Una nueva jornada de tango al aire libre convocó a porteños y extranjeros a desafiar el pronóstico meteorológico el sábado último frente al Obelisco. Las cantantes Soledad Villamil y Adriana Varela y la bailarina Mora Godoy con su compañÃa de tango escenario fueron las primeras en mostrar lo suyo, ante un marco en un principio escaso de público. Para cuando llegó el momento del Sexteto Mayor, acompañado por la voz de Guillermo Fernández, y del cierre a cargo de la orquesta caracterÃstica de AnÃbal Gómez, las butacas dispuestas frente al escenario se habÃan llenado y los bailarines habÃan copado los lugares pensados para la milonga. Finalmente, unas seis mil personas disfrutaron de este espectáculo gratuito de muy buen nivel, organizado por el gobierno porteño como cierre del ciclo de verano Aires Buenos Aires. 4u4u3g
El cielo, cada vez más gris hacia las siete de la tarde, hora de inicio del espectáculo, seguramente debe haber disuadido a muchos de la idea de acercarse al Obelisco. Pero la temida tormenta no se de-sató y la propuesta pudo desarrollarse hasta el final, primero en espectáculos compactos de no más de media hora cada uno, y de rápido armado de escenario; y a la hora de las agrupaciones, bajo un cielo ya algo menos amenazante, con tiempo y espacio para los numerosos bailarines que no sólo habÃan llegado para escuchar.
Villamil, reciente ganadora del Goya, fue la primera en desplegar su música, presentando los temas de su segundo disco, Morir de amor. Junto a su grupo dirigido por el guitarrista Jose Teixidó (también arreglador y director musical de sus discos), la cantante y actriz de El secreto de sus ojos recorrió un repertorio de tangos, valses, milongas, que en este último trabajo tienen eje en el amor y el desamor. Le siguió Varela, que de movida arrancó con uno de los clásicos de su repertorio, âMano a manoâ. âSi no cantan, es un emboleâ, arengó la cantante, para desplegar su estilo en tangos como âLas cuarentaâ, âMalevajeâ, âMuchachoâ y âNiebla del riachueloâ. Walter Castro en bandoneón, Osvaldo Burucúa, Horacio Avilano y Rafael Varela (hijo de la cantante) en guitarras, y Marcelo Macri en teclados acompañaron a Varela, que finalizó su set con su versión tanguera de âCon la frente marchitaâ de JoaquÃn Sabina.
Bajo el escenario, armado sobre la 9 de Julio mirando hacia Constitución, unas tres mil sillas ofrecÃan la posibilidad de seguir cómodamente el espectáculo. Detrás, filas de mesitas con sillas proponÃan recrear el ambiente de la milonga. Los primeros en inaugurar la pista cuando todavÃa no habÃa llegado mucha gente fueron Eduardo y Liliana, de Ituzaingó y San Isidro, respectivamente. Bailarines aficionados ya habÃan âprecalentadoâ en la confiterÃa La Ideal, el reducto milonguero de la calle Suipacha. Antonio Brea y Ana Parratto conformaron otra de las parejas tempraneras. âLástima que acá mucho zapato de tango no se puede traer, porque el asfalto no desliza. Acá uno baila con las ganasâ, definieron.
Con los zapatos de tango cargados en la mochila (aun a riesgo de estropearlos en el asfalto), o en Toppers, o hasta en ojotas, fueron llegando los bailarines. Y también los que sólo iban a escuchar, muchos de ellos extranjeros sorprendidos por la reunión gratuita de dos iconos turÃsticos âtango y Obeliscoâ, preparados para disparar sus fotos. Los que más cámara robaron fueron Diomedes (musculoso panameño que esta noche cumplÃa 45 años) y Nilda (simpática tanguera de 74), consolidada pareja de baile desde hace diez.
El buen tango siguió sonando con el Sexteto Mayor, que arrancó con âCanaro en ParÃsâ. âEl Sexteto está cumpliendo 37 años gracias a ellosâ, presentó Horacio Romo a los violinistas Eduardo Balzac y Mario Abramovich. Tal como está conformado hoy, el Sexteto Mayor tiene la particularidad de reunir en sus filas a un histórico como Abramovich y a Lautaro Greco, que a los 22 años es uno de los bandoneonistas reconocidos del tango actual. La figura de José âPepeâ Libertella, fundador e incansable motor del Sexteto, sigue siendo implÃcita y explÃcitamente homenajeada en cada presentación del conjunto. Guillermo Fernández se sumó esta vez al Sexteto para poner voz a tres tangos: âRondando tu esquinaâ, âEl abrojitoâ y âSiempre se vuelve a Buenos Airesâ, el poema de Eladia Blázquez sobre una música de Astor Piazzolla, âun tango que llegó a mis manos a través de las manos de su autora, cuando yo estaba en Estados Unidosâ, contó el cantor.
Sobre las diez de la noche, cuando el acordeonista AnÃbal Gómez y su orquesta comenzaron a recrear los tiempos de âtÃpica y caracterÃsticaâ, animando el baile con tangos, pero también pasodobles, foxtrots o rancheras muy populares, una fina garúa comenzó a mojar el asfalto de la 9 de julio. La milonga siguió su curso, y continuó a paso firme cuando llegó el turno del DJ tanguero, al ritmo de las orquestas históricas.
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