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âEste libro es resultado de tres años de investigación. También, de 32 años de labor humorÃstica y de más de 30 años de trayectoria en el psicoanálisis, la mayorÃa como paciente. Y de, como mÃnimo, 57 dedicados a mi propia neurosisâ, dice Rudy, acerca de su nueva y ambiciosa criatura: Sigmund Freud, vida y milagros (Galerna), una biografÃa humorÃstica que retrata âen casi 400 páginasâ peripecias y obra del padre del psicoanálisis. âEs raraâ, sostiene. âHay capÃtulos biográficos, teóricos, otros que hablan de qué pasaba en el mundo, poemas, textos sociológicos y antropológicos. Me animo a delirar: tiene la estructura de las Obras Completas de Freudâ, concluye el autor, en la charla con Página/12.
Hace años que Rudy viene haciendo humor con el psicoanálisis. En 1986 creó un movimiento de psicoanalistas ficticios, de distintas personalidades y escuelas, denominado Buffet Freud. El lÃder de este grupo se llamó Karl PsÃquembaum, de quien aparece una frase en esta nueva biografÃa, en la primera página: âAntes de Freud, era difÃcil conseguir psicoanalistaâ. Cuando Buffet Freud cumplió veinticinco años, Rudy publicó Buffet Freud responde, el libro de las preguntas, en el que los personajes contestaban a los interrogantes más diversos. En aquel entonces empezó a delinear este proyecto que hoy ya es realidad: un recorrido por la vida de su irado Freud, con su propia marca, la de un humorista, escritor y comediante que alguna vez fue también terapeuta.
Hoy, el director de SátiraI12 presentará su obra junto a Iñaki EcheverrÃa (quien ilustró las páginas del libro), Jorge Schussheim y Santiago Varela, a las 19, en la Casa del Bicentenario, ubicada en Riobamba 985. Rudy adelanta una payada interpretada por él mismo y Rafael Calomino, una escena entre un paciente y su analista. Al final habrá un brindis: âVenga con su psicoanalista, sus pacientes, su pareja, su grupo, sus ex, sus actuales...â, invita. Este sábado, a las 18, lo presentará en Rosario, en el Centro Cultural Ross (Córdoba 1347, planta alta). Lo acompañará Juan Ritvo, psicoanalista y escritor. A las 22, en el mismo espacio, realizará una función del monólogo Rudy a la carta.
â¿Cómo surgió la idea de hacer una biografÃa de Freud?
âMe gusta muchÃsimo hacer humor sobre psicoanálisis. Cuando en 2011 se cumplieron los veinticinco años de Buffet Freud, una de las ideas que salió fue hacer apuntes para una biografÃa de Freud. Fui apuntando las cosas que sabÃa de su vida, sus obras y de su obra: el psicoanálisis. Empecé a hacer una biografÃa que iba a ser parte de un libro, pero descubrà que daba para más. Soy uno de los objetos de su obra en tanto que paciente de psicoanálisis de unas cuantas décadas. Pero me empezó a picar otro bichito: ¿qué le pasaba a este hombre? ¿Cómo llegó a esto? ¿Qué bicho le picó? Le picaron varios: el de la curiosidad, el de salir de cierta pobreza, se encontró con la medicina en Austria y en Alemania en aquella época... Freud llegó a decir a Breuer: âMirá, si quiero vivir de las histéricas, mejor que haga algo por ellasâ. HabÃa un concepto de la medicina que no pasaba por curar al paciente, sino por la investigación.
âEsta tensión aparece en el libro. Hay mucha información del contexto en el que Freud se convierte en el que se conoce.
âHoy en dÃa sigue pasando: existe la medicina del diagnóstico y la del tratamiento. No estoy en contra del diagnóstico, pero lo valoro en tanto que haga algo por el paciente. No era el concepto de la medicina en esa época, sobre todo en Austria y Alemania. Hay varios bichitos que le picaron a Freud. Vivió una pobreza acuciante. Su padre era muy exitoso en fracasar en los negocios. Por un lado, era un tipo timorato y, por el otro, era fÃsicamente parecido a Garibaldi. Freud debe haberse hecho lÃo con eso. En Moisés y la religión monoteÃsta, llega a la conclusión de que Moisés era dos tipos distintos. Yo digo que se habrá basado en su propio padre. Mi mayor experiencia en el psicoanálisis es como paciente. No soy psicoanalista, podrÃa decir que escritor sÃ, porque éste es mi libro número 50... pero si me pregunta âqué sosâ, le digo âhumoristaâ. Desde ahà escribà este libro.
â¿Y no hay, también, una mirada psicoanalÃtica sobre Freud, en esa indagación sobre su familia y el contexto en el que nace y crece?
âSostengo a rajatabla que los humoristas y los psicoanalistas trabajamos de manera muy parecida: no inventamos; encontramos y descubrimos. Desde mi lugar de humorista me puse a buscar, a cavar, a ver qué encontraba, y ésa es una forma psicoanalÃtica. Pero no me puse a interpretar a Freud psicoanalÃticamente. Juego con la posibilidad: âCapaz le pasó estoâ. El psicoanálisis reclama un ámbito, es con un paciente que quiere analizarse, en un consultorio. Tiene que haber lo que en la jerga se llama âdemanda del análisisâ.
âLa mirada humorÃstica atraviesa también al psicoanálisis: en el libro repite que los psicoanalistas tienen el cuadro de Freud colgado en el consultorio. ¿Por qué será esto tan común?
âLas conclusiones del libro son todas preguntas. Una es ésa: entiendo por qué Anna Freud tenÃa esa foto en su consultorio, porque Freud era su papá. ¡Yo no lo harÃa! Freud fue su papá y su analista. Una de las siete escenas del libro es Freud analizándola. Ahora ningún psicoanalista analizarÃa a su hija. Eran las épocas del inicio... Hay que entender que todo esto fue hace un siglo. El problema no es que los psicoanalistas tengan el retrato de Freud, sino que no le recen cuando se va un paciente: que no se pongan ahà devocionalmente en la postura que cada uno elija y repita âSan Sigmundo de Viena, patrono de los neuróticos, apiádate de mÃ, permÃteme seguir escuchando a este tipoâ. Venimos de una época en que aquello que se llama âencuadreâ era mucho más rÃgido que ahora, para el paciente y para el analista. Si habÃa una mancha en la pared, tenÃa que estar para siempre para que el paciente no se âpsicotizaraâ (risas). Hay mucho cambio en estos 75 años. El martes 23 se cumplirán 75 años de la muerte de Freud.
âSu biografÃa combina lo real con su imaginación. ¿Cómo trabajó esta dualidad?
âEscribÃa los datos reales y los interpretaba humorÃsticamente. Freud estuvo dos años investigando la sexualidad de las anguilas: parece un chiste pero es real. A partir de eso, pude delirar tranquilo. Durante cuarenta años, Freud se preguntó qué desea una mujer. Terminó diciendo âno lo séâ, entonces durante todo el libro yo imaginé la pregunta por las anguilas: ¿qué quieren las anguilas? Tuvo una novia en la adolescencia, que en realidad no llegó a ser su novia, a la que llamaba âIctiosauriaâ. Estos datos reales los interpretaba humorÃsticamente. Leà mucho: de las biografÃas, con la que mejor me llevé fue con la de Emilio Rodrigué, que se llama Sigmund Freud, el siglo del psicoanálisis (1996). Leà libros de gente que se oponÃa de algún modo a Freud o que formuló preguntas. Fui leyendo mucho de Freud y sobre él.
â¿Considera que es un libro que está escrito desde la iración al personaje?
âDesde que empecé como paciente, me sentà ayudado y agradecido por la existencia de esta disciplina. Además, era una fuente de trabajo: me sale mucho el humor sobre psicoanálisis, hay un lenguaje que me gusta. Tengo una multiplicidad de sentimientos. Siento iración y agradecimiento, al mismo tiempo me pregunto si no se habrá equivocado en algunas cosas. Lo ves en ciertas actitudes y te enojás. Pero en el fondo hay iración cariñosa, no exenta de crÃticas. Hay una imagen en el libro en la que él está tapando a todos sus hermanos. Cuando escribo sobre Freud también estoy hablando de mÃ, es una manera de encontrar cosas de uno y de poder reÃrse de ellas. Y es, además, la posibilidad de que el lector se encuentre con cosas propias.
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