âPara los rockeros somos indios y para los folkloristas somos rockeros.â No se entiende bien qué quiere decir Roberto Calvo con eso de âindiosâ, o por qué la patria rocker habrÃa de leer a su grupo (Santaires) asÃ. Tal vez sea un chiste mÃnimo, aleatorio, o una manera elÃptica de acercar a los seis (él, más Diego Escudero, Juan Concilio, Javier Pérez, Horacio Felamini y Tato Angeleri) a la idea de malón. Asà se manejan: todos juntos, siempre, irrumpiendo donde sea para defender su libertad, igual que los indios. Asà entran al bar, piden café y se disponen a explicar de qué va De Una, quinto y nuevo disco del grupo. Y asà se entiende el resultado: diez versiones de la música popular latinoamericana (con el acento puesto aquÃ, claro) que en ninguno de los casos se destacan por el brillo individual. Santaires, puede asentarse, comanda el concepto de grupo colectivo, horizontal, inclusivo dentro del amplio mundo de la MPA. Hace del ensamble de las partes un todo homogéneo, y ahà radica su sino. âSi bien es Roberto el que trae todos los arreglos, es como si lo hubiese traÃdo alguno de nosotros... es difÃcil que nos canse o no nos cierre un temaâ, sentencia Angeleri, voz, guitarra y cofundador de esta agrupación coral-instrumental. 602k20
Excepto âTonada para Remediosâ, la bella pieza del boliviano Willi Alfaro, y âEl Mensúâ, de Ramón Ayala âambos arreglados por Concilioâ, el resto es un combo de remakes del acervo popular, atravesado por el tacto distinto de Calvo, también cantante, también guitarrista, también fundador. Conviven cuecas (âPara mi cuyanaâ, de Ricardo Arancibia) con chacareras (âEn la vÃaâ, de Carlos Aguirre; âLa viejaâ, de Oscar Valles y los Hermanos DÃaz) y una visita asombrosa a la danza-bambuco que Otilio GalÃndez dio en llamar âPueblos tristesâ, todas recorridas por el ensamble de guitarras y voces, que marca la esencia de Santaires. âCreo que De una funciona como una sÃntesis de todos los discos que hemos sacado hasta ahora (Santaires, Capullo de esperanza, Dicho y hecho, Canción acorralada). Muestra cómo fuimos evolucionando de las cuatro violas, a las tres violas con guitarrón, a los vientos, y vuelta a las violas con arreglos pesutiâ, sostiene Concilio.
âCon el agregado de la percusión. Su incorporación a través del Colo Belmonte serÃa âlaâ novedad sonora del nuevo trabajo.
Tato Angeleri: âSÃ, y la sensación de que en ningún momento la percusión se sube por el resto de los instrumentos sino al contrario: empuja y sostiene los arreglos. Libera las bases y el grupo gana en ritmo y potencia. Estamos todos más blandos, más relajados. Digamos que se logró que el producto de las voces no sea invadido por lo instrumental: la suma de la percusión le dio un power diferente al del otro disco, que era básicamente acústico.
â¿Se consideran esencialmente un âgrupo vocalâ? Al menos asà trascienden ante quienes no están tan empapados en la trayectoria de la agrupación.
Roberto Calvo: âYo dirÃa que, en general, en los grupos vocales la parte instrumental está descuidada, y nosotros siempre dijimos que somos instrumentistas que cantamos. Esto parece que no, pero influye mucho en el sonido general del grupo. Vos no te imaginás a Santaires sin los instrumentos o sin las voces. No es un grupo vocal o instrumental sino que ambas cosas se interrelacionan y dan un resultado general distinto.
Lo âdistintoâ de Santaires no es gratis. Saben que transitan por los márgenes de la industria de la música popular argentina. Se autoproducen los recitales, arman peñas, graban en su propio estudio y se los ve poco en los grandes festivales del género. Calvo lo ratifica: âNo somos los únicos... hay muchos músicos hoy, en la Argentina, haciendo un laburo muy valiente, casi subterráneo, pero nosotros siempre estuvimos en la vereda de enfrente, somos como marginales de la industria de la música argentina, porque estamos siempre en el medio: para los festivales de folklore somos muy modernos y en una época ese âno estarâ nos traÃa conflictosâ.
â¿Y ahora?
R. C.: âTambién (risas). Lo que pasa es que ahora ya sabemos que perdimos, y la verdad es que la diferencia que hay entre Canción acorralada y De una, es que ahora hacemos esto porque nos gusta. Cuando tenemos la sensación de que hay algo nuevo para decir, lo grabamos. No sabemos si va a vender 5 o 14 mil, lo grabamos porque sentimos que tenemos algo para compartir.
Juan Concilio: âEs duro decirlo, pero la industria de la música argentina de hoy nos pasa por el costado. La vemos pasar, porque no hay a los medios grandes, a los canales de TV, a los circuitos de laburo de los grandes festivales, en fin... Es raro lo que pasa con el grupo: haya o no haya laburo, nos juntamos dos veces por semana, ensayamos y somos referencia para algunos grupos de la actualidad.
âSe habla de un florecimiento del género, de una resignificación de la música de raÃz. ¿Adhieren?
J. C.: âSiempre hubo gente que fue por más, lo que pasa es que en este momento es fácil grabar o salir en los medios. Hace 20 años, si una gacetilla tuya salÃa en algún diario, casi descorchabas champagne. Ahora tenés un montón de medios: te tirás un pedo y sale por Facebook (risas). Digo, hace mucho que hay valores que están renovando la música argentina; la diferencia es que ahora se sabe un poco más.
R. C.: âAdemás, hoy los pibes tienen lugares donde aprender cómo se hace una chacarera con armonÃas raras, cosa que antes no: antes, o rasgueabas o aprendÃas armonÃas, o venÃas del palo santiagueño o ibas a estudiar a lo de un jazzero; ahora hay más a la información, y eso tiene una gravitación: la música argentina no es sólo la que te venden en la tele o en la radio sino que, si chusmeás un poquito, encontrás un lenguaje que los pibes quieren hablar: el de Raúl Carnota, Lucho Hoyos o Juancito Falú. La monada está en condiciones de elegir, cuando antes era lo que venÃa enlatado o nada.
âPero la lata sigue...
R. C.: âBueno, lo que se ve por la tele es vergonzoso y el folklore en particular ha caÃdo en una cosa paupérrima en lo que tiene que ver con la identidad. Vos te fijás el contenido de las letras o el formato de los grupos, y son todos iguales... hasta en el peinado. Hay una industria que formatea un producto que tiene que responder a determinadas caracterÃsticas, y eso no tiene nada que ver con la música. Nosotros estamos fuera de eso, no voy a decir que no nos hubiese gustado llenar grandes estadios, pero ya sabemos que se nos pasó el tren y eso nos inyecta un relax importante, porque nos permite hacer lo que hacemos de una forma muy auténtica, sin condicionamientos.
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