A esta altura no es aventurado imaginar que en algún momento del año próximo ese sucedáneo trotamundos llamado The Wailers vuelva a pisar Ezeiza para hacer cada vez más presente la ausencia de Bob Marley, o que Megadeth pase para poner a prueba la lealtad de sus fans argentinos nuevamente. Algunos integrantes de la mirÃada de artistas y bandas que la Argentina generosa recibe anualmente se han convertido en âgente de la casaâ o algo asÃ. Sin embargo, existen otros casos que parecen estar abonados al amague y al rumor en condicional, haciendo que la ansiedad entre sus fans argentos cotice alto. Wilco tal vez sea hoy en dÃa el ejemplo más prominente. La pregunta sobre una posible presentación del sexteto de Chicago en la Argentina se ha repetido con avidez tras la edición de âpor lo menosâ sus últimos cuatro álbumes. Y, a juzgar por el show que Página/12 presenció en Frankfurt, Alemania, dÃas atrás, tanta expectativa está totalmente justificada. 735i34
En la Alte Oper (finÃsima sala que solÃa ser parada obligatoria de Mercedes Sosa en sus giras europeas), Wilco invita al público a pasar a lo que debe ser una reproducción a escala del mÃtico loft que mantiene en su patria chica, incluida una porción generosa de las más de cien guitarras que âse diceâ la banda acopia allÃ. Y es en esa intimidad de living donde Jeff Tweedy, con su look sempiterno de siesta reciente, aparece junto a sus compañeros (John Stirrat en bajo, Glenn Kotche en baterÃa, Mikael Jorgensen en teclados, Nels Cline en guitarra y Pat Sansone en guitarra y teclados) para iniciar una excursión por su vasto repertorio con âOne Sunday Morningâ, que paradójicamente cierra el flamante The Whole Love.
Ya para el tercer tema (âArt of Almostâ, también del nuevo disco) la banda ha revisitado todos los estilos en los que se ha tratado de encasillar su música: folk, progrock, pop beatle, krautrock y demás. Justo serÃa reconocer que, en más de quince años de trayectoria, Wilco ha logrado una amalgama que es la que pone a las bandas relevantes por encima del resto del pelotón: un sonido identificable, que sin falsa modestia pueden atribuirse como propio. En âOne Wingâ, otro punto alto del concierto, Jeff Tweedy canta âEramos parte de un pájaro/ esto es lo que pasa al separarnos/ un ala sola no puede volarâ, y define el final del amor con sobriedad y un dejo de ironÃa. Como en todas sus letras, es inútil buscar allà el gesto plañidero. Del mismo modo que resulta en vano buscar el eslabón débil en la aceitada cadena que conforman Tweedy y sus muchachos, porque tal cosa no existe: son seis músicos versátiles, que interactúan sin pisotearse y que, con frescura contagiosa, logran transportar al escenario la filigrana que es parte esencial de su trabajo en estudio.
Aun asÃ, serÃa imperdonable soslayar la labor de Nels Cline, el comodÃn que lleva a la banda a dimensiones antes apenas anheladas. Cline, quien el año pasado sà visitó la Argentina con su trÃo, es un iconoclasta que conoce tanto los secretos del noise como el vocabulario de los maestros del jazz (incluso de aquellos que no eran guitarristas, como John Coltrane). Desde la ferreterÃa de guitarras y pedales de efecto que inundan su rincón del escenario, atiende toda la variedad de climas que piden las canciones de Tweedy. En un momento puede ser el sutil encantador de serpientes que le exprime a su lapsteel los gemidos más dulces (âBlack Moonâ), para luego comandar los abrasadores raÃdes de ruido y disonancias que la banda suele lanzar sobre su propia música (no para destruirla, sino para demostrar que, detrás de lo que se percibe como caos, a veces se esconden otras formas de belleza). La dinámica âloudQUIETloudâ es un campo que suelen arar otro tipo de bandas, lo cual no impide que Wilco la emplee con maestrÃa. Tal vez el mejor ejemplo de la noche sea âVia Chicagoâ, que en el primer compás enciende la aprobación cómplice del público: Tweedy canta con una serenidad que roza la indolencia y, a sus espaldas, sus colegas irrumpen sin previo aviso, tocando la música atronadora que produce un edificio cuando cae por desidia, llevándose puesta la capacidad de asombro colectiva. En ese trámite, Tweedy no sale del modo âcalma chichaâ y hace pensar en aquel guerrero (zen, en este caso) que jamás detiene su marcha. Ver para creer. Escuchar para estremecerse.
A lo largo de dos horas habrán sonado las gemas jóvenes del nuevo disco como âBorn Aloneâ, âDawned on Meâ y âCapitol Cityâ, alternándose sin desentonar con infaltables de la talla de âI Am Trying to Break your Heartâ, âHandshake Drugsâ, âJesus, Etc.â y âHummingbirdâ. Pero la lista de temas también habrá tenido un espacio reservado para las rarezas que tocan un nervio especial en el fan cautivo: el turno âentre otrasâ de âTheologiansâ y âBox Full of Lettersâ. ¿Cuánto falta para que el público argentino pueda corroborar lo que desde muy lejos describe esta crónica? La respuesta tal vez esté en el tÃtulo de esa pieza de cuño harrisoneano que Wilco toca salteado: âNunca se sabeâ.
La edición argentina de The Whole Love, el álbum que Wilco está presentando en su gira europea, es aún incierta. La banda de Chicago eligió el camino de la independencia creando dBpm Records, su sello propio. Es conocido (por lo ridÃculo) el trámite que en 2002 los llevó a fichar para el sello Nonesuch, luego de que Reprise Records rechazara el material de Yankee Hotel Foxtrot (y quien no lo conozca puede repasarlo en el excelente documental Iâm Trying to Break your Heart). Detalle picante: tanto Reprise como Nonesuch eran subsidiarias de Warner Music.
La formación responsable de The Whole Love terminó de consolidarse en 2004, después de años de fluctuación de personal; al mismo tiempo, Jeff Tweedy lograba retomar control sobre sus tormentas personales. Desde afuera es aventurado precisar cuál de los procesos influyó en cuál. Lo cierto es que hoy las artes compositivas de Tweedy lucen soberbias y, al cruzarse con la destreza instrumental de sus colegas, generan sinergia pura. A los siete minutos de tensión con que abre âThe Art of Almostâ y los doce con que cierra âOne Sunday Morningâ no les sobra ni un segundo y dan cuenta de un estado de libertad absoluta. En el medio está todo lo demás: la gracia pop de âBorn Aloneâ y âStanding Oâ, los aires de vodevil de âCapitol Cityâ, la melancolÃa de âBlack Moonâ y âRising Red Lungâ, y âse vuelve inevitable la citaâ rastros de un lenguaje amplio que Los Beatles crearon y cultivaron a partir de âRubber soulâ. Desde el tÃtulo, Wilco pondera esta joyita como âel amor completoâ; bien vale la pena entonces creerles a sus integrantes y prepararse para pasar una gratificante temporada en el amor.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.