Fer Gril enfatiza que le interesa âreivindicar la idea de la canciónâ. Se refiere a entenderla por fuera de los géneros. O, en todo caso, a vestirla con el ropaje que la canción precise. No es posible, en el arte, hacer borrón y cuenta nueva. Siempre se parte de una base, de una raÃz, de una tradición; de la experiencia de otros, en definitiva. Lo que sà es posible es no enclaustrarse en un modo de ver el mundo. El cantautor confiesa que, en un momento de su vida, sintió que el rock dejó de darle respuestas y necesitó incorporar otras âherramientas estéticasâ para construir sus canciones. Para él responde a un cambio de época. âHoy los chicos en el iPod tienen cumbia, reggaetón, punk, trash, música electrónica, heavy metal y folklore âgrafica Grilâ. Y me parece que eso termina liberando la canción del género que, en muchos casos, funcionaba como una jaula creativa. Siempre digo que el género es una herramienta estética más, no lo pienso como un lugar de pertenencia. Hay cosas que sólo se pueden decir bien en una cumbia, como hay cosas que sólo se pueden decir bien en el rock. Al final, lo único que importa es si uno es capaz de hacer una buena canción.â De esta manera, en su último disco, Mis canciones, el músico pone por delante a la canción. Aunque hay aires de baguala, cumbia y âpop punkâ, el disco está atravesado por un inevitable sonido que remite al rock argentino. La presentación será hoy, a las 21, en La Oreja Negra (Uriarte 1271). 4g2b19
â¿Cómo llegó a su canción actual, a la que considera por encima del género?
âHistóricamente, la música se dividió en música académica y popular. Con el surgimiento de los medios masivos de comunicación, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, apareció la necesidad de etiquetar a la música popular en diferentes géneros por una cuestión de economÃa lingüÃstica, de poder explicar más fácilmente qué era algo con pocas palabras. Porque los medios también tenÃan columnas y espacios que lo precisaban. En este sentido, se empezó a etiquetar las cosas de forma muy arbitraria. El rock engloba músicas que no tienen nada que ver entre sÃ. En el último tiempo de la industria discográfica, eso cuajó bastante bien porque se generó toda una maquinaria de comunicación que hacÃa que los géneros fueran algo muy identitario. Te bajaban mucha lÃnea: si eras punk, habÃa una moral, una estética, una forma de ser, etcétera. Sin embargo, me parece que eso terminó saturando y hoy ya no significan nada los géneros. Tal es asà que hay una apertura mental. Lo veo en los chicos más jóvenes que yo a la hora de escuchar música. Hay que faltarles el respeto a los géneros. Está bueno eso, porque de ahà surge algo creativo.
â¿Cuándo sintió que el rock ya no lo representaba?
âPor un lado, tuvo que ver con la necesidad de expresar ciertas cosas que el rock no me permitÃa. Y, por otro, una mirada más moderna de la moral rocker. En los â80, tirar una tele por la ventana era un acto de rebeldÃa, pero hoy es un delito penal menor. La sociedad cambió. A veces uno ve que todavÃa perduran ciertas actitudes rocker y pensás â¡Qué adolescente!â. El rock dejó de dar las respuestas que me daba en otro momento de mi vida. Hoy es mucho más poderoso una guitarra acústica de un tipo diciendo sus verdades que una guitarra eléctrica que no asusta a nadie. No hubo otro género tan industrializado como el rock en los últimos veinte años. Después de la gran generación de músicos argentinos como Fito o Charly en la década del â80, el rock sufrió. Hubo una maquinaria que reprodujo y trabajó ciertos lugares que funcionaban comercialmente.
â¿Considera que fue negativa la industrialización de la música?
âNo tengo una mirada negativa frente a la industria. Me parece que, en algún lugar, todos funcionamos dentro de un mercado o escena, que tiene sus medios de comunicación. Pero lo que terminó apareciendo fue un achatamiento cultural, porque se encontró una fórmula que funcionaba y se replicó mucho; donde lo más importante era lo que pasaba abajo del escenario y no arriba, esa cosa de la âfutbolización del rockâ, que terminó en la tragedia de Cromañón. Hubo tipos que se enriquecieron mucho con eso. Hubo un montón de gente detrás, no fue algo espontáneo.
Mis canciones es un disco parejo. Hay canciones con pulso alto, como la punk âDomingo por la tardeâ o âLos grisesâ, con base de ska; y otras más cercanas a la balada, como âNo me tiresâ y âTriste rockânârollâ. Pero hay dos que se destacan: âAdolescente y enfermoâ, una suerte de cumbia que funciona como corte de difusión (y cuenta con un video muy visitado en YouTube), y âUn poco de caminoâ, una poderosa baguala en compañÃa de la folklorista Mariana Baraj, que habla sobre sus abuelos. âMe da bronca la mirada peyorativa de la cumbiaâ, lanza el ex Littio. Y completa: âLa cumbia argentina es un género novedoso y probablemente está en su etapa incipiente, como lo estuvo el tango en sus orÃgenes. En los dos procesos creativos hay algo bastante parecido: inmigración y marginalidad. Y tal vez el Piazzolla de la cumbia está en algún lugar del conurbano y todavÃa no lo encontramos. Por otro lado, que una canción sea capaz de movilizar tu cuerpo es muy poderoso como experiencia estética. El baile es mágico. Y probablemente tenga que ver con el origen de la música. Tengo una hija de cuatro meses y me impresiona mucho su vÃnculo con la música. A ella le genera un montón de cosas: se calma, se duerme, se excita. Genera un vÃnculo mucho más automático y natural que con la palabraâ.
âAdemás de liberar sus discos en la red, les da mucha importancia a los videos de sus canciones, ¿Cree que es una forma de contrarrestar la crisis del disco y aprovechar el auge de Internet?
âCreo que el disco murió. En realidad, estamos viendo sus últimos años de vida. También está en extinción la idea de álbum. Estamos volviendo a la idea de single. Eso es lo que está pasando en la industria a nivel mundial. La industria discográfica hizo un gran negocio sobre la base de la replicación material de algo inmaterial. De hecho, las discográficas aparecen asociadas a los aparatos de reproducción musical. Eso ya se rompió. Alcanzó su punto máximo en la década del â90 con los CD: ahà la industria discográfica hizo mucho dinero. Pero hoy se terminó y los músicos tenemos que volver a tocar. Mi disco está disponible en Internet (en www.fergril.com.ar) y pido la colaboración de la gente. Me gusta la lógica del artista callejero de poner la gorra y que la gente, si quiere, te ayude a financiar el próximo disco. Me interesa el disco fÃsicamente sólo como un objeto de merchandising. En tanto, el video todavÃa es poderoso. Hay posibilidades tecnológicas que permiten que sea más accesible hacer un video. Pero eso también es una trampa, porque a veces falta creatividad para impactar.
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