âEstoy muy orgulloso de ganar este premio y de esta pelÃcula, que demuestra que el amor es una fuerza poderosa, que nos hace a todos similares a pesar de ser diferentes.â Con estas palabras, el compositor argentino Gustavo Santaolalla agradeció anoche a los de la Academia de Hollywood el Oscar a la mejor banda de sonido, por Secreto en la montaña, el film de Ang Lee que retrata la dramática historia de amor de dos cowboys del Oeste profundo de los Estados Unidos. âLe dedico este premio a mi esposa Alejandra, a mi madre y a mi paÃs, Argentina, además de a todos los latinosâ, continuó anoche Santaolalla, que batió en su rubro nada menos que al veterano John Williams, que figuraba con dos partituras, a falta de una. El Oscar a Santaolalla âentregado por la actriz mexicana Salma Hayekâ es el cuarto que recibe un argentino, desde que en 1986 el director Luis Puenzo ganó una estatuilla por La historia oficial (al mejor film extranjero), seguido en años posteriores por el compositor Luis Bacalov y el escenógrafo Eugenio Zanetti, premiados respectivamente por El cartero y Restauración. La ceremonia habÃa comenzado puntualmente, a las 22 hora de argentina (las cinco de la tarde en Los Angeles, a pleno sol), cuando en la pantalla del Kodak Theatre se vio un bucólico paisaje del oeste, idéntico al de Secreto en la montaña. Una voz en off, procedente de un funcionario de la Academia, preguntaba si en esa carpa solitaria (la misma que alberga la primera noche de amor de la pareja protagónica de Brokeback Mountain) estaba el animador del Oscar, y de allà salÃa primero, a medio vestir, Billy Crystal y luego Chris Rock âlos maestros de ceremonias de entregas anterioresâ y declaraban que este año no podÃan hacer el trabajo, porque estaban muy ocupados... Los chistes con doble sentido referidos a la homosexualidad fueron a partir de allà una constante durante toda la noche. Empezando por los que propuso, en el brillante monólogo de apertura, el nuevo presentador Jon Stewart, un neófito en el mundo del cine, pero una de las figuras más populares de la televisión estadounidense, gracias a su satÃrico programa The Daily Show. âEs ciertamente toda una novedad esto de la cultura gay en los westernsâ, afirmó muy serio, con cara de palo, a la manera de un nuevo Buster Keaton. Y a continuación se vio una antologÃa de escenas de westerns clásicos, que dialogaban entre sà y eran muy elocuentes acerca de las corrientes subterráneas que siempre corrieron a lo largo del Oeste norteamericano. â¿Puedo ver tu winchester?â, preguntaba James Stewart en un clásico de Anthony Mann. Y desde otra cumbre equivalente de John Ford, John âDukeâ Wayne se aflojaba su cinturón, como si estuviera a punto de bajarse sus pantalones, mientras James Dean âen Giganteâ parecÃa contemplar fascinado la escena y acariciaba lujuriosamente los cuartos traseros de su caballo. A su vez, comparando Capote con Secreto en la montaña, el showman Jon Stewart afirmó que el film sobre el escritor era uno de los más originales y valientes del año, âporque rompió un tabú: vino a probar que no todos los homosexuales estadounidenses son cowboys, sino que también hay algunos gays entre la intelectualidad neoyorquinaâ. Tal como se preveÃa, la polÃtica tampoco estuvo ausente de la ceremonia, como cuando el animador, otra vez muy serio, dijo: âTengo algo para informarles, se dice que esta ceremonia es muy liberal, y que para colmo es el triunfo de Sodoma y Gomorra. No se rÃan, no hay ningún chiste aquÃ, solo les querÃa contar de lo que se habla en las fiestasâ. Jon Stewart también aludió al vicepresidente Dick Cheney, que hace poco provocó un accidente de caza: âBjork estaba preparando su vestido (en referencia a la excentricidad que lució el año pasado) para venir a la fiesta, pero le dieron un escopetazo por errorâ. Cuando, a los veinte minutos de empezada la ceremonia, Nicole Kidman le entregó el premio al mejor actor secundario a George Clooney por Syriana, donde interpreta a un agente de la CIA involucrado en maniobras terroristas en Medio Oriente, la estrella âen su primera incursión en laceremonia del Oscar, a la que hasta ahora habÃa sido reacioâ primero abrió el paraguas: â¿Esto quiere decir que no me van a dar el Oscar al mejor director?â. Y después Clooney se ocupó de rescatar el compromiso polÃtico de la comunidad de Hollywood. âDicen que aquà estamos fuera de o con la realidad, pero no creo que sea asÃ. Fuimos los primeros en hablar de sida cuando no era más que un rumor, los primeros en hablar de derechos civiles y les quiero recordar que en 1939 la Academia le dio un Oscar a la actriz Hattie McDaniel, por Lo que el viento se llevó, cuando todavÃa faltaba mucho tiempo para que blancos y negros pudieran compartir el asiento en un ómnibusâ. Y mirando su estatuilla, frente al aplauso de sus pares, afirmó: âMe siento muy honrado de estar con ustedes fuera de la realidadâ. El galán continuó entre bambalinas, frente a la prensa acreditada en el Kodak Theatre, sus reflexiones sobre Hollywood, una industria a la que está orgulloso de pertenecer: âNo creo que siempre vayamos por delante, simplemente reflejamos la sociedad, no la lideramosâ, aclaró. 6jj64
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