Ya es una costumbre. Cada vez que el cine argentino participa de la competencia de la Berlinale, vuelve con algún premio bajo el brazo. En el 2001, La ciénaga, de Lucrecia Martel, se llevó el premio Alfred Bauer; en el 2004, El abrazo partido, de Daniel Burman, el Oso de Plata - Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata al mejor actor, para Daniel Hendler; y anoche El custodio, de Rodrigo Moreno, ganó nuevamente el Bauer-Preis, que lleva el nombre del fundador del festival y que se entrega especialmente a aquel film que âabre nuevas perspectivas en el campo del arte cinematográficoâ. Si se considera que este mismo premio fue el disparador de la carrera internacional de la opera prima de Martel, es muy probable que ahora tenga un efecto similar en la pelÃcula de Moreno, que ya tiene infinidad de invitaciones a próximos festivales y cuya fecha de estreno está fijada en Buenos Aires para comienzos de abril. âEl orgullo más grande es haber recibido el premio a la pelÃcula más innovadoraâ, señaló Moreno a Página/12, instantes después de haber recibido el premio de manos del realizador Matthew Barney, precisamente director de un cine de riesgo y experimentación. âEsa especificidad del premio es lo que más me enorgullece y me confirma que, en un festival de las dimensiones del de BerlÃn, donde tiene tanto peso el mercado y se hace notar el poder de Hollywood, también hay espacio para que un film como el nuestro pueda ser reconocido y valorado.â El custodio âuna producción de Hernán Musaluppi, que encontró apoyo financiero en Francia y Alemania, incluido el World Cinema Fund que otorga la Berlinaleâ es el primer film en solitario de Moreno, autor junto a Ulises Rosell y Andrés Tambornino de El descanso, premiada en el Bafici 2001, y co-realizador del film en episodios Mala época (1999). Nacido en Buenos Aires en 1972, egresado de la Universidad de Cine, Moreno escribió y dirigió esta historia protagonizada por Julio Chávez, que interpreta al custodio del tÃtulo, un hombre solitario, sin otra vida que su oficio, que va consumiendo dÃa a dÃa su identidad. âDe haber estado Chávez aquÃ, en BerlÃn, quizá también hubiéramos podido ganar el premio al mejor actor, nos confesó el director del festival, Dieter Kosslickâ, apuntó Musaluppi, para quien sin embargo el Bauer-Preis fue más que suficiente: âYa de por sÃ, esto es increÃbleâ, agregó Moreno, que arriba del escenario del Berlinale Palast dedicó el premio a sus padres, los actores Carlos Moreno y Adriana Aizemberg. El reconocimiento a El custodio parece haber sido el fallo menos discutido de un jurado âpresidido por Charlotte Ramplingâ particularmente dividido, según trascendió en los pasillos del Palast. Y que se refleja en un palmarés muy ecléctico. El Oso de Oro al mejor film fue para Grabvica, opera prima de la directora bosnia Jasmila Zbanic, de 32 años. La pelÃcula, paradójicamente, habÃa sido rechazada para la competencia del Festival de Viena, en octubre pasado, por la manera convencional con la que narra la difÃcil relación de una madre con su hija adolescente en la Sarajevo de posguerra. Pero la Berlinale le abrió sus puertas y anoche el jurado la consagró con el premio mayor, por encima de varios de los candidatos más fuertes, entre ellos los nuevos films de maestros veteranos como Robert Altman, Claude Chabrol y Sidney Lumet, que se quedaron con las manos completamente vacÃas. En la misma dirección de privilegiar el contenido sobre la forma, el jury otorgó el premio al mejor director al británico Michael Winterbottom por The Road to Guantánamo, un docudrama televisivo que describe el calvario de tres musulmanes cautivos en la infame prisión militar norteamericana. Las divisiones del jurado quedaron expresadas muy claramente en el Jury Grand Prix-Oso de Plata, el segundo premio en importancia, que terminó partido en dos. Por un lado, lo recibió el sobrio melodrama danés En Soap, de Pernille Fischer Christensen, y por otro, recayó en Offside, excelente film del iranà Jafar Panahi, el director de El cÃrculo, que aquà vuelve a señalar la discriminación que sufre la mujer en su paÃs, con la parábola de un grupo de chicas que deben disfrazarse de varones para poder presenciar un partido de fútbol en el que se juega la suerte del equipo nacional. La potente representación alemana fue recompensada a través de sus actores. El Oso de Plata a la contribución artÃstica fue para Jurgen Vogel, en su triple calidad de protagonista, productor y guionista de Der Freie Wille. El premio a la mejor actriz fue para Sandra Hüller por Requiem y el premio al mejor actor para Moritz Bleibtreu por Elementarteichen. Fue una injusticia, sin embargo, que el mejor film alemán, Sehnsucht, de Valeska Grisebach, fuera ignorado. b3n48
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