El 27 de agosto de 1984, un nuevo grupo de rock argentino, tras deslumbrar al primaveral under porteño, finalmente vio en la calle su epónimo disco debut, cuya última canción del lado A (eran tiempos del vinilo) cerraba con una sentencia tan lapidaria que en aquel entonces podÃa considerarse una blasfemia: âEl régimen se acabóâ. Si bien la Argentina se encontraba de fiesta por el desembarco de la democracia el año anterior, aún estaban abiertas las heridas por la guerra de Malvinas, mientras comenzaban a inventariarse las atrocidades cometidas por la dictadura militar. No obstante, âDietéticoâ, el tema en cuestión, además de proponer un cambio de chip en el imaginario nacional, se tornó en una respuesta generacional al bucolismo que embargaba a la escena rockera local: la letra hace alusión a la importancia en la sociedad moderna de tener una buena figura, aunque al final invita a dar, a partir de un juego de palabras, vuelta la página a la dictadura. 63r9
Por lo que este próximo miércoles no sólo se celebrarán los treinta años del primer álbum de Soda Stereo, sino de la aparición de un repertorio bisagra en la música popular argentina: el que oficializó el inicio de la leyenda del grupo de rock más influyente de América latina. âVenÃamos de un perÃodo del paÃs y musical bastante feo. Fueron años de mucha tristeza social, con represión y con otras cosas más que sucedieron en la dictadura. Incluso durante la Guerra de Malvinas, donde estaban muriendo chicos de nuestra edad, vivimos con el temor de que en cualquier momento nos pudieran llamar como reservistasâ, recuerda Charly Alberti, baterista del trÃo, ante Página/12. âLo que hicimos fue decirle âbastaâ a ese llanto. TenÃamos ganas de experimentar otras emociones y de demostrar que habÃa un mañana. Asà que nos aferramos a las canciones para tratar de ir hacia adelante, no para recordar el pasado. Nuestro primer disco es sumamente valioso para entender por qué Soda Stereo fue lo que fue, porque habla de una variedad y advierte nuestra intención de reinventarnos constantemente.â
Dos años antes de que el grupo entrara al estudio para grabar su disco de estreno, Alberti conoció a Gustavo Cerati, a quien los unió, además de la hermana menor del frontman, Laura, la coincidencia musical. âA mà me gustaba su hermana, a la que conocà cuando hacÃa waterpolo en River. En una de esas charlas en las que trataba de conquistarla, me contó que Gustavo era músico, que tocaba la guitarra y que la estaba volviendo loca con The Police. No lo podÃa creer, porque en esa época éramos cinco los que los escuchábamos en la Argentinaâ, evoca con entusiasmo el músico. âAsà que un dÃa llamé a Laura y como no me dio bola, le pedà que me pasara con su hermano. Le dije que querÃa armar una banda y que él me parecÃa que podÃa ser el guitarrista. Le pregunté si conocÃa a un bajista y me contestó que tocaba con un chico de la universidad que también escuchaba ese tipo de música. Les pedà que vinieran a mi casa, porque tenÃa una sala de ensayo, y de esa manera se armó Soda Stereo.â
Sin embargo, a pesar de que con el paso de los meses el grupo evidenciaba una simbiosis y una liquidez sonora tremenda, sus integrantes sentÃan la necesidad de sumar a un cuarto Soda. Después de probar a Ulises Butrón âquien prestó su guitarra para el primer demo del trÃo, que incluyó â¿Por qué no puedo ser del jetset?â y âDime Sebastiánâ, al igual que un tema suyo, âDebo soñarââ por la banda pasaron un sinnúmero de candidatos para ocupar el puesto. El último de ellos fue Richard Coleman. âOtros posibles cuartos Soda, Eduardo Rogatti, que habÃa sido mi profesor de guitarra, y Daniel Melero, durante sus respectivos perÃodos de prueba, dejaron mi nombre rodando por ahÃ. Asà que en octubre de 1992, Charly Alberti me llamó a mi casa presentándose como miembro de la agrupación más moderna de la Argentina, en la que tocaba el mejor guitarrista del paÃs. A lo que le respondÃ: â¿Y para qué me necesitás? Si ya tienen todo lo que precisanâ. Una semana después, y luego de que me hablaran bien de la banda, le respondÃ, y fui a su sala de ensayo, que quedaba en Núñez, muy cerca de mi casa.â
Aunque luego de varios ensayos, y previo a su iniciación en los escenarios, en julio de 1983, en la discoteca Airport, Coleman se bajó de la nave. âA partir de nuestro primer encuentro en la sala, noté que sus canciones estaban cerradas. Lo que le faltaban eran decoraciones: texturas y tramados instrumentalesâ, rememora el ex lÃder de Fricción y Los Siete Delfines. âSentÃa que estaba de más, porque aparte su cohesión era tan fuerte que funcionaban como un ente único, entonces les sugerà que salieran los tres y que me convocaran a tocar cuando quisieran. Desde entonces, se dieron cuenta de que era más fácil y dinámico ser un trÃo, se olvidaron del asunto y siempre tuvieron a un músico invitadoâ. A lo que Alberti
adhiere: âNuestra mancomunión musical iba en crecimiento al tiempo que la necesidad de un cuarto músico iba decayendo, porque cada vez sonábamos mejor. Pero no tenÃamos en nuestra cabeza ser un trÃo sino una banda, porque pensábamos que un proyecto grupal debÃa incluir a un tecladista o dos guitarras. A principios de los â80, las bandas tenÃan saxo y muchos otros instrumentosâ.
A los pocos meses de su revelación, Soda Stereo se alzo como uno de los bastiones de una incipiente avanzada musical porteña que, a través de un sonido fresco y afÃn al que sacudÃa al resto del mundo, desafió al anacronismo del ârock nacionalâ. âEl underground era una serie de tugurios, de bares, que estaban interconectados por una cosa común: la necesidad estética y expresivaâ, describe Coleman. âNo éramos ni los músicos ni el público del rock como habÃa sido hasta ese momento. Esas influencias yanqui y europea existÃan, aunque ninguno de nosotros se querÃa parecer a ellas. Estábamos convencidos de que hacÃamos algo único. Cuando esta escena llegó a los medios, comenzaron a aparecer las etiquetas y las comparaciones. Creo que por eso Gustavo querÃa convertir a la banda en un cuarteto, para que no dijeran que eran âlos Police argentinosâ. La verdad es que estábamos en contra el sistema, por eso el look era importante, pues se trataba de una declaración de principios.â
Justamente ese identikit estético fue lo que cautivó la lente de la entonces novel fotógrafa Andy Cherniavsky. âEn esa época trabajaba con Daniel Grinbank en la revista Rock & Pop, al tiempo que hacÃa fotos para otras publicaciones como CantaRock y El Musiquero, y para tapas de discosâ, contextualiza una de las más célebres fotógrafas del rock argentino. âDe toda esa nueva escena, Soda Stereo se posicionó como el grupo moderno del momento. Eran tres tipos súper producidos, que sabÃan laburar hÃper bien el tema de la imagen, aparte de que tenÃan una conciencia plena de la novedad y la creatividad, pero especialmente de la transgresión.â Esa misma impresión fue la que tuvo el conductor radial Lalo Mir al momento de descubrirlos, aunque añade: âSi bien el trÃo brillaba por personalidad, por intensidad y por conceptualidad, la sensación que me dieron los pibes es que sabÃan a dónde iban, sin siquiera imaginárselo. Fue una locura total lo que sucedió con ellos. Pegaron bastante rápido, además, porque el sonido Soda no es el del disco, sino que ya estaba definido un año antesâ.
Pese a que el conductor radial bromea al achacarse el rótulo de ser âel primer comunicador que creyó en Sodaâ, la realidad es que los temas del trÃo penetraron el dial gracias a él. âEstaba en un lugar de noche, uno de estos de baile y de tragos, y Charly me dio un cassette, y me pidió que lo escucharaâ, repasa Mir. âEstaba haciendo 9 PM, que era un programa de rock en las noches de Radio Del Plata. Entonces lo escuché, me pareció interesante, y se lo di a los musicalizadores del espacio, Gustavo Noya y Daniel Ladogana, y ellos se jugaron. Porque en esa época era asÃ: o apostabas por lo nuevo o te quedabas con lo establecido. Si bien el cassette âque era un TDK rojo que debo conservar en alguna cajaâ tenÃa tres temas, â¿Por qué no puedo ser del jet-set?â, âTe hacen falta vitaminasâ y âDietéticoâ, los que más pasábamos eran los dos primeros. Una vez que comenzó a sonar en la radio, se viralizó, palabra que no existÃa en la época, por esto de los cassettes.â
El trÃo habÃa registrado ese segundo demo en los estudios Buenos Aires Records, ubicados en el barrio de Palermo, al tiempo que crecÃa su agenda de recitales de Buenos Aires, donde ya era habitué en pubs y bares como el Café Einstein (propiedad de Omar Chabán), Stud Free Pub, y Zero Bar, en los que compartieron programación con la mayorÃa de los grupos importantes de ese perÃodo. âLa Sobrecarga, Alphonso SâEntrega y Los Twist eran algunos de los compañeros de décadaâ, enumera el baterista de Soda Stereo. âPero, si bien nuestra única referencia era Virus, la mayor relación la tuvimos con los chicos de Sumo, porque éramos las dos bandas más convocantes del underground.â De aquellos años data el River-Boca que público y prensa intentaron sembrar entre ambos grupos. âEsas cosas se van armado a partir de la idiosincrasia de esta gran naciónâ, ironiza Coleman. âEl gran Boca-River que habÃa éramos no- sotros, los del palo de la new wave y del post punk, contra los hippies del rock nacional. Cuando le robaron los equipos a Soda, los siguientes shows Cerati los hizo con una guitarra que le prestó Ricardo Mollo.â
A mediados de 1983, el empresario Carlos RodrÃguez Ares, quien en los â70 y â80 se habÃa dedicado a la explotación de música pop âorganizando shows en el paÃs de artistas como Julio Iglesias, Los Cinco Latinos y Trini Lópezâ para luego recalar en el rock, recibió el segundo demo de Soda Stereo. âCuando Charly Alberti se acercó a mà para entregarme el cassette, porque le gustaba el trabajo que hacÃa con Virus, lo escuché y me gustó muchoâ, afirma el productor y primer manager del trÃo. âEllos se incorporaron en seguida a la agencia, de la que también formaron parte Los Helicópteros. Estas bandas estaban en una onda diametralmente opuesta al rock argentino de ese momento. Sufrimos mucho, no sólo por la indiferencia de la gente sino de una parte de la prensa, que consideraba a esta movida ajena a la música que se hacÃa en el paÃs. Tuvimos crÃticas tan pésimas que comenzamos a captar más público.â
Quien también se interesó por el trÃo fue el âGordoâ MartÃnez, que fue a verla en vivo a partir de la recomendación de VÃctor Gómez, empleado de la disquerÃa Sam el Pirata, al que le cayó en sus manos uno de los tantos demos que estaban circulando por la ciudad. Al representante de CBS lo asombró de tal forma la performance del conjunto, que el 17 de agosto de 1983 ya estaban firmando el contrato para grabar su primer disco, con la sugerencia de que, considerando que era una agrupación desconocida para el mainstream, sumara un cover de Los Teen Tops. Pero ante la postergación de la grabación del álbum, la banda se peleó con él, en el verano de 1984, por lo que la mandó al freezer. Aunque, ante la insistencia de Charly y de Gustavo para que trabajara con ellos, RodrÃguez Ares recogió el guante y los ayudó a destrabar su situación. âCreo que el éxito que tuve con Virus en el disco Agujero interior fue lo que me permitió meter a Soda Stereo en CBS y en las presentaciones, porque, para ser sincero, no habÃa ningún interés de parte de la compañÃa en apoyarlos. Asà que se encontraban descorazonados con ese tema.â
Antes de tomar la decisión de incorporarlo en la agencia, el otrora productor y manager âquien desde hace veinticinco años atiende su propia tienda en el Microcentro porteño, Elvis Shop, dedicada al âRey del rock and rollââ invitó a Virus a ver un show de Soda Stereo en Zero Pub. âUna vez que Ãbamos en el auto, pregunté cómo se llamaba el grupo. Cuando me dijeron, contesté: âOlvidate, con ese nombre no llegan a ningún ladoâ, confiesa Marcelo Moura, actual cantante del legendario combo de pop platense. âNo bien comenzó, nos gustó muchÃsimo. Al salir de ahÃ, RodrÃguez Ares le preguntó a Federico si querÃa producir ese disco debido a que, a pesar de que el material estaba prolijamente hecho, habÃa dos detalles para remarcar: era su primer álbum, por lo que estaba bueno que los apoyara alguien que tuviera experiencia, para evitar que cometieran los mismos errores por los que uno ya habÃa pasado. Lo otro era, tomando en cuenta el auge de The Police, tratar de sacarle cualquier estigma que los relacionara con ellos. Asà que la idea era meterle teclados para ayudarles a hacer relucir su personalidad.â
Después de que Soda Stereo aceptara las condiciones para grabar su primer disco, RodrÃguez Ares acudió al sello para reactivar la realización de ese material. âLa gente que manejaba el catálogo de artistas y repertorios me dijo: âCarlos, lo que vos quierasâ. TenÃa una excelente relación con el sello debido al éxito que tuvimos con Virus, entonces se me hizo muy fácil reactivar lo de Soda.â. No obstante, antes de ingresar al estudio, el trÃo allanó el terreno para consolidarse como la banda revelación del rock argentino de 1984. âEsa mala prensa que tuvo al principio pude revertirla cuando llegaron los carnavales de ese año. En Marabú, sala que tiene una historia riquÃsima en cuanto al tango, llevé adelante un ciclo en el que presenté a Virus y a grupos que estaban con Daniel Grinbank. Pero aproveché para meter a Soda a manera de soporte de todas las actuaciones. Afortunadamente, me fue muy bien, y en lugar de dos o tres fines de semana, el evento se extendió hasta abril. Y eso les sirvió muchÃsimo. El público llegaba para ver a Los Abuelos de la Nada y se encontraba con un trÃo impresionante que sonaba rÃspido. Te cortaba con un cuchillo.â
âLa calle enseñaâ, âPerdón, fue un errorâ, âLisaâ, âEl héroe de la serieâ y âDime Sebastiánâ fueron algunas de las canciones de ese repertorio germinal que se descartaron de la grabación del disco debut de Soda Stereo. âEran temas experimentales que formaban parte del proceso de desarrollo del carácter del grupoâ, argumenta Coleman, quien estuvo presente en esas sesiones. âIncluso tenÃan uno llamado âChoripánâ, mientras que âLa calle enseñaâ era muy The Police. También recuerdo que en ese momento Gustavo y yo escuchábamos mucho a Code Blue, banda maldita inglesa que sonaba como Police, pero era más rockera. Esa información llegaba gracias a que tenÃamos amigos con disquerÃas que importaban discos.â Alberti especifica: âLo que pasó con esas canciones ây no sólo sucedió en el primer álbum, sino en otras etapasâ, es que, a causa de que Soda Stereo componÃa en la sala de ensayo, quizá luego, porque no nos terminaban de convencer para meterlas en un disco, tomamos partes de estas para terminar otros temas o simplemente quedaron en el olvidoâ.
La relación del trÃo con Adrián Taverna, sonidista de confianza de Soda Stereo y de Cerati en su carrera solista, se remonta al primer disco. âLlegué a Soda de la mano de Federico, porque yo era el ingeniero de sonido de Virus. Cuando a él le propusieron ser el productor del álbum, me preguntó un dÃa si querÃa ir a verlos en vivo. Asà los conocÃâ, hace memoria este mago de las perillas, proveniente de las ligas del metal. âDespués grabé el demo con las canciones del disco, que posteriormente sirvió de referencia, de las que quedaron todas, salvo una llamada âDetectivesâ, las cual al final no entró porque ya tenÃan varias parecidas en el repertorio. Me acuerdo perfectamente que era de la onda de â¿Por qué no puedo ser del jet-set?â y âTe hacen falta vitaminasâ. Ese material lo grabamos en un cassette común, desde una consola de seis canales, en la sala de ensayo del grupo. Hicimos una pasada a los temas porque realmente estaban armaditos.â
Si bien es cierto que la banda tenÃa afilado el conjunto de canciones que integra su LP epónimo porque lo tocaba desde hacÃa tiempo, la labor de Federico Moura se orientó a contener psicológicamente a los músicos, sobre todo a Gustavo Cerati. âComo sabÃa que no habÃa mucho más para hacer, sugirió algunas cosas. Pero no participó en el sonidoâ, explica Alberti. âDe hecho, el primer disco suena peor de lo que el grupo sonaba en vivo. La calidad técnica de ese material fue desastrosa. Lo que pasa es que nos afectó la burocracia, porque debimos grabar en un estudio del sello en el que de pronto estabas haciendo una toma con un técnico, terminaba su turno y luego lo reemplazaba otro ingeniero (fueron cuatro los que participaron) que no sabÃa lo que habÃa hecho el anterior. Eso nos complicó y hasta nos mermó. A nosotros Federico nos daba, por lo menos, la tranquilidad de que en el cuarto de control habÃa alguien que entendÃa lo que querÃamos. Más allá de eso, su mayor trabajo fue sobre Gustavo, a partir de su experiencia como cantante, para que él pudiera hacer rendir mucho mejor su voz.â
Amén de Moura, quien aportó igualmente algunos teclados en temas como âTrátame suavementeâ y âNi un segundoâ, en las sesiones de esa producción del disco, registradas en los ya inexistentes estudios de 16 canales de la CBS en Paraguay y Montevideo (âera nuestro Abbey Roadâ, dice Coleman), intervinieron también Gonzalo âEl Gonzoâ Palacios, de Los Twist, que prestó su saxo para el corte â¿Por qué no puedo ser del jet-set?â, y Daniel Melero, con algunos sintetizadores y programaciones. Aunque la historia oficial cuenta que el ex Los Encargados, frente al deseo de Soda Stereo de sumar un tema lento, cedió âTrátame suavementeâ, RodrÃguez Ares asevera que la propuesta fue suya: âCon Daniel tuvimos un trabajo muy cortito con Los Encargados y me pareció que esa canción, que me impresionó mucho al momento de escucharla, les venÃa bien a los Sodaâ, señala el productor y manager. âAsà que le pedà su autorización porque, considerando que los chicos se comportaban de una forma muy punk sobre el escenario, podÃa agregar en su propuesta.â
La presentación del primer disco de Soda Stereo ante los medios, que coincidió con el cumpleaños de Zeta, el 1º de octubre, se realizó en el subsuelo de la cadena de hamburguesas Pumper Nic, en su sucursal de la calle Suipacha. Tras las buena acogida que tuvo ese evento, siguió el show oficial en el Teatro Astros, el 4 de diciembre de 1984. âGustavo tuvo una idea muy interesante, aunque hoy parezca normal, porque el tema de la imagen era muy importante para ellos, y fue montar una estructura de televisores detrás de donde iban a estar tocando, que funcionaron a lo largo del espectáculo, en distintos lugares y canales. Y eso agregó muchÃsimoâ, reconoce RodrÃguez Ares, del que la banda se alejó antes de que entrara a grabar su siguiente álbum, Nada personal. âLos Soda trabajaron conmigo un año y pico. De manera que con el único disco que tuve que ver fue con el primero. Ellos después comenzaron una relación con Ohanian. No sé si se fueron en malos términos, pero tengo un muy lindo recuerdo tanto de Zeta como de Charly. Son muy buena gente.â
A tres décadas de su aparición, Charly Alberti ve al primer disco de Soda Stereo como la culminación de una etapa. âA la distancia pensás: âTenÃa que aprender, era lo que me tocabaâ. Casi todo primer disco es determinante porque fija tus tiempos, y en qué momento y con qué frescura vas a desarrollarte. No obstante, este álbum encierra un montón de situaciones y de momentos musicales que lo hacen diferente del resto, porque cuando hacés un primer disco se supone que venÃs ensayando, si sos una banda chica y nueva, desde hace ya varios años. Entonces te das cuenta de que algo pasó entre el primer tema que hicimos, â¿Por qué no puedo ser del jet-setâ, y el último, âSobredosis de TVâ. Sin embargo, están todos en el primer disco. ¿Por qué? Porque te lleva un tiempo mayor al que necesita cuando ya tenés una carrera, ya que el resto de los discos generalmente los hacés en un año. Entonces, el tiempo musical se encierra en un sonido, que en este caso fue mucho más amplio.â
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