âLa palabra vuela a través del espacio, rebota a través de los satélites y se encuentra ahora más cerca que nunca del cielo del que alguna vez se ha dicho que provino.â La escritora sudafricana Nadine Gordimer reafirmó sus convicciones literarias cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1991. âEl hombre es el único animal con capacidad de observarse a sà mismo y que ha sido dotado de la dolorosa capacidad de haber querido siempre saber el porqué. Y esto no es sólo la gran cuestión ontológica sobre por qué estamos aquÃ, a través de qué religiones o filosofÃas buscamos la respuesta final que distintos pueblos en distintos tiempos se han formulado, sino que desde que el ser humano comenzó esa observación de sà mismo ha buscado también la explicación de los fenómenos cotidianos, como la procreación, la muerte, el cambio de las estaciones. Los antepasados de los escritores, con ayuda de los mitos, comenzaron a investigar y formular esos misterios a través de la aprehensión de trozos de la vida cotidiana, en combinación con la fantasÃa.â La dama blanca de alma negra, una de las voces más comprometidas en la lucha contra el apartheid y en la defensa por âdevolver la dignidad a la población negra sudafricanaâ, murió el domingo por la tarde a las 90 años en su casa de Johannesburgo. 5f6e43
Aunque no se consideraba una escritora polÃtica, el año pasado, cuando publicó el que serÃa su último libro, la novela Mejor hoy que mañana (Acantilado), planteó que la polÃtica âestá en mis huesos, mi sangre, mi cuerpoâ. Gordimer nació en Springs, una población minera cercana a Johannesburgo, el 20 de noviembre de 1923. Hija de unos inmigrantes judÃos de Letonia y Reino Unido, en Springs pudo observar el conflicto entre los inmigrantes europeos, los negros que llegaban a trabajar a las minas y la población blanca local que veÃa que perdÃa sus privilegios. Esa turbulenta sociedad sudafricana de primera mitad del siglo XX, donde se fraguó el supremacismo blanco, estuvo siempre presente en su vida. Hay momentos cruciales que la memoria almacena en la estanterÃa de los recuerdos imborrables. La niña Nadine tendrÃa unos diez años cuando se dio cuenta de que pertenecÃa âa un mundo blanco opresorâ. Aquella noche de la década del â30, la policÃa irrumpió en su casa en busca de alcohol, prohibido a los negros, en la habitación de la criada. ¿Cuál es ese dolor que regresa con el aguijón que produce una revelación? La niña acaso nunca perdonarÃa a sus padres que permitieran ingresar a los uniformados sin pedir permiso. Esta escena iluminarÃa la distancia que separa lo importante de lo trivial. Pronto ella misma se involucrarÃa más y más para lograr el cambio social.
Su escuela literaria fue la biblioteca del pueblo minero donde pasó su infancia y adolescencia. Proust, Chéjov y Dostoievski, dentro de una larga serie de grandes autores, fueron sus maestros. Su primer cuento, âVenga otra vez mañanaâ, lo publicó cuando tenÃa quince años en una revista sudafricana. En 1949 editó su primera colección de cuentos en Johannesburgo, Face to Face; y en 1953 llegarÃa su primera novela, The Lying Days, publicada en Londres. âTú no decides ser escritora, simplemente naces con un impulso natural que no se aprende en las escuelas. Sólo hay un camino, leer, leer, leer para que se despierte el don de la escrituraâ, proclamaba Gordimer. Ese âdonâ de la escritura fue progresando a la par de la publicación de La suave voz de la serpiente (1956), Seis pies de tierra (1956), La huella del viernes (1960), obras iniciales en las que, mediante un estilo sobrio narrativo, pone en foco el apartheid, el exilio, la segregación racial y la enajenación del ser humano. La tristemente famosa masacre de Shaperville, en la que murieron 69 manifestantes negros a manos de la policÃa y en la que detuvieron a alguno de sus mejores amigos, fue el detonante para tomar partido contra el gobierno que oprimÃa las libertades sobre las que ella escribÃa y hablaba. A principios de la década del â60 entró en o con Nelson Mandela, le escribió discursos al lÃder del Congreso Nacional Africano (CNA), como el histórico âUna causa por la que estoy preparado a morirâ en su juicio de Rivonia, en 1964; fue una integrante destacada del CNA, escondió activistas en su casa, de-safió a la censura y se convirtió en una defensora a ultranza de la dignidad de las personas.
âYo intentaba leer libros de Su-dáfrica escritos por sudafricanos. Leà todos los libros prohibidos de Nadine Gordimer y aprendà mucho de la sensibilidad de los blancosâ, confesó Mandela en su autobiografÃa. Cuando estaba preso cumpliendo cadena perpetua, su abogado George Bizos le hizo llegar un ejemplar de La hija de Burger (1979), novela en la que explora los sentimientos divididos de una mujer blanca sobre el apartheid cuando su padre comunista es encarcelado por oponerse al sistema. Mandela, en agradecimiento, le escribió una carta a la escritora. Años más tarde, en 1990, cuando salió en libertad, Gordimer fue una de las primeras personalidades de la cultura en reunirse con el lÃder negro.
Tres de sus libros fueron prohibidos por el apartheid: Mundo de extraños (1958), La hija de Burger y Gente de julio (1981). En El conservador (1974), que obtuvo el Premio Booker ese mismo año, narra cómo un industrial blanco, conservador y solitario explota a sus empleados negros para lucro personal y es abandonado por su familia, que no soporta la violencia con la que quiere detener la historia. La riqueza de su producción literaria cosechaba prestigio internacional. Los intentos del régimen sudafricano por silenciar su obra, a causa de la implÃcita denuncia de la crueldad del apartheid, potenciaron la importancia de su literatura y sus intervenciones en la arena polÃtica. En Gente de julio (1981) retrata a una familia blanca que logra huir de una guerra civil gracias a la ayuda de sus criados negros. En La historia de mi hijo (1990), un joven negro intenta comprender los conflictos de la vida privada y pública de su padre.
Gordimer publicó más de treinta libros, a los que hay que agregar, entre otros tÃtulos, Nadie que me acompañe (1994), El encuentro (2002) y Atrapa la vida (2006). Los escribió en inglés, uno de los once idiomas oficiales en Sudáfrica, entre los que se cuenta el afrikaans (derivado del holandés) y lenguas de origen bantú. El jurado del Premio Nobel de Literatura la eligió âpor sus magnÃficas obras épicasâ que han aportado âeminentes servicios a la humanidadâ. Entonces, en diciembre de 1991, cuando recibió el Nobel, la narradora sudafricana recordó a Roland Barthes cuando, a la pregunta de qué es lo que caracteriza al mito, respondió que es la capacidad de darle forma a un pensamiento. âLa forma en que los escritores se han acercado y se acercan a las fuerzas de la existencia ha sido, y lo es hoy más que nunca, objeto de estudio para el conocimiento cientÃfico de la literatura. Las relaciones del escritor con la realidad perceptible y la que está más allá de lo perceptible están en la base de esos estudios.â Además mencionó a distintas generaciones de escritores, como William Butler Yeats, James Joyce y Gabriel GarcÃa Márquez, que a través de infinitas formas se han aproximado al laberinto de la existencia humana.
Miembro honorario de la Academia Americana de las Artes (1978), entre los galardones que recibió, además del Nobel de Literatura, figuran el Premio W. H. Smith de Literatura (1961), Thomas Pring de la Academia Inglesa Sudafricana (1975) y el Premio CNA de Literatura (1975, 1979 y 1981). También fue distinguida con más de doce doctorados honoris causa, entre otros, de las universidades estadounidenses de Yale, Harvard y Columbia, además de la británica de Cambridge, la belga de Leuven o la sudafricana de Ciudad del Cabo. La autora sudafricana también llamó la atención del mundo sobre la necesidad de combatir la pobreza a escala internacional, especialmente tras su nombramiento como embajadora de buena voluntad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 1998.
Comparte con Mandela el hecho de haber sido escogida una de los 21 iconos sudafricanos en un proyecto del fotógrafo Adrien Stein. âOdio esa palabra âaseguró la escritoraâ, es como si fuéramos una estatua de mármol.â Mejor hoy que mañana, su último libro, empieza en la Su-dáfrica democrática, con unos lÃderes polÃticos entregados a la corrupción y que han defraudado y traicionado la vieja causa, en la que la autora militó. Los protagonistas, Steve y Jabu, un matrimonio formado por un quÃmico blanco y una abogada negra, se mantienen en la lucha, pero de manera distinta a sus tiempos en la clandestinidad. Cuando imperaba el régimen supremacista blanco, ellos eran fugitivos que sabÃan lo que querÃan y quién era el enemigo, pero una vez se ha acabado con la institucionalización del racismo âles pesan sus pasados diferentesâ. Uno reniega de su blanca familia, a pesar de que aceptan su relación con Jabu, mientras que ella se acerca aún más a su padre, un pastor anglicano que tras haberle abierto las puertas a una buena educación le reclama tradición. La tensión narrativa se acrecienta cuando asisten atónitos a cómo antiguos compañeros se dejan vencer por el dinero y el poder. La pobreza y el desempleo azotan a los negros, como la epidemia del sida que, durante los primeros años de democracia, fue banalizada por el gobierno. El complejo cuadro se completa con la llegada de inmigrantes de paÃses africanos a Sudáfrica, vÃctimas de la xenofobia de los más desfavorecidos de la sociedad, los mismos que sufrieron las injusticias racistas del apartheid.
La escritora negó que esos luchadores, con Mandela a la cabeza, hayan pecado de âingenuidadâ en los años â90. âEstábamos totalmente concentrados en devolver la dignidad a los negros, en los derechos humanos, en acabar con las leyes del apartheid y en evitar una guerra civil. SabÃamos lo que hacÃamos, pero no vimos qué iba a ocurrirâ, aclaraba la escritora. A pesar de la democratización y del âtriunfo de la pequeña clase media negraâ, cuestionaba la âimpresentable brecha socialâ sudafricana. El actual presidente, Jacob Zuma, âun antiguo héroe ahora misteriosamente hambriento de poder y un absoluto corruptoâ, en opinión de Gordimer, ilustraba los âdesastres de la gestión de los lÃderes negrosâ.
La Fundación Nelson Mandela manifestó su âprofunda tristeza por la pérdida de la gran dama de la literatura de Sudáfricaâ. âHemos perdido una gran escritora, una patriota y una voz fuerte por la igualdad y la democracia en el mundoâ, agregó. En los últimos años, Gordimer participó activamente en la lucha contra el sida recaudando fondos para Treatment Action Campaign, un grupo que ayuda a los enfermos sudafricanos a obtener medicinas gratuitas para salvar sus vidas. Hace un mes volvió a criticar a Zuma, el presidente sudafricano, al oponerse a un proyecto de ley que limita la publicación de información considerada sensible por el gobierno. âLa reintroducción de la censura es impensable cuando tenemos en cuenta lo que sufrió la gente para deshacerse de la censura en todas sus formasâ, argumentó Gordimer.
âLa literatura puede hablar por nosotros y el hecho de leer significa que estamos vivosâ, ponderó Gordimer cuando se presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2006. âEs tremendamente importante en el desarrollo de nuestra comprensión del otro, del mundo, y también para poder comparar y tomar nuestras propias decisiones. Porque al leer sobre la vida de otras personas aprendemos de ellas, de cómo manejan sus emociones, sus problemas y de las sociedades en las que viven sus vidas. Si vives en un paÃs que está en paz, ¿cómo sabrás qué es vivir en un paÃs en guerra?â Predicaba con fervor que la lectura es determinante para entender el mundo. Cuando estaba por cumplir 90 años, el año pasado, para quitarle peso al número dijo: âNo es nada, una casualidad que el cuerpo dure tantoâ. No le gustaba hablar de la muerte ni de su vida amorosa: âTodo lo que el lector debe conocer sobre mà está en mis librosâ.
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