Un escándalo de proporciones wagnerianas ha envuelto al Festival de Salzburgo apenas semanas antes de que Simon Rattle condujera la ópera El ocaso de los dioses del compositor alemán, una historia de corrupción y caÃda que ahora parece particularmente apropiada. El festival, que dura una semana y se realiza para las Pascuas, ha sido sacudido hasta el núcleo después del aparente intento de suicidio de su jefe técnico y la desaparición del director, entre acusaciones de un fraude enorme de más de dos millones y medio de dólares. Abogados del Estado austrÃaco anunciaron el pasado fin de semana que estaban investigando a ocho personas conectadas con el evento sospechadas de engaño y malversación. âCalculamos que nuestra investigación llevará mesesâ, dijo un vocero. âInvolucra a compañÃas inexistentes y cuentas bancarias offshore.â 412c6z
El tamaño del escándalo comenzó a revelarse a principios de diciembre, tras el abrupto despido de Michael Dewitte, director ejecutivo del festival, quien ahora es buscado por la policÃa después de desaparecer sin dejar rastros. Se lo acusa de haber desviado ilÃcitamente miles de euros donados por patrocinadores hacia cuentas bancarias en el extranjero, trampear gastos, y pagar por servicios que en realidad no eran usados por el festival. Sus supuestas actividades llevaron a Gabi Burgstaller, gobernadora de Salzburgo y presidente oficial del festival, a describir el evento como un âautoservicioâ, que operaba en un âsistema independienteâ. âAlguien tendrá que hacerse responsable y pagar por los dañosâ, dijo, sugiriendo que el escándalo podÃa extenderse hasta hace ocho años.
Varios de los métodos que Dewitte habrÃa usado para defraudar al festival trascendieron a la prensa austrÃaca. Los medios de ese paÃs revelaron que el director habÃa puesto a su esposa en la nómina del festival y desvió más de 400 mil dólares hacia una compañÃa falsa con cuenta bancaria en Chipre. También está sospechado de trampear gastos a gran escala: una cuenta de taxi desde el aeropuerto de Salzburgo hasta la cercana ciudad, por ejemplo, habÃa sido facturada en 772 dólares. Dewitte, a quien se acusa de haber malversado el cinco por ciento de todos los fondos donados al festival durante los últimos ocho años, habÃa desestimado esos dichos contra él como âinsosteniblesâ y âbasuraâ.
La semana pasada, Klaus Kretschmer, el jefe técnico del festival durante años, fue encontrado gravemente herido e inconsciente debajo de un puente de Salzburgo. Se lo relevó de su cargo después de que también fuera implicado en el escándalo. Desde el supuesto intento de suicidio ha sido mantenido en un coma inducido artificialmente. A él se lo acusa de cobrarle al festival más de 900 mil dólares por supuestos âservicios de consultorÃaâ a cargo de una serie de compañÃas de las cercanÃas de Munich, cuando en realidad se guardó el dinero. Antes de su caÃda del puente, él insistió en su inocencia. âLa investigación ha sido contra Dewitte y yo soy el daño colateralâ, habÃa dicho.
Ahora, la gobernadora Burgstaller está empezando a sentir la presión. âElla es la presidenta del festival, pero dice que no sabÃa nada porque confiaba puramente en la información suministrada por el interventor y dos empresas auditorasâ, remarcó el diario austrÃaco Der Standard. Las auditoras Deloitte y Ernst & Young, que compilaban los informes anuales sobre el festival, han dicho que no tenÃan idea del desfalco porque ninguna habÃa hecho una auditorÃa detallada. La acusación de fraude recién salió a la luz después de que el festival fuera sujeto a una investigación financiera especial a fines del año pasado.
El Festival Pascual de Salzburgo fue fundado en 1967 por el legendario director de la Filarmónica de BerlÃn, Herbert von Karajan, como un concierto anual especial para la orquesta. Es uno de los festivales más caros del mundo, con entradas para dos conciertos y una ópera a 1650 dólares cada uno. Simon Rattle, uno de los sucesores de Von Karajan, dirigirá a la orquesta durante el festival el 27 de marzo. Hubo temores de que el escándalo dañara el festival veraniego de Salzburgo, mucho más grande. âEs como el bombardeo norteamericano de Belgradoâ, remarcó Ioan Holender, cabeza del teatro estatal de Viena. âLo llamaron daño colateral. Ambos festivales se hacen en el mismo edificio y tienen la misma infraestructura. Incluso con las mejores intenciones del mundo, no puede separárselos.â
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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