Hubo chispas ayer en el acto oficial de inauguración de la 39ª Feria del Libro, tal como ocurrió en la edición pasada. El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y el director de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, brindaron discursos que discutieron con el del ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi. Los otros oradores fueron Vicente Battista y Gustavo Canevaro, titular de la Fundación El Libro. Todos ellos coincidieron en la importancia de los libros para el desarrollo de la sociedad y en la vitalidad de este acontecimiento. Los disensos que se plantearon pertenecen al plano de la polÃtica. âTuvimos menos libros y menos escritoresâ, acusó Lombardi a los funcionarios nacionales. Sileoni le respondió con un extenso documento de cifras y realzó los logros de la última década en salud, educación, cultura y trabajo. 116a34
El acto fue en la sala Jorge Luis Borges del predio ferial de La Rural. El funcionario macrista, quien habló luego de Canevaro y Hamawi, encendió la polémica. âTengo dos pequeños avisos parroquiales. Quiero suponer que no querrán trasladar la feria a Tecnópolis el año que viene. La feria nació en la ciudad de Buenos Airesâ, apuntó. Luego criticó que Hamawi haya hecho una exposición de cifras y opinó: âTuvimos menos libros y menos escritores. Mostrar los números de la balanza comercial es un error severoâ. En su discurso, uno de los más breves, citó varias veces a Borges. Se refirió al Festival de PoesÃa de la Ciudad y celebró el hecho de que este año la feria tenga una ciudad invitada, que es Amsterdam. âEsta es la feria de la metrópolis âinsistió hacia el finalâ. La idea de Buenos Aires como metrópolis es una idea potente que seguiremos sosteniendo.â
Sileoni recogió el guante. âVengo como Estado nacional a informar del muro de silencio y falsedad que construye cierta prensa. Se omiten datos o se destacan cuestiones que nada tienen que ver con la verdad. Pero no sentà ironÃa en las palabras del ministro, deben haber sido sincerasâ, manifestó. Y comenzó a dar cifras. âEn 2011 compramos para escuelas públicas 6 millones de libros; en 2012, 9 millones. Y este año compramos más, 13 millones. Algún diario anunció que los comprábamos porque era año electoralâ, remarcó. Siguió con números de inversión en educación y en cultura. Sonó un aplauso cuando nombró a Néstor Kirchner y cuando dijo âlas Malvinas fueron, son y serán argentinasâ. âIndependientemente de las condiciones económicas, los chicos van a tener los mejores libros, esos que no se consiguen en capitales de provincia. Y 77 empresas editoriales participaron de la última compra. Todos están vendiendo más libros en la Argentinaâ, subrayó.
âLa ignorancia y la pobreza son hermanas en la desgracia de los pueblos. El centro de la escuela antes era el comedor. Hoy vuelve a ser el aula. La pasión polÃtica ciega ante algunas evidencias. Estamos en una década ganada para la salud, la cultura, el trabajo, la educaciónâ, sostuvo el ministro. Y protestó: âLa Presidenta anunció la inauguración de mil escuelas más y no salió en ningún ladoâ. Las palabras del titular de Industrias Culturales fueron en la misma lÃnea que las de Sileoni. Hamawi apuntó: âEn los últimos diez años la población con estudios universitarios creció un 54 por ciento; el aporte a la cultura del PBI de nuestro paÃs se incrementó un 50 por ciento, alcanzando en la actualidad el 3,83 por ciento; se triplicaron la cantidad de tÃtulos publicados y de ejemplares impresos anualmenteâ. Además, indicó: âEn 2012 exportamos 30 millones, pero sólo importamos 25 millones. En 2011, la industria gráfica nacional representaba el 38,5 por ciento del mercado interno y un año después, producto de una polÃtica de sustitución de importaciones, trepó al 82 por ciento. Hoy ocho de cada diez libros editados en Argentina se imprimen aquÃâ, remarcó.
Hubo aplausos de todos los colores polÃticos, lo que reflejaba la mixtura de la platea. El público debÃa contar con invitación especial para ingresar a la charla. Es decir, no estaba abierta para los primeros caminantes de esta feria. Con un discurso más poético, Battista distendió el clima. Empezó con la diferencia entre mirar y leer. âMirar televisión no exige mayores esfuerzos, basta con elegir una buena butaca y apretar el control remoto. El resto queda a cargo de la pantalla. Leer, en cambio, exige otra conducta. No basta con mirar. En la página del libro aparecerá un conglomerado de palabras que sólo comenzarán a ser, a tener sentido, a partir de su lecturaâ, comparó. También aludió a las nuevas tecnologÃas, a las que no entiende como una amenaza para los libros ni para la escritura, pues la incluyen.
âEl escritor es el primer eslabón de la cadena editor-impresor-librero-lector. Sin un texto previo esa cadena no tendrÃa sentido, tampoco esta feriaâ, concluyó. Entonces su discurso se centró en un reclamo puntual: se refirió a la necesidad de una jubilación para los escritores. Finalmente, antes del clásico corte de cintas, marcó su postura respecto de la discusión que signó la jornada: âEn la dictadura hubo 1.500.000 libros quemados. El Gobierno compró 13 millones de libros nuevos. Las dictaduras queman libros. Las democracias alientan su lecturaâ. Por su parte, Gustavo Canevaro, presidente de la Fundación El Libro, sostuvo: âLa comparación de los 5 mil metros cuadrados de aquel primer encuentro con los 45 mil que ocupamos hoy es un increÃble indicador de éxito de esta feriaâ.
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