âQuerido Sr. Rossellini: He visto Roma, ciudad abierta y Paisá, y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no olvidó su alemán, que no es muy inteligible en francés y que en italiano sólo sabe decir ti amo, estoy lista para ir y hacer una pelÃcula con usted.â Roberto Rossellini recibió la carta el 6 de mayo de 1948 y no dudó en calificarla como el âregalo más preciadoâ de su 42º cumpleaños, en el telegrama de respuesta que envió a Beverly Hills a la remitente: la actriz sueca Ingrid Bergman. Aquel cruce fue el comienzo de uno de los romances más sonados de la época. La estrella abandonaba hija y marido y se lanzaba a los brazos del maestro del neorralismo italiano. El escándalo estaba servido tras el rodaje de Stromboli âla primera de las seis pelÃculas que realizaron juntosâ y el romance parecÃa indestructible. Cuatro años después de la misiva de Bergman al irado director, nacÃa la primera de los tres hijos que tuvo la vilipendiada pareja: Isabella. Y es ella quien ahora firma una nueva âcarta de amor de quince minutosâ dirigida al mismo destinatario, con motivo de su centenario. Sin matasellos de por medio, Isabella escenifica un homenaje a la figura de su padre âun genio que vive casi en el olvidoâ en el corto Mi papá tiene cien años. El guión es también el eje del libro In the name of the father, the daughter, and the Holy Ghosts (âEn el nombre del padre, de la hija y de los santos espÃritusâ) con el que Isabella completa el tributo a su padre. Publicado por la editorial alemana Schirmer Graf, el volumen âpresentado en la pasada edición del Festival de BerlÃnâ recoge las notas y dibujos que Isabella realizó durante la producción de la pelÃcula, fotos del archivo familiar, la correspondencia entre Bergman y Rossellini y una entrevista que dos jóvenes ses, François Truffaut y Eric Rohmer, realizaron al director italiano para Cahiers du Cinema, entre otros materiales. En el capÃtulo dedicado a la familia, Isabella habla acerca de la dificultad de ser hija de dos mitos del cine y de su profundo amor por su padre. âTenÃa complejo de Electra, puede que todavÃa lo tenga. Nunca quise matar a mi madre, la querÃa, pero de pequeña sin duda era la niña de papáâ, escribe. La actriz y modelo protagoniza bajo la dirección del canadiense Guy Maddin el corto en el que se inspira el libro y que fue presentado en la Filmoteca de Madrid. De factura clásica, en blanco y negro âcomo casi todas las pelÃculas del directorâ, para el guión Isabella Rossellini utilizó gran cantidad de cartas y documentos. âPasé nueve meses escribiéndolo y un año rodándolo. Todo lo que pongo en boca de los personajes fue dicho por ellos en la vida realâ, explicó la actriz. Estrenada en el último Festival de Toronto, la pelÃcula, de producción canadiense, será exhibida en varios festivales y canales de documentales. Isabella Rossellini es la única intérprete, pero se disfraza para dar vida a Fellini y a la propia Ingrid Bergman, sin olvidar a Chaplin, al productor David O. Selznick y Hitchcock. Con todos ellos entablan un diálogo Isabella y Roberto: el director está representado en la cinta por una gran panza, una imagen que la actriz asocia con su figura por las muchas siestas que se echó tumbada sobre ella, âsuave, redonda, grande, caliente y acogedoraâ. âPapá, cuando era pequeña tenÃas una panza tan grande que pensaba que estabas embarazado, además siempre te lamentabas de no haber podido amamantar a tus siete hijosâ, recuerda la actriz en un diálogo. Isabella también desvela la afición de su padre por las pastillas de glucosa y por hacerlo todo en la cama âpara no malgastar energÃaâ. âAllà comÃa, veÃa a sus colaboradores, leÃa, escribÃa, tomaba un espresso, editaba sus films. Más que nada, mi padre pensaba y pensaba y pensaba.â Caracterizada como Hit- chcock, Isabella le reprocha a Rosellini haberse dedicado al cine. âTenÃas que haber sido cura y no cineastaâ, dice el director británico. âAburrido, cabezadura, lentoâ, son algunos de los insultos que suenan y a los que la panza de Roberto responde que âla realidad es más fuerte, más extraordinaria que nada de lo que pueda imaginar la mente humanaâ y reivindica âel poder de los sueños, la fantasÃa y la memoriaâ. Mi papá... también aborda la vida personal del director y asà Isabella pregunta a su madre por Anna Magnani, a quien Roberto abandonó (âAna era una loba valienteâ, dice Bergman). ¿Y es cierto que la relación con Rossellini perjudicó la vida profesional de Bergman? âFui yo quien destrocé su carreraâ, sentencia Bergman. * De El PaÃs de Madrid. Especial para Página/12. 3z3w2l
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