Lleva en la sangre una encrucijada entre el latir ancestral de las chacareras de su padre Carlos y los arriesgados ây felicesâ giros de su hermano Peteco. De ese justo medio parte el camino de Demi Carabajal, cantor y multiinstrumentista santiagueño. Ahora está en la Jalapeña, espacio donde antes estaba El Empujón del Diablo. El cuadro parece una postal de la santiago folk y under en pleno Palermo. Está en la previa de un ciclo que se extenderá todos los jueves del mes. Este, por ejemplo. Prueba sonido y lo que suena, suena suave y colgado. Son como chacareras lisérgicas o huaynos sobrevolados por una atmósfera nebulosa. âCuando veo que la gente medio se aburre, cambio el plan y mando nervioâ, ite él, sobre lo que vendrá. La Jalapeña (todos los jueves de octubre a las 21.30 en Angel Carranza 1969) tiene ese pulso. Muestra a un Demi independizado de su hermano Peteco, cuya banda acompaña hace una buena cantidad de años, y concentrado en una treintena de canciones que se reparten entre sus dos discos solistas (Bajo el cielo santiagueño y Más de mÃ) y algunas inéditas. 1p6a3r
âLa diversidad de las influencias que han pasado por mi vida han provocado que vaya tomando mis propias decisiones, respetando mis creencias y mis raÃces, porque hago músicas santiagueñas, nacidas de Santiago, y no describo otra cosa. A lo sumo, mezclo mis vidas peñeras con mis vidas nocturnas de boliche under. En algunos momentos he podido estar hasta en lugares conchetos (risas)... Pero, obviamente, mi terreno es la peña, es acá donde yo mandoâ, sentencia, como una primera aproximación sobre sÃ. La apertura es un terreno en el que Demi también manda. Hay diversidad y matrices estéticas que se mezclan. MelodÃas espaciadas y sedadas que conviven bien con la rÃtmica letal, cruda, de la chacarera. Hay huaynos, zambas, tinkus y gatos con variaciones. Uno que se llama âLa Gataâ que, según su autor, es como una versión del gato negro pero en mujer, bien bailarina. âSe la dediqué a esas mujeres que bailan descalzas, en patio de tierra, y hechizan a los bailarines y a los cantantes por sus giros. A las que te hacen olvidar la letra cuando estás cantandoâ, se rÃe Demi. Otro que se llama âLa voz del que se ha idoâ, ofrendado a la masa de migrantes santiagueños que circula por el paÃs en busca de trabajo y una canción de amor e imaginación ââun poco dedicada a las floresââ llamada âRoca preciosaâ. âSon variaciones, nuevas formas de tocar que muchos santiagueños de esta generación venimos experimentando y a las que cada uno le saca el jugo como puedeâ, determina el cantautor.
âEn su caso, se intuye, remitiendo a una especie de nexo entre aquella niñez de guitarreadas en la casa de la abuela Luisa, en La Banda, y las millas recorridas junto a su hermano, en épocas de renovación...
âSÃ, claro. En lo autoral, por ejemplo, Peteco ha tenido mucho de juventud y ha sido de los primeros que han podido establecer un vÃnculo junto con Jacinto Piedra, el Chango FarÃas Gómez y Verónica CondomÃ. Me refiero a un vÃnculo con la juventud y géneros como el rock. Para mÃ, visto M.P.A. (Músicos Populares Argentinos) y visto su público, eran todos hippies (risas). Y ahà he conocido otra clase de gente, porque yo estaba acostumbrado a las peñas de mi viejo Carlos, y esto era otra cosa, otro nivel. Peteco nos ha dado una clase inesperada de cómo interpretar el folklore y hacia dónde apuntar. La diferencia por ahà está en que él ya lo ha hecho y yo lo estoy haciendo ahora.
En el ciclo de la Jalapeña, Demi está compartiendo aquello que hace ahora con amigos del entorno folklórico y de otros géneros. Para hoy, el convite pertenece a bajistas que han tocado con él en diferentes momentos de su trayectoria, y para el próximo están confirmadas las presencias de Roxana y Graciela Carabajal, Laura Ros, Bruno Arias y Mavi DÃaz, siempre bajo el plafón de su banda propia conformada por Mariano SarquÃs en bajo, Martina Ulrich en baterÃa y su hermano Dipi en guitarra. âMe gusta jugar con la imaginación y compartirla. Como digo en la âChacarera de los barriosâ, donde estoy jugando en el barro, en canchita de tierra, pero en la imaginación estoy jugando un mundial. La imaginación es todo, ¿ha visto? Si uno la quiere realizar, es como el PaÃs del Nunca Jamás, en el que los personajes imaginaban una comida y comÃan eso... Yo lo hago con la música: cada vez que creo una canción digo âme gustarÃa que suene como un tema de U2 con la guitarra de Pink Floydâ, o como Divididos, no sé, me divierto por ese lado.â
â¿Cómo cae esta metodologÃa de la creación en el circuito peñero de Santiago?
âBueno, allá siempre hay que mechar lo tradicional y lo nuevo, porque el santiagueño tiene el antecedente de haber sacado a botellazos a M.P.A., por ejemplo. Se tarda en asimilar lo desconocido, porque algo que no lo esté moviendo, al santiagueño lo desespera. Hay que estar atento a eso. Pero, a la vez, es un público muy abierto... El único requisito es hacerlo vibrar. El santiagueño quiere vibrar, encenderse, bailar y que se levante tierra.
Luego de veinte años âyéndoseâ, el guitarrista volvió a anidar en La Banda y se ha reinsertado en la dinámica de un circuito peñero agitado que tiene en grupos como Ultravioleta, Vislumbre del Esteko, La Brasa o Don Argañaraz, como puntales del nuevo folklore santiagueño. âHay movidas todos los fines de semana, y la verdad que se trabaja bien, porque también están los festivales anuales, como el de la chacarera, el de la Salamanca, el de FrÃas, el de Añatuya, los aniversarios de La Banda y Santiago, el cumpleaños de la abuela... En fin, la gente es peñera y no quiere otra cosa. Una vez he tocado un lunes laborable a las 9 de la mañana, porque eran las 5 y no habÃan puesto ni el sonido. Yo tocaba y decÃa âMierda, ¿de dónde viene tanta gente?â Asà es Santiago, y esperamos que asà lo sea siempre.â
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