âYo soy brisa cálida que danza/ Yo soy ácido puro que piensa/ Yo soy pulso limpio que crece/ Yo soy soledad brusca que ama/ Yo no soy balance bello que respira/ Yo no soy dirigente bello de la paz/ Yo seré pie firme sobre cálido cieloâ. Cuando Bella Piazza Pesce escribió estos versos, quizá no imaginó que un dÃa su poema âPie firme sobre cálido cieloâ le darÃa tÃtulo a un libro, una antologÃa de voces de niños y jóvenes de todo el paÃs que participaron de los talleres de PoesÃa en la Escuela, ilustrado por chicos del taller La Vaca de Muchos Colores de La Plata y diseñado por la artista visual Fabiana Di Luca. Los chicos no sólo leen poesÃa, sino que se arriesgan a escribir cada vez más, jugando y tanteando palabras y pensamientos. Joel Ocampo se anima a un haiku: âSoles de invierno/ veo constelaciones/ toda la nocheâ. Lautaro Pérez elige una momento del dÃa en âDespertarâ: âAl amanecer/ tiemblan las ventanas/ frágiles de las casas/ Un gallo inmóvil despierta a los niños/ humea la pava/ sobre el fuego/ luego del desayuno/ suben los caballos/ y galopan/ entre los álamosâ. El inmenso trabajo de las poetas Marisa Negri y Alejandra Correa está abriendo más caminos. El VIII Festival de PoesÃa en la Escuela, que se realizará entre el 14 y el 30 de septiembre, desplegará más de 100 actividades en 60 escuelas, institutos de capacitación docente y bibliotecas de Tucumán, San Luis, Mendoza, Neuquén, La Pampa, Corrientes, Entre RÃos, Santa Fe, Chaco, Buenos Aires y la capital, en las que participarán más de 200 docentes, poetas y artistas. Varios poetas leerán sus poemas, dialogarán con los alumnos de las escuelas o coordinarán talleres, como Alberto Szpunberg, Miguel MartÃnez Naom, Selva Di Pasquale, Roberta Iannamico, Romina Freschi, Gaby Larralde, Flor Codagnone, Patricio Torne y Candelaria Rojas Paz, entre otros. 1q2j2a
PoesÃa en la Escuela se expande edición tras edición. Habrá participaciones especiales de la escritora y narradora oral Ana Griott, invitada por el Programa de Acción Cultural Española. El festival estará presente en dos unidades carcelarias: la unidad 3 de la cárcel de mujeres de El Borbollón, en Mendoza, de la mano del poeta Gabi Jiménez; y la unidad de mujeres de Los Hornos, La Plata, con Papermusa y el poeta y narrador Carlos RÃos. Se anticipan momentos muy especiales, como una mesa de lectura en la escuela de educación especial Portal del Sol de la localidad de Tapiales (el viernes 16), donde leerán la mamá poeta y su hijo poeta de 19 años. Ella es Gisela Galimi, él Marcos Wertheimer. Alejandra Correa plantea a Página/12 que hay una voluntad colectiva de sostener y propagar el festival. âEste es un proyecto muy querido por la comunidad de poetas y por docentes y bibliotecarios. Nos han dicho reiteradamente que lleva aire nuevo a la escuela, que los chicos se enganchan, que suceden cosas. Para los poetas y artistas que nos acompañan desde hace años, y para los que se suman en cada edición, el festival es una puerta para vivir la poesÃa en una dimensión social diferente y con la idea de estar sembrando hacia el futuro. En las escuelas esperan el festival con alegrÃa. El proyecto tiene un espÃritu que, si se ha sostenido y sigue creciendo, es porque ampara muchas voluntadesâ. Marisa Negri dice que crece âlo que se cuida y se alimentaâ. âA este festival lo nutre la poesÃa. Este año, por ejemplo, editamos Pie firme sobre cálido cielo, una antologÃa que reúne las voces de chicas y chicos de todo el paÃs. El poema como práctica cotidiana, acción y reflexión sobre el mundo que habitamos. JoaquÃn Pérez, de segundo año, dice por ejemplo: ânosotros /en la gran intemperie del corazón / brilla la tierra / de bellezaâ; y su lectura trae al aula a la poeta argentina contemporánea Valeria Pariso, cuyo libro fue el punto inicial de este taller y a la vez nos interroga en múltiples sentidos. ¿Cuándo nos sentimos a la intemperie? ¿Quiénes somos ânosotrosâ? ¿Cuándo brilla la tierra de belleza?â.
En el prólogo de la antologÃa, Correa y Negri subrayan que los chicos âdan el salto de lectores a autores de sus propios poemasâ. No es un salto mágico; hay mucho trabajo para ir despegando más y más. âUn gran paso fue haber logrado, junto al gobierno anterior, llevar la colección de poesÃa Juan Gelman a todas las escuelas secundarias del paÃs âpondera Negriâ. PoesÃa en la Escuela dio el alerta de que en las escuelas hacÃan falta libros de poesÃa para trabajar y acompañó en muchos momentos esa decisión del Ministerio de Educación de crear esta biblioteca de poesÃa que es un lujo. Entonces, cuando un profe o bibliotecario nos pregunta cómo sumarse, sabemos que ese es un buen lugar para iniciar el camino, que lo llevará luego a invitar a poetas locales a su escuela y a escribir poesÃa con los chicosâ. Correa recuerda el panorama que se encontraron al iniciar esta experiencia en las aulas. âVeÃamos que, por lo general, la promoción de la lectura acentuaba la idea de los chicos como receptores. Incluso como receptores de materiales muy especÃficos. Pensamos que la poesÃa sin la dimensión de una apropiación de la palabra, se empobrecÃa. Tampoco estábamos convencidas de que la poesÃa que comúnmente se conoce como âpoesÃa infantilâ era en la que querÃamos hacer pie para hablarles a los chicos de poesÃa. Por eso hicimos la prueba de trabajar con poesÃa de grandes autores, seleccionándola para cada edad. Y paralelamente, con talleres de escritura en cada festival para que los chicos pudieran experimentar ese pasaje de lectores a productores de textos propios con una propuesta que, al venir de fuera del esquema escolar, pudiera de alguna manera poetizar ese espacio de encuentro. Por supuesto que no todos los chicos que pasaron por el festival escriben poesÃa, pero sà todos saben que es una posibilidad que no les está negada de antemano. El libro que editamos es el producto de todos estos años: allà están las lecturas de poetas como Alfonsina Storni, Jorge Leónidas Escudero, Jotaele Andrade, Olga Orozco y contemporáneos que han visitado las escuelas, entre otrosâ.
Que la poesÃa es complicada, que es difÃcil, que no se entiende... Aunque este complejo nudo de prevenciones y suspicacias siga en pie, vivito y coleando, quizá los chicos sean menos prejuiciosos y convencionales que los adultos. âPara combatir los prejuicios nos pusimos a jugar. La poesÃa que llevamos al aula, sea de Paul Celan, (Luis Alberto) Spinetta o Susy Shock, se puede armar y desarmar, contradecir, responder... En ese diálogo, cada uno busca su propia vozâ, afirma Negri. âUna de las claves, como todo en la vida, es buscar la forma para correr de lugar la mirada de ese prejuicio que dice que la poesÃa es un ladrillo inabordable âpropone Correaâ. Lo que hicimos fue darles a los chicos la posibilidad de conectar con lo vital de la experiencia humana que reside en la buena poesÃa. Contarles quién era la persona que escribÃa ese poema y por qué lo escribÃa. Pedirles a los poetas que participaban de lecturas en las escuelas que se corrieran del lugar de la lectura al que estaban habituados y que contaran algo sobre el poema antes de leerlo, que hablaran de la experiencia que encerraban esas palabras. Ha sido un largo camino para todos: docentes, escuelas, poetas y chicos. El Festival es un gran recreo donde la escuela se puebla de voces, de posibilidades de encuentro y donde âlo escolarâ queda levemente suspendido para dar lugar a una suerte de ceremonia en torno a la palabra, la escucha y la experienciaâ.
¿Qué aprendieron como poetas en estos años de Festival? ¿Qué cuestiones encontraron en las aulas, en los chicos, en las experiencias del festival, que las nutrieron? Negri (Buenos Aires, 1971), autora de los libros de poemas Caballos de arena (2003), Estuario (2008), Nautilus (2012) y Las sanadoras (2012), entre otros, cuenta que toda su vida laboral ha transcurrido como docente en la escuela pública. âDurante años la tarea de escribir poesÃa corrió por canales paralelos, en diferentes espacios. Hubo años de agotamiento en los que hubiera querido renunciar a todo y sólo dedicarme a escribir. La institución escolar puede ser agobiante y lamentablemente conocemos muchas que son más parecidas a centros de reclusión que a lugares de aprendizaje. Especialmente en la escuela secundaria, la educación artÃstica y la literatura son sólo dos asignaturas que rara vez se relacionan entre sÃ. El festival es una fuerza comunitaria que logró reunir esos dos mundos, una fuerza transformadora que sigue creciendo y abriendo puertas aún en momentos desolados como ésteâ. Para Correa (Uruguay, 1965), autora de El grito (2002), Donde olvido mi nombre (2005), Los niños de Japón (2010), Cuadernos de caligrafÃa (2009) y Maneras de ver morir a un pájaro (2016), entre otros poemarios, la experiencia del festival repercutió en la mirada que tenÃa respecto a las posibilidades reales de la poesÃa. âAntes del festival, el horizonte era escribir para un grupo de amigos y colegas y ocuparme de lograr un espacio para mi poesÃa. Ahora el horizonte se amplió porque la poesÃa está viva y circula en las aulas. Pero sobre todo, el gran aprendizaje personal del festival es el saber que si la propuesta es honesta, la gente responde apoyándola desinteresadamente. Eso que para nosotras es una enorme responsabilidad que no perdemos nunca de vista, es lo más conmovedor âite la poetaâ. La voluntad por construir, entre todos, un espacio de esperanza. Es una voluntad que se fue alineando en el hacer, año a año, sin la necesidad de grandes discursos. Son dos o tres ideas simples a las que todos los que participan adhieren y desde allà hemos logrado construirnos como colectivoâ.
¿Qué significa sostener PoesÃa en la Escuela en tiempos en que desde el âlenguaje oficialâ de quienes gobiernan el paÃs no hay una sensibilidad ni un interés por lo comunitario o autogestivo? âEste lenguaje oficial es una forma de distanciarse del alma de la gente para que, con la falta de sensibilidad hacia el otro, vengan los ajustes, la pobreza, el enriquecimiento de los mismos de siempre. Ya conocemos eso, ¿no? Nuevo no es âaclara Correaâ. En estas épocas en que se han desmoronado tantos proyectos vitales, como el Plan Nacional de Lectura, el increÃble trabajo de los CAJ a nivel nacional âhan quedado versiones fragmentariasâ, las orquestas infantiles y tantos otros espacios de inclusión de niños y jóvenes que se vienen destruyendo de forma sistemática, sostener el festival es un compromiso que asumimos con mayor convencimiento. Este año tenemos un festival idéntico al del año pasado, aunque el paÃs esté siendo arrasado desde el poder por un huracán. El festival se hace con fondos mÃnimos que en esta edición fueron aportados por el Programa Cultural de la Embajada de Suiza âun subsidio concursable al que se presentaron muchos proyectosâ y el libro fue editado con la ayuda de 60 voluntarios que colaboraron en la campaña de Panal de Ideas y la Fundación Pibes. El Festival crece porque su tarea es urgente y necesaria y afortunadamente hay muchos colegas, docentes, artistas, poetas que asà lo entienden y nos acompañan haciendo un trabajo de voluntariado. Nosotras solas no hacemos un festival de este tipo, somos mediadoras de algo maravilloso de lo que participan muchÃsimas personasâ. Negri comenta que siempre creyeron que el festival era âurgente y necesarioâ. âHoy esta urgencia es más tangible que nunca âagrega la poeta y docenteâ. El camino recorrido nos ha hecho fuertes, ha extendido la red entre docentes, bibliotecarios, poetas, chicos, y escuelas de todo el paÃs. âEl emperrado corazón amoraâ, dice Juan Gelman; somos esa red y la poesÃa vive entre nosotrosâ.
* La programación puede consultarse en www.poesiaenlaescuela.
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