CorrÃa el año 1969. Ken Loach no era todavÃa el gran nombre que es hoy, pero ya se habÃa hecho una reputación en el cine británico, como realizador de obras de fuerte contenido social. Kes (1967) y Pobre vaca (1969) habÃan llamado la atención en Cannes y otros festivales y, en el terreno local, una pequeña producción para la BBC, Cathy Come Home (1966), emitida por TV, alcanzó a provocar un debate nacional sobre la ineficiencia del servicio social británico, al punto que la creación de una serie de hogares para familias sin techo se atribuye a la repercusión del film. Fue entonces que Save the Children, una asociación de caridad británica fundada en 1919, convocó a Loach para que filmara un documental sobre sus actividades, como una manera de difundir la institución. Lo que nadie supuso entonces es que esa pelÃcula estarÃa prohibida durante 42 años, hasta que ahora, en la exhaustiva retrospectiva dedicada al director que comenzó el jueves en el BFI National Archive (la Cinemateca Británica, en el Southbank de Londres) pudo por fin salir a la luz. 4d3v6u
La censura que sufrió el film tuvo una razón muy simple: lejos de ser complaciente con la institución que le habÃa encargado el trabajo, Loach, fiel a sus convicciones, documentó sin miramientos el trato vejatorio, racista y punitivo que Save the Children les imponÃa a esos niños a los que decÃa salvar y cuidar. La organización impidió durante casi medio siglo la difusión de ese material. âNunca en la historia del cine documental la mano que te alimenta fue mordida de manera más espectacular y más gloriosaâ, señaló Peter Bradshaw, el crÃtico cinematográfico de The Guardian, al comentar el hallazgo.
De hecho, la pelÃcula de 50 minutos nunca estuvo perdida, pero sà guardada bajo siete llaves. En tanto propietaria legal del film, la organización intentó hacerse con el negativo, pero Loach acudió a la Justicia para salvaguardar su obra, que corrÃa el riesgo de ser destruida. El acuerdo al que se llegó en su momento, después de una feroz batalla judicial, fue que el negativo serÃa depositado en la Cinemateca Británica y que el film no podrÃa ser exhibido, ni en público ni en privado, salvo expresa autorización de Save the Children. Que es lo que finalmente sucedió ahora, casi como un regalo de cumpleaños para Loach, que acaba de cumplir 75 de edad y 50 de carrera.
Justin Forsyth, actual CEO de Save the Children, dijo que âKen Loach es un gran director que se hizo preguntas muy duras sobre el poder, el colonialismo y la caridad que hoy son relevantesâ. En este sentido, el responsable de la organización se mostró âmuy orgullosoâ de haber permitido que tras cuatro décadas la pelÃcula pueda ser vista. La directora de la Cinemateca Británica, Heather Stewart, explicó que âuna pelÃcula inédita de uno de los mejores y más controvertidos directores contemporáneos es como oro en polvoâ, por lo que consideró âemocionanteâ que, después de muchos años intentándolo, Save the Children (tÃtulo tentativo del film, del que ni siquiera se terminaron los créditos) se pueda proyectar al fin.
En un comunicado oficial de la propia institución, publicado en su página web, se señala que la pelÃcula fue rodada en 1969 en Gran Bretaña y en Kenia, y que âcomienza con una cita de Friedrich Engels, continúa con la exploración de polÃticas de raza, de clase y de caridad en la sociedad capitalista y culmina con una resonante condena del capitalismo por parte del propio Loachâ. La pelÃcula está dividida en dos partes. La primera se abre exponiendo la llegada de ricos y poderosos a la catedral de St. Paul para después descubrir, en un contraste brutal, la desolación y la pobreza de las calles de Manchester. Algunos de los niños de ese barrio aparecen luego en un hogar de la asociación Save the Children, donde sus tutores los tratan con âuna condescendencia y un esnobismo grotescoâ, según el crÃtico Peter Bradshaw. El trato que reciben los pupilos del albergue de Save the Children en Kenia es aún peor, por el colonialismo rampante que Loach deja al desnudo. Provenientes de tribus de la región, los chicos son instruidos con libros de texto británicos y vestidos con uniformes occidentales, al tiempo que se les prohÃbe el uso de su propia lengua, el swahili. Una tutora menciona el âinstinto animalâ de los chicos y otro menciona que serÃan más felices âen sus chozas de barroâ.
Como señala Bradshaw, âSave the Children aparece en el film como el idiota útil de una opresión mayor, un engranaje importante de la nueva técnica de esclavizar a Kenia como un Estado clienteâ. Casi medio siglo después, el CEO de la organización, al autorizar la exhibición de la pelÃcula, declara que está orgulloso del trabajo que Save the Children hace en Gran Bretaña y el resto del mundo: âSalvamos millones de vidas de niños y ayudamos a que realicen sus potencialidades. Y esperamos ser examinados y desafiados para hacer el mejor trabajo posibleâ. Eso fue, en todo caso, lo que hizo Ken Loach.
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