Haber compuesto un tema llamado âMalÃsimoâ ya es algo. Pero la cuestión se completa con el hecho de que esa pieza, grabada en 1977 por el legendario grupo Opa e incluida en Magic Time, su segundo disco, es, además, buenÃsima. No es el único dato acerca del talento de Rubén Rada. Humorista, imitador, crooner improbable, animador de espectáculos para niños, actor y hasta estrella de teleteatros, suele olvidarse de él lo más importante: se trata de un músico extraordinario. No sólo participó de algunos de los grupos más trascendentes del Uruguay, empezando por El Kinto, con Mateo, y por el notable Tótem, sino que algunas de las mejores canciones existentes son suyas, entre ellas esa fantástica âCumbia de Andrésâ que Milton Nascimento cantó en el disco Sentinela, con el nombre de âTudoâ. Su nuevo disco, Confidence. Rada instrumental, pone en evidencia su valor como músico. El lo define como âun álbum de canciones, pero instrumentalesâ. Y hoy a las 21 lo presenta en vivo en La Trastienda (Balcarce 460) con el mismo grupo del disco donde, entre otros, aparece uno de los viejos compañeros de ruta: el notable baterista Osvaldo Fattoruso. 222w62
âAbusé de la variedad âdice Rada en una conversación con Página/12â. Y hay un momento donde la gente ya no sabe quién es uno. A mà me resulta fácil ir de un lado al otro y me divierte, pero de lo que por ahà no me di cuenta es de que después, en algún momento, se paga el precio. Hay otras cosas de las que soy muy consciente. Yo querÃa quedarme en Uruguay y, para hacerlo, necesitaba hacer discos que vendieran. Y eso hice. Me compré una casa, que nunca habÃa tenido.â Rada canta: âCuando yo me muera...â Y dice: âEsa la cantan en las canchas. Yo no podÃa mantenerme en Uruguay y ahora puedoâ. Pero su disco con el nuevo grupo, bautizado Confidence, es otra cosa. âLo escuchás y te levantás contento âdiceâ. Y tocan unos músicos fantásticos.â El elenco incluye, además de a Fattoruso, a Gerardo Alonso en bajo, a Gustavo Montemurro en piano, teclados y arreglos, Miguel Leal en trompeta, Santiago Gutiérrez en saxo, MatÃas Rada en guitarra y voz y Artigas Leal en trombón. AllÃ, como en la fundante canción âLas manzanasâ, uno de los grandes éxitos de los sesenta, como en Opa y Tótem, aparecen pies rÃtmicos de candombe (en temas como âMombeâ, por ejemplo) pero, también, una especie de extraño lirismo a go-go en âSolymar Beachâ y, sobre todo, un cierto espÃritu vocal. Más allá de que en este caso no haya letras âaunque sà algunas palabras, de vez en cuandoâ las melodÃas parecen hechas para la voz. âEs que primero las canto âdice Radaâ. Y puedo cantar incluso los acordes arpegiados aunque no sepa cómo se llaman ni cómo se tocan.â Efectivamente los canta y cuenta que asà es como compone sus temas y asà es como vieron la luz âMontevideoâ o âMuy lejos te vasâ.
âDesde Black (de 1998), yo no grababa un disco que tuviera temas que me representaran como músicoâ, explica. Sabe, y acepta, que la vastedad de lo que ha abarcado hace difÃcil que algo lo represente por completo. Habla de las letras. Y de los comienzos. Y compara el primer rock uruguayo con el argentino. âEn Uruguay se tocaba muy bien, habÃa muchos músicos que venÃan del jazz. Y las letras eran buenas, creo. En âDedosâ, por ejemplo, se hablaba de la dictadura con inteligencia: âDedos son dedos, dÃas son dÃas/ madres son madres, hijos son crÃas/ los pensamientos, son todos mÃos/ pero mi lengua, ya no es tan mÃa./ Si plantas rosas, crecen sandÃas./ Si esperas coche, pasan tranvÃas./ Asà es mi tierra, que se resfrÃa/ y está engripada, de hace mil dÃasâ (Rada lo canta, por supuesto). Me parece que hice cosas buenas, y tengo toda la música en la cabeza. Pero, por algún motivo, cuando me preguntan por mÃ, siempre hablo de los otros. Digo que toqué con los Fattoruso o con Mateo. Que aprendà escuchando a Ray Charles. Si me preguntan por el Grammy (que recibirá en noviembre en reconocimiento a toda su trayectoria) agradezco a los músicos que me acompañaron y que hicieron posible esa música. Pero es cierto, ¿no? En todos esos grupos buenÃsimos, como Opa, también estuve yo.â
De los primeros años con los Fattoruso recuerda que, cuando llegó a Buenos Aires, tuvo âmala suerteâ. El tocaba la baterÃa con los Shakers, en los ensayos. âY el Hugo me trajo acá para que cantara con ellos âcuentaâ. Rota, que era el que manejaba la Odeón, les dijo que si la onda era tipo Los Beatles, yo no iba. Un negro no tenÃa nada que hacer allÃ. Asà que empecé a actuar cantando en italiano, o en portugués, lo que viniera. âO capito que ti amoâ, esas cosas. O tangos de Gardel. Y nadie sabÃa dónde ponerme. Hice una prueba en Odeón pero me ganó Yaco Monti con eso de âqué tienen tus ojosâ. Y ahà me vuelvo para atrás, de nuevo. Regreso a Montevideo y ahà me hago fuerte como actor cómico y, después, lo del candombe beat, con Mateo. Y la verdad es que nosotros estábamos con la guitarrita y el tamborcito y lo que estaba de moda era otra cosa, asà que nos echaban de todos lados. A veces me preguntan si yo soy consciente de que soy un creador y de que esa música fue importante. Pero la verdad es que cantábamos lo que sabÃamos y lo que nos salÃa. Y al principio nos iba bastante mal, por otra parte. Lo que pasa es que con el tiempo, los que se iban del paÃs y se hacÃan solistas empezaban a valorar y mandaban cartas: âNegro, no sabés cómo extrañamos tu música, perdoná por todo lo que te puteamos, fuiste un genioâ. El Hugo me dijo una vez que yo habÃa sido un adelantado, que mientras ellos jugaban a los Beatles yo estaba haciendo una música uruguaya. Pero todo eso se ve de lejos. De cerca, tratábamos de hacer música, nada más. Nos juntábamos con Urbano y con Mateo y cantábamos.â
Gran parte de la trayectoria de Rubén Rada tuvo lugar en Buenos Aires. âLo mejor de mi carrera siempre tuvo que ver con las bandasâ, afirma. Y, en efecto, uno de sus grupos más recordados se llamaba precisamente asÃ, La Banda. Allà estaban el pianista Jorge Navarro, Bernardo Baraj, Beny Izaguirre, Luis Cerávolo y Ricardo Sanz. âEn la banda estoy contenido. Hay un estilo, que es lo que cuesta encontrar cuando ando solo. Cuando toco por mi cuenta pongo âMontevideoâ y cualquier otra cosa, porque quiero mostrar todo lo que soy. Y ahà es donde se complica la cosa, porque la gente pierde el rumbo de Rada. Pero ahora ya lo saben. Ya saben que toco lo que quiero y que puedo hacer cualquier cosa. No fabrico discos correctamente. No me sale pensar âahora voy a hacer un disco de rockânâ roll y mantener ese estilo. No funciono de esa manera. De hecho ahora estoy haciendo un disco con candombes, dedicado sólo a eso, arreglados y tocados por distintos músicos. Lo voy a grabar en Uruguay. Y me interesa muchÃsimo, pero me lo tengo que imponer, no es algo que me salga naturalmente.â Los tÃos tenÃan una comparsa y allà cantó cuando tenÃa diez años y ganó un premio como el mejor artista del carnaval. Esa fue una de sus fuentes. âPero no tocaba, no todavÃa, porque mis tÃos eran del barrio de Palermo y ahà son todos buenos. Recién a los 20 años me dejaron colgarme el tambor. Me dijeron: âAgarreâ. Y entonces empecé a tocar. Treinta cuadras ida y vuelta. Quedaban las manos destrozadas.â
Los otros aprendizajes llegaban por la radio. âDe niño, Antonio Tormo ârecuerdaâ. Gardel, por supuesto. Me levantaba escuchando a Gardel. Después, Alberto Castillo. Y Jorge Negrete, y Dorival Caymmi. El jazz. Y del rock, sobre todo el rockânâroll y el soul: Chuck Berry, Little Richard. Un dÃa, Ringo Thielmann, que después serÃa el bajista de Opa, me hizo escuchar a Ray Charles. Y eso me cambió la cabeza. Eso y âLove Me Doâ de los Beatles. Ahà empecé a componer. Yo era cantante. Y, sobre todo, imitador de cantantes. Pero no componÃa. Lo primero que hice fue una canción para una novia, me acuerdo la letra. Era una vergüenza. âTú me comprendiste, sé que me quisiste.â Un desastre. El Ringo me corregÃa las letras, no sé cómo me animaba.â Rada resume su árbol genealógico âcon tres Ãdolos: Gardel, Ray Charles y los Beatlesâ. Dice que después escuchó a Sinatra y, más tarde, gracias a Cacho de la Cruz, a Charlie Parker y Sonny Rollins. Lleva 54 años de carrera y tiene 68 cumplidos. Y dice que, en todo este tiempo, âhay algo que cambió para peor; se perdió el misterio de la músicaâ. Cuenta que âantes, cuando salÃa un disco, uno lo escuchaba y escuchaba; ahora, lo que pasa es que todos son niños malcriados. Se tiene al alcance todo y se lo valora poco. Es muy difÃcil ser curioso cuando se lo tiene todoâ.
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