Del fútbol, la conversación pasa al vinilo. A Tito Fargo, una estufa-farol, de esas que ponen los bares en la vereda cuando es invierno, le está quemando literalmente la cabeza. Jorge Araujo pide medialunas con café y Gustavo Jamardo engulle papas fritas. La polaroid ubica al power trÃo, de los mejores, hoy, en situación cotidiana. Fútbol y vinilo. Boca y Ten Years After. â¿Saben que el bajista de esa banda fue el que inspiró mi bigote?â, tira Jamardo, el del bajo bestial, y suscita la respuesta sorprendida de Araujo, el de la baterÃa versátil: âDurante ocho años pensé que habÃa sido Frank Zappaâ. Fargo, el de la guitarra buceadora, mira y no dice nada. O dice otra cosa. Dice que Un volcán Lado B, EP de flamante edición que el trÃo presentará mañana en Niceto (Niceto Vega 5510), está pensado como si fuera un vinilo. Vuelta al principio, entonces: Fargo, Araujo y Jamardo le ponen marco vintage a su nueva criatura. A los cinco temas, en concreto, que Gran Martell pergeñó para completar Un volcán Lado A, editado hace dos años, con la pretensión de unir dos sonidos bajo un mismo concepto: electroacústico, el A; eléctrico, el B. Es tal la pretensión y no la de separar, como podrÃa suponerse en abstracto, A y B en el sentido de hit y anti-hit. âLa diferencia está dada por el sintetizador de Fargo y porque, no sé si nota, venimos de la época del viniloâ, esboza Araujo, y rÃe. 6b39f
La pata flamante de Un volcán âtercer disco de la banda en ocho añosâ está signada por la incorporación de un elemento algo extraño a la matriz instrumental tÃpica de la banda. Un âcaprichoâ de Fargo, dicho de otro modo, que retrasó casi dos años la edición del volumen 2. âEs algo que ya venÃa ocurriendo de alguna manera, porque el Lado A de Un volcán implica el momento en que Gran Martell sale de sus instrumentos: Tito toca algunos pianitos y la guitarra de doce cuerdas, Gustavo la guitarra acústica y yo la baterÃa de parado. Esa fue una ruptura que nos entusiasmó, nos dio mucho aire, y esto plantea una nueva situación artÃstica del grupo dada por la incorporación de sintetizadores de Fargo. O sea, Gran Martell pasa a ser un trÃo de bajo, baterÃa y guitarra eléctrica con sintetizadores... Es sentir un aire nuevoâ, sostiene el ex Divididos Araujo.
â¿Hubo más de conflicto o de consenso ante la innovación?
Tito Fargo: âHubo un conflicto inicial. Yo siempre trato de estar a tiro con lo nuevo para no quedar fuera de foco, y en un momento me di cuenta de que estaba bueno lo que pasaba con algunos sintes actuales: tienen como motores virtuales que generan audios similares a los sintes antiguos. Y hasta encontrar uno que pudiera comprar y entender, perdà un rato. Cuando lo compré, lo llevé a la sala y no sabÃa ni enchufarlo. Cuando lo logré, sonaba horrible, y los muchachos dijeron: âNo, eso noâ (risas).
â¿Fue antes del Lado A?
T. F.: âSÃ. Le tenÃa fe al aparato porque venÃa investigando a tipos que lo usaban y sabÃa que podÃa funcionar para usarlo bajo un concepto de guitarrista, porque no toco teclados. Es un aparato que se usa mucho para la música tecno, y lo adapté a lo nuestro.
Jorge Araujo: âDespués de la dada de baja inicial, Tito volvió al ataque, pero ya en un contexto en el que el audio se puede entender más que en una sala, donde tenés que competir con otros instrumentos. Hubo que ajustar las frecuencias...
El ejemplo tangible radica en los cinco temas que pueblan el EP: âSeca dimensiónâ, âOjos desiertosâ, âHablar, callarâ, âGran Dulónâ y, casualmente, una vieja gema lado B de Almendra: âVete de mÃ, cuervo negroâ. âHay una constante que se nota en los temas: no se sabe bien de dónde sale el audio, porque es como tocar la guitarra y el teclado a la vez, pero sin que se encimen y sin alterar el audio original de la banda. Me refiero a que no infecte la otra cuerda, el bajo que Jamardo toca con muchas notas con un sonido particular. El laburo, al cabo, fue no salirme del rol de guitarrista, porque el sinte aporta a la tÃmbrica, reemplaza algunos riffs de viola, pero no interviene en la génesis de los temasâ, explica Fargo, aquel guitarrista de Gulp! y Oktubre, de los Redondos.
El cambio de piel granmartelliano radica también en otro giro: ni en el disco debut, aquel aplastante y sorprendente epónimo editado en 2005, ni en el hechizante Dos huecos (2008), el trÃo habÃa hecho versiones de otros. Tampoco lo planeaba para Un volcán, pero el destino jugó su juego cuando un canal de televisión les ofreció tocar en vivo bajo la firme condición de que llevaran un cover. âFue una decisión difÃcil... Dudamos, hasta que nos empujó el manager. Le tengo respeto a la propiedad intelectual de todos los artistas del mundo, incluso jamás escucho el cover de un disco, porque es el que menos me gusta de antemanoâ, se rÃe Jamardo.
âFue una decisión coherente con el disco, además. âVete de mÃ, cuervo negroâ es, si se quiere, un lado B del segundo disco de Almendra. ¿Por qué lo eligieron?
J. A.: âPorque iba caminando y me acordé de la melodÃa que cantaba cuando era chico. Un tema acústico que nosotros arrancamos con un shuffle bien podrido, y le cambiamos la tonalidad. Después lo empezamos a hacer en vivo, y la gente se copó.
âDel resto de los temas, otro giro podrÃa estar dado por una impronta más pop que los discos anteriores, aunque, claro, restringida a los cánones estéticos de la banda. ¿Coinciden?
Gustavo Jamardo: âHay una visión más abierta, sÃ; pero no me hace mucho ruido a pop.
J. A.: âA mÃ, puede ser. Si analizás la música de manera objetiva, el hecho de que haya sintes que estén marcando una secuencia genera una conexión con bandas más pop, y si le sumás alguna situación rÃtmica regular, en cuatro, puede ser que se genere esa mirada. Salvo âGran Dulónâ, todos los temas están en cuatro. A mà me gusta mucho Depeche Mode, por ejemplo. No descarto esa mirada.
T. F.: âNo sé, pero sà sé que las melodÃas de Gran Martell están orientadas desde un concepto bien cancionero, por más que atrás haya un delirio sonoro (risas). Hay una amalgama de cosas que conviven y todo puede contemplarse.
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