo, de estar sentado a la mesa escribiendo. En Galaxy Dust o en Graffiti eran todos temas mÃos. Interpretar cosas de otros implica un compromiso totalmente diferenteâ.
Para un músico de jazz nacido en Argentina, con una tradición en la que Oscar Alemán, el Mono Villegas o el Gato Barbieri están lejos de ser presencias menores, la propia idea del âjazz latinoâ es un poco ajena. Ya se sabe, âlatinoâ, en los Estados Unidos, quiere decir mexicano o caribeño. âCuando llegué tuve que aprender qué era un montuno, por ejemplo, o la rigurosidad de ciertos pies rÃtmicos. Para mÃ, la salsa era una verdadera novedad. Pero lo que a mà me sale es una salsa con acento. Es lo mismo que si un cubano o un portorriqueño tocara âMalevajeâ, no le saldrÃa igual que a nosotros. Ahora, si eso es bueno o malo, depende, supongo, del talento o de la creatividad de quien interpreta. Puede ser muy literal con la tradición, haber nacido en la misma tierra que esa canción y que esa versión no diga nada y también puede pasar lo contrarioâ.
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